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Medio siglo después, reeditan ‘The Ampex’, una joya del rock colombiano

Además de la simpatía que despertaron en el público, eran músicos diestros con una gran habilidad para acompañar a los artistas pop del momento.
Foto: José Urías Peña
Luis Daniel Vega

Aunque tardía, la conexión de Discos Fuentes con la locura del rock n´roll se materializó definitivamente en marzo de 1966 con la edición de ‘14 Impactos Juveniles’, el equivalente nuevaolero de los ‘14 Cañonazos Bailables’. La exposición mediática de esta recopilación se tradujo en ventas excepcionales y les aseguró a varias estrellas emergentes el apadrinamiento del sello.

Dos de los artistas consentidos fueron Los Yetis y Harold, cuyas primeras referencias para la discográfica -estrenadas a mediados de ese mismo año- contaron con el soporte de Óscar Lasprilla y Yamel Uribe, un par de músicos virtuosos que hacían parte de Los Ampex, esta última, una agrupación asentada en Bogotá que desataba el frenesí de las juventudes modernas y gozaba de gran prestigio entre el gremio rockero.

Foto: Luis Daniel Vega.

Nacido en Cali en 1948, el pianista y guitarrista Óscar Lasprilla debutó profesionalmente en el concurso musical El Show de la Nueva Ola. Allí lo vio el bajista Orlando Barriga, quien no dudó en invitarlo a ser el pianista de Los Goldfingers, cuarteto que por ese entonces integraban Mario Cuesta en la guitarra y Óscar Ceballlos en la batería. Al poco tiempo, Barriga se retiró y en su reemplazo llegó Yamel Uribe, guitarrista con el que Lasprilla había hecho buena amistad en el Festival Juvenil Kolkana.

A la posterior salida de Cuesta, se unió Jaime Rodríguez, guitarrista que años más adelante sería uno de los miembros fundadores de la legendaria Columna de Fuego. Ese mismo año, 1965, Barriga y Cuesta formaron Los Beatniks, combo efímero que grabó un compacto de 7 pulgadas para el sello Estudio 15.

Los Ampex cuando se hacían llamar Los Goldfingers.

Los Goldfingers tuvieron amplia recordación por su participación en el famoso programa de televisión El Club del Clan, además de tocar en diversos centros nocturnos como el grill Chez Dedy en donde los vio Harold Orozco, quien le informó a Alfonso Lizarazo de su descubrimiento. Lizarazo no solo los incorporó al elenco de Estudio 15, sino que los incluyó en la lista de artistas que harían parte de la Gira Milo a Go Go.

Antes de grabar y de enrolarse en una aventura que los llevaría a recorrer el territorio colombiano entre 1966 y 1967 junto a Los Yetis, Harold, Óscar Golden y Los Speakers, los integrantes se cambiaron de nombre para eludir un compromiso contractual. Resulta que Edgard Melero, empresario artístico del grill Candilejas, los había contratado previamente para una larga serie de conciertos a nivel nacional.

Mientras estaban en Pasto se enteraron de que habían sido seleccionados para el cartel de Milo. A sabiendas de que esta era una vitrina más provechosa, decidieron suspender el compromiso adquirido. Sin embargo, había un problema: Molero exigía una indemnización para liberarlos de sus obligaciones. ¿Qué hacer? Al respecto, el periodista y locutor Edgard Hozzman revela los detalles de la singular triquiñuela en su libro ‘Genesis del rock colombiano’: “Yamel, quien había estudiado negocios y administración, revisó con lupa el leonino contrato hasta encontrar la cláusula que fue la salvación para cancelar el negocio con Molero. Para curarse en salud, y por recomendación de Lizarazo, se le cambió la razón social al cuarteto y así nacieron Los Ampex”.

Conformado finalmente por Óscar Lasprilla y Jaime Rodríguez en las guitarras, Yamel Uribe en el bajo y Óscar Ceballos en la batería, Los Ampex debutaron con un compacto de siete pulgadas y un larga duración publicados por Estudio 15. Además de la simpatía que despertaron en el público, eran músicos diestros con una gran habilidad para acompañar a los artistas pop del momento, tanto en vivo como en sesiones de grabación: Vicky, Margie, María Elvira, Lyda Zamora, Óscar Golden, Los Yetis y Harold gozaron de sus favores. Por lo demás, a finales del 66 y buena parte del 67, Los Ampex fueron protagonistas de la movida nocturna bogotana, siendo habituales de las discotecas go go que fueron tan efímeras como populares en esos vertiginosos años.

El fervor que despertaba la agrupación –y ya siendo viejos conocidos en los estudios de Discos Fuentes- motivó a las directivas del sello que en 1967 publicó ‘The Ampex’, una grabación que contiene efusivas y descarnadas versiones de canciones originales de Paul Revere and The Raiders, The Rolling Stones, The Byrds, The Hunters, The Easybeats, The Yardbirds, The Executives, The Lovin´ Spoonful y The Wailers.

A pesar de no incluir ninguna pieza propia, llama la atención el inglés descarado y las desopilantes traducciones al castellano por cortesía de Norman y Darío, dos integrantes de Los Yetis. Para la muestra, “Mr tambourine man”, tonada de Bob Dylan, inmortalizada en 1965 por The Byrds.

Aunque todo parecía indicar un futuro prominente, el inminente fin de la época dorada del sonido beat en Colombia plantó el desencanto en la agrupación que, justo después de su debut a nombre propio para Discos Fuentes, se separó. Es muy probable que esto haya sumido al disco en el olvido, pues pronto dejó de circular comercialmente y nunca hubo una reimpresión. Al cabo, Lasprilla y Uribe se unieron a The Time Machine y en los setenta –como muchos otros rockeros colombianos- fueron a buscar fortuna a Europa donde el guitarrista brilló al lado de Los Brincos y Alacrán, mientras Uribe hizo lo suyo junto a Los Pekenikes.

Con el paso de los años, ‘The Ampex’ se refundió en vetustos anaqueles, las pocas copias fueron compradas por coleccionistas extranjeros y se convirtió en una rareza discográfica escurridiza y costosa, prácticamente inasequible. Afortunadamente, ya no hay que desembolsar cientos de miles de pesos para tener en las manos una de las gemas perdidas del rock colombiano.

La noticia llega desde Madrid, centro de operaciones de Munster Records, un sello que además de redimir grabaciones huidizas de nuestro amplio repertorio tropical, también ha concentrado sus intereses arqueológicos en desempolvar algunos documentos sonoros que dan cuenta de la historia del rock local. A a las reediciones facsimilares del primer disco de Los Yetis y dos de Los Flippers –además del hallazgo de una grabación perdida de Los Silver Thunders- se suma una cuidadosa reimpresión de otro tesoro del breve y sorprendente catálogo rockero de Discos Fuentes.

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