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Los guías del otro Catatumbo

Un grupo de jóvenes que se encarga de enseñarles a los colombianos la otra visión de una región azotada por el conflicto y los grupos armados ilegales.

Por: Diego Suárez - Radio Nacional Bucaramanga

Lo primero que le responden a Paola Torres cuando les pregunta a las personas sobre qué es el Catatumbo, se resume siempre en las mismas palabras: conflicto, drogas, narcotráfico, guerrilla, zona roja. Estas expresiones se han convertido en un lugar común que se aleja de la riqueza natural y sobre todo de su gente que lucha a diario por mejorar en una zona históricamente olvidada por el estado.

Paola hace parte de un grupo de jóvenes que se encarga de enseñarles a los colombianos la otra visión de una región de Colombia que está ubicada en Norte de Santander y que aunque ha sido afectada por todos los actores de la violencia, que han pretendido ejercer el control económico, armado y político, tiene otra cara, otra realidad que muy pocos conocen. Todo esto a través de la exposición ‘Catatumbo, memorias de vida y dignidad’.

“Para mí es muy gratificante estar acá y tener la oportunidad de demostrarle al mundo que el Catatumbo no es solo conflicto, guerra y narcotráfico. Es mucho más que eso. También es riqueza en flora, fauna, en su gente”, asegura.

El orgullo de esta joven oriunda del corregimiento de Campo Dos, perteneciente al municipio de Tibú, lo comparte Juan Pablo Gamboa, enlace del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), la entidad encargada de elaborar esta exposición itinerante que comenzó en Cúcuta y llegará en las próximas semanas a varias poblaciones de la zona como Tibú, El Tarra, Sardinata y Ocaña y además espera ser expuesta en las ferias del libro del país.

“En el marco de este proyecto, varios jóvenes de la región incluyendo indígenas Barí, estuvieron trabajando en producción de piezas radiales, audiovisuales y de fotografía con el fin de contar historias sobre lo que significa para ellos vivir en El Catatumbo, en medio de la violencia, pero también en medio del esplendor de los paisajes, de una riqueza cultural gigante, de unas resistencias muy arraigadas a su tierra, de la lucha por el territorio y en medio de la vida cotidiana de niños y jóvenes”, señaló el vocero del CNMH.

Del Catatumbo se venden solo expectativas del conflicto

Para Yeison Nahún Sánchez, quien vive en la vereda Tres Curvas, en Tibú, ser guía en esta exposición le ha permitido conocer mucho más la región y ver cómo las personas que escuchan su información se sorprenden ante las historias ocultas por la agenda noticiosa que estigmatizan a sus pobladores.

“Al final del recorrido les volvemos a preguntar a la gente su percepción del Catatumbo y nos dicen que estaban equivocados, porque todo no es guerra y conflicto porque hay mucha riqueza natural con animales y sitios turísticos. Sin embargo, les preguntamos si visitarían la región y muchos nos dicen que no porque de pronto los secuestran o les puede pasar algo malo. Creo que lo dicen por la expectativa que se les vende, que es el conflicto”, dice.

Yeison y los otros muchachos provenientes de municipios como Tibú, Hacarí y El Tarra con el apoyo del Centro Nacional de Memoria Histórica aprendieron a escribir guiones, a elaborar audios a través de varios talleres, a tomar fotografías sobre historias de vida de los jóvenes.

“La que hicimos con otro compañero fue sobre un estudiante que deja su colegio en la vereda Tres Curvas, para dedicarse a raspar (hoja de coca) y ganar dinero mucho más rápido. Él no tenía posibilidades de continuar su bachillerato en el caserío, porque allí solo hay primaria y además sus padres decían que el estudio no servía para nada, que era para vagos y que no nos llevaría a nada. Eso lo impulsó a dejar el estudio y dedicarse a agarrar lo que es la hoja de coca”, cuenta.

El ‘castigo’ de Ferney

Un mal momento debió sortear Ferney Alexander Romero, quien también vive en Tres Curvas, pues a la hora de desplazarse a desarrollar el trabajo de campo al lado de su compañero Yeison, fueron interceptados por un grupo armado ilegal que decomisó la cámara que llevaban para los registros fotográficos porque no les habían pedido permiso para portarla.

Cuenta Yeison que los insurgentes les dijeron que ante tal situación le iban a imponer un castigo a Ferney. “Cuando íbamos a tomar las fotos nos quitaron la cámara y al compañero le tocó limpiar durante un mes un cultivo de yuca. La cámara la iban a mantener ahí durante seis meses, pero finalmente nos la devolvieron y como pudimos tomamos algunas fotos para el trabajo”, señala.

Ferney, por su parte, prefiere recordar las bellezas naturales del Catatumbo. Se siente orgulloso de haber sido seleccionado para esta labor de enseñar las bondades de la zona donde vive con su madre. Pese a lo que le sucedió, defiende las cosas positivas que a diario se registran y que se desconocen porque no son consideradas mediáticas. “El Catatumbo no solo es zona roja y de conflicto. Obvio que es una equivocación porque tiene sus partes buenas: balnearios, ríos, buena diversidad en fauna y en flora. Acá se están perdiendo de lo bueno de la naturaleza”.

‘Catatumbo, memorias de vida y dignidad’ propone un viaje por esta zona compuesta por los municipios de Tibú, El Tarra, Sardinata, Teorama, San Calixto, Hacarí, El Carmen, Convención, La Playa y Ocaña. La aventura los llevará en unos cuantos minutos a conocer sobre los Barí, considerados como los hijos de Sabaseba y que han resistido décadas de conflicto. Igualmente, serán testigos de su biodiversidad y paisajes con el imponente río Catatumbo que atraviesa toda la región.

Se sorprenderán con audios y videos sobre las apuestas de sus campesinos para sacar adelante sus proyectos agropecuarios y se conmoverán con los testimonios de cómo enfrentaron y sobrevivieron la presencia de los diversos actores del conflicto. Pero lo más importante, como lo advierte Juan Pablo Gamboa, del CNMH, es que se pone en la esfera pública las historias de vida de una región con nombre de río donde renace la esperanza.

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