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Lucy: una excombatiente que reescribe su historia en nombre de la paz

Luego de estar 23 años en las filas de las Farc, ahora estudia administración pública y trabaja para la implementación de los acuerdos.

Por: Anthony Pacheco Ropero, Radio Nacional Convención

La terminación del conflicto con la extinta guerrilla de las Farc permitió conocer la otra cara de la reincorporación. En Norte de Santander son cerca de 700 los hombres y mujeres que logran paso a paso cumplir con sus sueños lejos del conflicto, entre ellos Lucy, la protagonista de una historia que se reescribe en el nombre de la paz.

“Yo nací en una finca ubicada en Yacopí, Cundinamarca. Mi infancia fue muy movida por diferentes aspectos de la vida, entre tantos la violencia intrafamiliar de mi padre hacia mi madre y la separación de ellos”.

A muy corta edad Lucy vio cómo su madre se incorporaba a la guerrilla y ella quedaba al cuidado de su abuela y una tía, a quienes la violencia las tocó de manera directa obligándolas a desplazarse a diferentes zonas de Boyacá y Cundinamarca para luego asentarse en Mesetas, en el departamento del Meta, para proteger sus vidas.

La falta de oportunidades, en especial para las mujeres, fue la razón que la motivó a ingresar a las Farc a la edad de 13 años. Cuenta que cuando tenía seis años, su tía y su abuela eran humilladas por la Fuerza Pública y también se enteró que su madre había sido asesinada. Estas situaciones marcaron su infancia profundamente.

“Permanecí como guerrillera durante aproximadamente 23 años, ingresé en el año 1994 hasta cuando se da todo el proceso de paz de La Habana, donde se decide que vamos a dejar las armas y vamos a emprender esta nueva vida política. Fui una guerrillera a la que, en sus inicios por ser menor de edad, le tenían ciertos cuidados. Luego de cumplir la mayoría de edad, me convertí en enfermera, fui especializándome, entonces me convertí en jefe de enfermería”

“Trabajé en laboratorio clínico y en rayos X, pero también desarrollaba mis actividades de pagar guardia, si había que entrar en actividades de combate pues iba, pero por el hecho de ser enfermera, esas tareas estaban más limitadas. en los últimos años trabajé en la parte de organización en temas de partido clandestino”, cuenta Lucy.

Ingresar a la guerrilla siendo una niña y convertirse en mujer en medio del conflicto, fue muy difícil y más para alguien que ha vivido la guerra de cerca. Recuerda que de niña vio cómo los paramilitares que en ese entonces se conocían como “Macetos”, tiroteaban las casas indiscriminadamente obligando a la comunidad a refugiarse en las montañas, por eso resalta que convertirse en insurgente no termina siendo tarea fácil.

“Uno no vive aficionado a un arma, lo mueve quizás las claridades del por qué se lucha, eso va más allá de tener un arma en la mano, es el querer una vida mejor para el pueblo en general; el conflicto es ver como caen personas de lado y lado sabiendo que son seres humanos. Duele pensar que quienes se enfrentan tienen familias y ellas son las que sufren las consecuencias, yo creo que el conflicto beneficia el bolsillo de los ricos que construyen armas, pero jamás se beneficia la gente que está metida ahí y mucho menos a los campesinos”. Recalca.

Con la llegada de los acuerdos de paz Lucy y muchos otros encuentran la posibilidad de dar un giro definitivo a sus vidas, estuvieron estudiando los avances que se lograban en medio de la división que generó en el país el sonado acuerdo, sin embargo, sabían que no podían dar marcha atrás y que la meta sigue siendo la paz.

“Me atrevo a desmentir cualquier argumento que diga que a nosotros nos engañaron, estuvimos en la discusión y análisis de los acuerdos, aportamos desde un inicio cuando salieron los primeros documentos de los compañeros que fueron al dialogo exploratorio, incluso, el tema de la JEP se discutió minuciosamente y es ahí donde uno se convence. A pesar del miedo nosotros estamos convencidos, porque la lucha de nosotros fue una salida política al conflicto armado”, afirma ella.

Según el informe de la Misión de Verificación de la ONU, son cerca de 224 reintegrados asesinados desde la firma del Acuerdo de Paz en 2016. Por otra parte, Luis Armando Carreño, coordinador de la Agencia de Reincorporación y Normalización -ARN- en Norte de Santander, afirma que son 656 los reincorporados en el departamento Norte de Santander, de los cuales 63 se encuentran en el antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación -ETCR- Caño Indio, Corregimiento del municipio de Tibú, y los otros 593 restantes en 19 municipios del departamento.

“Estas cifras demuestran un notorio avance en el poco tiempo que llevamos de reincorporación, hay una percepción muy positiva en los espacios en que ellos (los reincorporados) participan, son una voz de presentación de necesidades y han asumido compromisos con las estancias gubernamentales para generar cambios positivos para la comunidad”, expresó Carreño.

Una vida después del conflicto.

“No puedo imaginar tarea más noble, más sublime, labor más elevada que proteger la vida y construir la paz”. Esas palabras del entonces presidente Juan Manuel Santos Calderón, marcaron para Lucy el inicio de una nueva vida, pero sobre todo una oportunidad para reencontrase con sus familiares.

“Yo tuve una hija durante el conflicto armado y he tenido posibilidades de tener un mayor contacto con ella, eso para mí es gratificante. También tengo una hermana y a mi abuela que todavía vive, el hecho de estar más cerca de la familia, por lo menos compartir cada día, hacer una llamada todos los días, eso para mí es muy importante”, afirma la excombatiente.

Atrás se quedaron las dos mudas de ropa, un par de botas y tres pares de medias con los que debía vivir mientras hacía parte del grupo, como ella misma lo dice: “estaban acostumbrados a cargar la casa en el equipaje”. Mientras termina sus estudios en administración pública y sueña con ver a su hija mayor graduada de médico, también se proyecta en tener una familia, que va creciendo ya que está en estado de embarazo y eso la motiva a seguir soñando y trabajando por la paz, para así ofrecerle un mejor país a las futuras generaciones.

“Yo soy una soñadora y creo que la paz es posible siempre y cuando exista voluntad política, es importante mantener los sueños vivos, creo que es necesario continuar en todo este proceso de lucha, porque se implemente verdaderamente el acuerdo; eso no se puede dejar de lado más allá de los sueños personales y familiares” finalizó Lucy.

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