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Las razones por las que Felipe Aljure eliminó la competencia en el FICCI

En el cierre de la versión 59 del Festival de Cine de Cartagena, inaugurado el pasado 6 de marzo, no habrá estatuillas ni reconocimientos.

Por: Lorena Vega - Enviada especial a Cartagena

La controversia ha marcado cada una de las películas del director y productor Felipe Aljure: ‘La Gente de la Universal’, ‘El Colombian Dream’ y ‘Tres Escapularios’ generan opiniones encontradas entre el público y la crítica especializada.

El estreno de Aljure como director artístico del Festival Internacional de Cine de Cartagena tampoco ha estado exento de polémicas. Su llegada, en reemplazo de Diana Bustamante, generó cambios significativos en el festival, que desde 1959, ha sido vitrina de películas de Colombia, Iberoamérica y el mundo con poco espacio en las salas de cine.

En el cierre de la versión 59 del FICCI, inaugurado el pasado 6 de marzo, no habrá estatuillas ni reconocimientos a películas, directores, actores o personal técnico. Solo se entregarán estímulos a obras en etapa de posproducción.

La decisión ha molestado a sectores de la industria cinematográfica, quienes ven en la competencia el estímulo que los realizadores necesitan para participar en el festival más antiguo de América Latina.

“No podemos permitir la ‘deportización’ del arte”

Para Felipe Aljure, la eliminación de la competencia en el FICCI, era un paso necesario en la lucha contra lo que él llama la ‘deportización’ del arte.

En palabras del cineasta: “el deporte y la expresión artística tienen una frontera que parece estar habitada por la diferencia entre competir y colaborar, entre competir y expresar y lo ves en escenarios de representación. Vas a una cancha de fútbol y tienes dos arquerías, vas a una pista de carreras y tienes seis carriles, pero vas a una sala de cine y tienes una sola pantalla y vas a un teatro y oyes a un solo cantante, o a una sola banda o un solo coro. Yo creo que es importante no permitir la deportización del arte y entender que el arte es una expresión y una opinión y que su verticalización se relativiza mucho”.

Aljure explica que el cine debe ser visto como una celebración y un medio de expresión de las opiniones audiovisuales de los cineastas.

“El arte y la vida en general opinan sobre las preguntas fundamentales y, como somos tan insignificantes y tan frágiles en la escala humana, es muy probable que no tengamos las respuestas, pero es que el cine no está aquí para entregar las respuestas sino para mantener vivas las preguntas”, dijo.

No todo es competencia

Los argumentos de Felipe Aljure para eliminar la competencia del FICCI también se sustentan en una creencia. “Cuando uno evalúa lo primero que hay que decir es que para ser un buen festival no hay que hacer competencia o no hacer competencia. Hay que mirar que es lo que en realidad le sirve al festival que uno está haciendo”.

Expone que en el mundo hay tres tendencias para concebir los festivales: Por un lado, están los europeos, herederos del cinematógrafo francés de Lumiere. En este grupo aparecen Cannes, Venecia y Berlín que, según Aljure, manejan con mucho éxito la competencia, porque inciden en los circuitos comerciales e industriales.

También están las competencias que nos son festivales. Aquí estar los Premios Óscar, Los Globos de Oro o los Platino. Pertenecen a la corriente nacida del cinematógrafo de Thomás Alba Edison y la hegemonía anglosajona. “Seis mil colegas se reúnen, votan y le dan un abrazo a un colega y le dicen lo hiciste muy bien y te doy un premio”, destaca el director colombiano.

Por último, aparecen festivales no competitivos como Nueva York o Toronto, que sin entregar premios, generan impacto en la industria. Este el modelo que Felipe Aljure propone para el Festival Internacional de Cine de Cartagena.

Más películas, mayor inclusión

La eliminación de los premios no disminuyó el interés de los realizadores audiovisuales en el FICCI. En 2019 los curadores evaluaron 2 mil 400 películas, mil 400 más que en 2018.

A las 10 muestras oficiales llegaron 84 películas. Incluye por primera vez espacios para el cine indígena, afro y producciones hechas por realizadores cartageneros.

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