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Director del Festival de Música de Cartagena recibe la nacionalidad colombiana

El gestor musical italiano Antonio Miscenà dirige desde 2013 el Festival.
Juan Carlos Garay

En un evento que se llevó a cabo en la Cancillería, el gestor musical italiano Antonio Miscenà, quien dirige desde 2013 el Festival de Música de Cartagena, acaba de recibir la nacionalidad colombiana. Para los asistentes al Festival, la presencia de Antonio es casi inseparable de la experiencia musical: se le ve en todos los conciertos, vestido de blanco, siempre en la última fila, controlando cada detalle hasta el final.

El trabajo de Miscenà comienza desde la planeación del tema central de cada Festival. Por citar solo algunos: en 2013 fue la música del barroco italiano, en 2016 el encuentro entre Europa y el Nuevo Mundo, en 2019 la relación entre música y ciencia. Al tiempo que se decide el tema se debe armar también el calendario, que por lo general abarca diez días de conciertos, y contratar a los artistas.

En esa labor que requiere mucha concentración, y en donde no faltan las dificultades de última hora, Antonio Miscenà se las arregla para mantener la calma. Excepcionalmente se le escapa algún improperio en italiano, pero rápidamente vuelve a su compostura porque sabe que lo más importante es solucionar las cosas. En 2017, por ejemplo, un pianista francés no pudo llegar a Cartagena porque una tormenta de nieve había cerrado el aeropuerto de París. En cuestión de 48 horas, Antonio consiguió el mejor remplazo posible: trajo desde Estados Unidos a una pianista, francesa también, que tocaba exactamente el mismo repertorio. 

La primera vez que Antonio vino a Colombia fue en el año 2010, invitado por la presidenta del Festival, Julia Salvi. Viajaron a Medellín, al Congreso Iberoamericano de Cultura, para tratar el tema de la lutería, es decir, de la fabricación de instrumentos musicales. Miscenà no imaginaba que iba a terminar dirigiendo el Festival de Cartagena, mucho menos ostentar la nacionalidad colombiana.

En 2013 se estrenó como director del Festival. Trabajando cada año desde entonces, ha ido dejando su sello. No solamente se trata de una selección musical acuciosa y completa. También  ha logrado acuerdos binacionales de internacionalización, crecimiento académico, formalización del sector e intercambio artístico. Su gestión ha sido fundamental para la creación del Programa en Construcción y Reparación de Instrumentos de Cuerdas Frotadas en el Conservatorio de Ibagué, en alianza con la ciudad italiana de Cremona. Y desde 2018 es miembro del Consejo Directivo del Centro de Formación del SENA, trabajando en la formalización de técnicos y productores del sector musical.

Dos preguntas a Antonio Miscenà

¿Qué es lo que más le gusta de trabajar en Colombia?

Me gusta el entusiasmo y la disponibilidad de la gente hacía el trabajo, la posibilidad de realizar proyectos nuevos de impacto cultural y de responsabilidad social. El Festival de Música de Cartagena es un bello ejemplo de producción cultural donde dos componentes caminan al mismo ritmo: la propuesta musical y la dimensión social. Igualmente el programa de lutería, realizado por el Conservatorio del Tolima de Ibagué y asesorado por la Fundación Salvi, me parece un proyecto que combina el desarrollo de posibilidades profesionales y sociales.

¿En que se parecen Italia y Colombia?

Es complejo hacer un análisis acerca las similitudes de dos países que tienen una historia y unas tradiciones diferentes. En general se puede decir que Italia, sobre todo el sur de Italia, es un país latino. La gente es hospitalaria, curiosa, acostumbrada a las dificultades, a relacionarse con culturas diferentes. Algo de ese carácter lo encuentro también en ciertos contextos de la realidad colombiana. Colombia tiene una gran tradición musical popular, resultado de muchos intercambios culturales desarrollados en los siglos pasados, al igual que algunas regiones de Italia.

 

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