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Guardianes espirituales de la selva: una conexión entre la naturaleza y los pueblos indígenas

Para las autoridades indígenas de Leguízamo, Putumayo, es indispensable contar con el permiso de los espíritus de la madre naturaleza para ingresar a la selva.
Pueblos indígenas de Colombia
Para las autoridades indígenas de Leguízamo, Braulio Ocainatofe y Enrique Abel Sabino es importante pedir permiso a los espíritus de la “madre naturaleza”, cada vez que se ingresa a la selva.
Juan Miguel Narváez Erazo

“La selva es la reina de la madre naturaleza y como tal, merece nuestro cuidado y respeto. Aunque para algunos los espíritus que la protegen es una simple leyenda, para nuestros pueblos indígenas es una realidad que hace parte de nuestras tradiciones, usos y costumbres”, expresó Enrique Abel Sabino, abuelo sabedor del pueblo Murui Muina del municipio de Leguízamo, Putumayo.

Mientras toma en sus manos un vetusto totumo que contiene una generosa porción de mambe y fija su mirada en una amarillenta palma de canangucha que parece romper el cielo, Enrique suspira y en una voz entrecortada me dice: la humanidad y sus nocivos hechos están acabando con la jungla y sus fuerzas espirituales.

Al momento que pasa su primer bocado de la hoja de coca finamente pilada, se sienta en un banco de madera que por su deterioro parece ser que lleva muchos meses fuera de la maloca. Enrique trae a su mente las más recientes visitas que él y otros murui muina hicieron a las selvas del bajo Putumayo que limitan con el departamento del Amazonas y la vecina república de Perú.

“Hace un par de meses cuando cesaron los torrenciales aguaceros, decidimos hacer unas rondas para determinar el estado actual de la selva. Pero como en toda parte siempre hay indisciplinados, un joven que nos acompañaba olvidó el permiso que se debe pedir a la madre selva para ingresar a ella y por eso vino lo peor”, dijo el abuelo sabedor a la vez que untaba sus dedos de ambil, agridulce sustancia extraída de tabaco que se usa cada vez que se mastica el mambe.

A los pocos segundos que sonríe tras recordar el susto que les costó aquella imprudencia, me dice entre sollozos que aquella fatídica tarde estuvieron a punto de morir.

“El enojo de la madre naturaleza lo sentimos en un abrir y cerrar de ojos y todo porque a la selva no se le pidió permiso para cazar. Una vez miramos que un animal silvestre se desplomó al piso, un rayo cayó a pocos metros del sitio en el que nos encontrábamos y la lluvia no se hizo esperar”, dijo Enrique, quien al recordar dichas escenas empezó a cantar en su lengua materna.


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A través del mambe y oraciones en su lengua nativa, las autoridades indígenas piden permiso a los espíritus de la selva. 

Una vez terminó de interpretar su sentida tonada, retomó la charla y fue entonces cuando me explicó que los espíritus de la madre selva se enojan cada vez que se ponen los pies sobre ella sin su autorización.

“Por eso es indispensable mambear antes de entrar a territorio ajeno. Una vez cumplamos con esa ancestral práctica hablamos con los árboles, las aves, el viento, el agua y el sol y es en ese diálogo en el que les explicamos porque estamos en su territorio”, afirmó la autoridad indígena.

Al tiempo que me convida un trozo de cachama asada a la brasa, me dice que en la fauna y en la flora perviven los espíritus de aquellos ‘abuelos y abuelas sabedoras’ que hace miles de años habitaron en lo más inhóspito de la selva.

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Según las autoridades originarias de Leguízamo, Putumayo, en todos los entornos de la selva predominan los espíritus de la madre naturaleza.          

“Desde el día en que ellos partieron, sus espíritus cuidan a la madre selva. Por eso es importante tener su consentimiento para caminar sobre ella, talar un árbol o arrancar una planta”, comentó al subrayar que una vez se retira del lugar se mambea nuevamente y en los ritos de partida se agradece por su acogida y protección.

Además, precisa que si algún forastero luego de pedirle permiso a la selva para pernoctar en ella por 2 o 3 días, si no se marcha al término del tiempo establecido, adquiere terribles enfermades.

Ritos en territorio ancestral

Para Braulio Ocainatofe, otro abuelo sabedor del municipio de Leguízamo, el manejo del territorio ancestral se hace a través de ritos y oraciones, por eso subraya que cada vez que se mambea se jura cumplir cabalmente con su palabra.

“Cuando nos conectamos con los espíritus de todos los seres vivos que habitan en la selva, estamos protegidos por la madre naturaleza. Aunque algunos sean incrédulos, el agua, el aire, la tierra, la fauna y la flora también tienen su gobierno propio y por eso debemos guardarles respeto”, argumentó.

Por su amplia experiencia como autoridad indígena aconseja siempre orar al entrar y salir de la selva, porque una vez se recibe su protección asegura que no sufrirá ninguna calamidad mientras esté dentro o fuera de ella.

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