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‘Amores ilícitos’ en la memoria audiovisual de Colombia

‘Amores ilícitos’ que narra el romance de dos personajes separados por la raza y el estatus social en la época colonial.

Por: Heliana Ortiz - Radio Nacional Bucaramanga

Poco tan provocador como un amor prohibido, o aparentemente imposible, como el de Felipa y Alejandro. Ella esclava y él, primogénito de una de las familias blancas y ricas de Santa Fe de Antioquia, cuando la censura moral y la Ley, impedían las relaciones entre los descendientes de españoles puros y las otras etnias que habitaban en 1784 lo que hoy es Colombia.

Asombrosa ley porque desde el primer momento que llegaron los españoles a suelo americano tomaron a la fuerza, y a veces por amor, a las mujeres indígenas, y luego a las mujeres negras, como ‘suyas’.

“Pero no te asombres tanto”, me dice Tatiana Duplat, directora de Señal Memoria, que lideró junto a la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano, la restauración del corto ‘Amores ilícitos’ que, en una hora, narra el romance de esos dos personajes separados por la raza y el estatus social.

Foto: Señal Memoria.

“La ley es legal pero no siempre legítima sino que se va legitimando con la práctica. Y lo que hoy nos parece natural como las relaciones interraciales, hace unos cuantos siglos, que no son tantos teniendo en cuenta la historia de la humanidad, era algo completamente ilegal, prohibido e ilícito”, agrega.

Lógicas similares de discriminación que siguen rondando, porque de otra manera “esas tensiones todavía están ahí, desde 1492, incorporadas en nuestras cabezas. Cuando alguien dice ‘ese señor tan indio’ y lo dice de manera despectiva, lo que está trayendo a cuento es un valor interiorizado en la época de la colonia. Y podría dar más ejemplos de cómo la exclusión sigue instalada”.

Por eso y por más, ‘Amores ilícitos’ es mucho más que una historia de la historia colombiana. Por ser rodada en los 90, la producción estuvo marcada por el espíritu de este tiempo en que, pasada la Constituyente de 1991, el país empezó a reconocerse como pluricultural y a ver la riqueza de ser una nación mezclada, indígena, afro y construida por sus diversidades, destaca la directora de Señal Memoria.

Para ella, dos elementos sobresalen: es una producción de lujo, con todos los recursos necesarios, hecha por la productora Audiovisuales, que le pertenecía a la televisión pública, con actores de primera línea y rodada totalmente en exteriores. Pero también, su mensaje de crítica a la exclusión y la reivindicación del amor y el reconocimiento del otro por encima de las convenciones sociales.

Foto: Señal Memoria.

Una historia que muestra cómo se vivía en la Colombia de hace tres siglos, que se pregunta si “revolución es una palabra: aguda, grave o esdrújula” (como dice de forma sarcástica el sastre, mientras le hace un traje a Alejandro). Y que termina con el eterno retorno de la esperanza, pintada en una conversación entre los dos amantes proscritos mientras escapan:

- Felipa: ¿Y si nos matan?

- Alejandro: Habrá que resucitar y empezar a amarnos otra vez.

Del amor, a la memoria

‘Amores ilícitos’ fue rodada en Barichara, ese pueblo santandereano que parece congelado de un tiempo que perteneció a gente de muchas generaciones atrás, y que sirvió para rememorar la época colonial en la que Felipa y Alejandro se amaron.

Foto: Señal Memoria.

Restaurado el filme, regresó hasta allí, el lugar donde se originó como memoria audiovisual, para ser proyectado en el Festival de Cine Verde de Barichara 2017.

Ese retorno al origen es una búsqueda intencional de Señal Memoria, la iniciativa de RTVC – Sistema de Medios Públicos que busca preservar el acervo audiovisual generado en Colombia.

Una tarea que se va haciendo de muchas maneras, no solo con ese corto, sino con 250 mil piezas audiovisuales que aloja desde 2013: imágenes e historias grabadas en cintas de 1 o 2 pulgadas, carretes, casetes, betacamp, “de distintas duraciones, colores y sabores”, como dice Tatiana Duplat para referir la heterogeneidad del material que alberga, con contenidos que poco a poco se van descubriendo y compartiendo.

Para ella, como directora de Señal Memoria, verlos, identificarlos y “guardarlos simplemente, o incluso digitalizarlos, sin que nadie sepa que existen, no tiene sentido para nosotros como medios públicos, no tiene sentido en términos de lo que la memoria significa para un país”. Porque la memoria “es como un hilo que nos junta y nos amarra, que permite compartir con personas con las que no coincidimos en tiempo y espacio, y nos hace sentirnos a todos parte de una misma nación, de un proyecto colectivo aunque no nos conozcamos”.

En esos miles de archivos, se encuentran acontecimientos y personajes clave de la historia, pero no son lo único de incalculable valor, pues hay imágenes sorprendentes de registros de la vida cotidiana de varias generaciones y protagonistas sin fama.

Una boa constrictora, un aula con niños y maestros, y su ‘detrás de cámaras’, hacen parte de uno de los ejemplos que me revela con emoción Tatiana Duplat. Momentos de un proyecto que adelantó en los años 60 Inravisión y el Ministerio de Educación para convertir parte de la programación en una herramienta pedagógica para los colegios del país.

De la clase sobre la boa, llevada viva al estudio de grabación desde donde se transmitió la materia de ciencias naturales “todo lo que hay alrededor de la preparación y la emisión de la trasmisión es mágico. Eso, para nosotros que tenemos internet, películas, parece tan normal; pero en 1964 era absolutamente asombroso, y ese asombro se ven en la cara de los niños y de los profesores”.

Una de sus escenas favoritas es la de unos “profesores acomodando el salón porque ya viene la clase. Y van cargando al televisor en uno de esos soportes como de ‘los pasos de las vírgenes’ y parece una procesión”.

Cuando veían el material, ella y su equipo, pensaban en “la importancia de la televisión en 1964 para un país que no se conocía a sí mismo, porque no había carreteras, las comunicaciones eran muy difíciles, había que ir hasta Telecom a hacer una llamada y a los libros accedían personas que tenían muchos recursos económicos”.

Piezas de la gran cantidad del material sonoro y audiovisual de Colombia está procesado ya y compartido en la página web: www.senalmemoria.co

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