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El mundo celebra el jazz

Una reflexión acerca de un género musical sinónimo de libertad y emoción, en la celebración de su día internacional.
Día Mundial del Jazz: ¿Por qué se celebra este 30 de abril?
Foto: Pixabay
Jaime Monsalve

Sí la música es el lenguaje universal, el jazz es su poesía. Han pasado ya más de cien años desde la grabación del “Livery Stable Blues”, o el “blues del establo”, de la agrupación Original Dixieland ‘Jass’ Band, tema considerado el primero del género en haber sido grabado. Y, desde ese entonces, la potencia, la furia y el ansia comunicativa del género popular más reflexivo y libre de cuantos han existido, son elementos que no ceden un ápice.

Hoy 30 de abril se conmemora, por decimotercera vez, el Día Internacional del Jazz, una fecha instituida en 2011 para recordar la importancia del género en la evolución de la música del último siglo y medio, por cuenta de la natural fascinación estética, de su potencial como herramienta en la educación musical (y no musical) de millares de jóvenes alrededor del mundo, y de su condición de transversalidad en la creación sonora desde que el hombre es hombre y desde que sus más elocuentes recursos (la síncopa, la improvisación, la comunicación sin palabras entre intérpretes) fueran asuntos patentes en la música antes de siquiera existir la palabra jazz.

Tras su nacimiento en la zona de tolerancia de Storyville en Nueva Orleans hasta su llegada vía río Misisipi a Chicago y de ahí a Nueva York y al mundo, hace tiempos ya que el jazz dejó de limitarse a ser un género musical para convertirse en una manera de asumir la interpretación, en un compendio de prácticas que pueden perfectamente permear a los sonidos clásicos y populares por igual, demostrando su pertinencia y su preeminencia.

Día Mundial del Jazz: ¿Por qué se celebra este 30 de abril?
Foto: Pexels

Allende los grandes nombres del género, dentro de los que se encuentras los siempre eternos Louis Armstrong, Charlie Parker, Duke Ellington, Ella Fitzgerald, Thelonious Monk, Bill Evans, Miles Davis, Dizzy Gillespie, Charles Mingus, Sarah Vaughan, Art Tatum, Coleman Hawkins, Chet Baker, Lester Young, Billie Holiday y Chick Corea, nuevas generaciones se van acercando a las lecciones de esos maestros de siempre para emularlas o para alejarse de ellas en aras de nuevos procedimientos y lenguajes.

La cadena misma de evolución del jazz es la muestra de cómo una escuela nace en confrontación de la inmediatamente anterior. Ello explica el contraste entre el swing bailable de los 30, fomentado por orquestas de músicos blancos, frente al be bop de los 40, hecho para el disfrute del oído por sus contrarios, en su gran mayoría ejecutantes afroamericanos. También aclara el universo sonoro que separa al tranquilo cool jazz del inquietante free jazz. O a la vanguardia del neoclasicismo. Y así.


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Colombia no fue territorio pródigo para el fomento del jazz en su discografía hasta bien entrada la década del 90. A falta de registros de carácter fonográfico que resguardaran una historia, los arrestos de muchos de esos músicos se quedaron en los recuerdos de los abuelos que iban a disfrutar de las tandas de swing que Lucho Bermúdez, Pacho Galán. Los Hermanos Martelo o la Orquesta Sonolux ofrecían como antesala de las cumbias, los porros y las gaitas en concierto. Históricamente antes de ellos, quijotes como Francisco Lorduy en Cartagena o Anastasio Bolívan en Bogotá, ponían su parte en el asunto. Después, una lista encabezada por Juancho Vargas, Joe Madrid, Justo Almario, Óscar Acevedo, los hermanos Sandoval, los hermanos Arnedo y muchos entusiastas más, prometíó hacerse más nutrida.

La conciencia por un jazz nacional fue alimentándose tras la aparición del circuito de bares bogotanos de las décadas del 70 y el 80 –con nombres de establecimientos como Doña Bárbara, Hippocampus o As de Copas–, la aparición de festivales pequeños y grandes, privados, universitarios y públicos, y la llegada del jazz hasta la formación academia, anteriormente escenario exclusivo para formas musicales centroeuropeas poco dadas a las jam sessions o al diálogo sonoro, el call and response, entre ejecutantes.

También contribuyó al desarrollo ulterior de una pequeña cofradía de melómanos la visita de grandes músicos del género, un listado enorme que va desde el clarinetista Woody Herman en 1958 hasta la cantante Stacey Kent, apenas el pasado domingo. Y nutriendo la lista, toda una pléyade que incluyó a Paul Winter, Charlie Byrd, Duke Ellington, Lionel Hampton, Wynton Marsalis, Weather Report, Pharoah Sanders y el resto de un listado que, en este caso, brilla por sus injustos olvidos.

Día Mundial del Jazz: ¿Por qué se celebra este 30 de abril?

Muchas son las razones por las cuales hay que celebrar la presente conmemoración del Día Internacional del Jazz. La más cercana al orgullo, por supuesto, es la actual participación de una nutrida delegación colombiana en el Jazz & Heritage Jazz Fest de Nueva Orleans. La más emocionante y democrática, la posibilidad de escuchar a grandes estrellas y a músicos emergentes desde 13 ciudades, en el llamado All-Star Global Concert, que en conmemoración de este día podrá verse a través de la web jazzday.com, a partir de hoy a las 5:00 p.m.

Pero de todas estas razones, las personales pueden ser las más importantes. Que sea éste el día para dejarse contagiar de la magnificencia y el poderío del jazz, sin duda una de las más grandes manifestaciones de la creación humana a través de su historia, a la vez prueba de la existencia de territorios cuya realidad se escapa a nuestro entendimiento.

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