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La radio, compañera de viajes y travesías para los transportadores

Contamos las historias de quienes se ganan la vida en las vías o carreteras. Colombianos que acompañan sus jornadas con las ondas hertzianas.

Por: Richard Hernandez

A propósito del día del transportador, el cual se celebra hoy 16 de julio, la radio juega un papel muy importante para este gremio que circula por las diferentes carreteras del país y por las avenidas y calles de ciudades colombianas.

Lo que pasa en Colombia, se sabe en la vía

Fredy Herrera es un bogotano quien lleva 30 años como transportador. Él aprendió este oficio acompañando a su papá que tenía un camión Dodge 600. Ahora tiene su propia tractomula en la que transporta maquinaria industrial, repuestos, mercancía y alimentos en grandes contenedores.

La rutina de este conductor de tractomula comienza a las tres y media de la mañana para emprender largos viajes. A veces, cuando llega a su destino le toca esperar para descargar hasta un día. Esto lo perjudica porque ese tiempo lo puede dedicar para descansar o a para hacerle mantenimiento al vehículo.

Cuando sale de Bogotá a Cartagena, por ejemplo, Freddy acostumbra a desayunar a las 9 de la mañana, antes de llegar a Puerto Araujo (Santander). Ahí descansa un poco y hace estiramientos y revisa las llantas. Hay camioneros que desayunan más tarde para ahorrarse el desayuno y pedir un gran almuerzo “con volumen” como dicen en la jerga camionera.

Como amuleto, Herrera lleva colgada en el espejo de su tractomula la estampa del Divino Niño y la de San Miguel. También lleva una réplica de una hamaca en miniatura que le regalaron en Buga (Valle del Cauca).

Hay otros conductores que guardan el primer zapato de sus hijos o de sus nietos que cuelgan en el espejo, pero eso se acostumbra más en los buses y colectivos.

Además de enfrentar los micro sueños y las largas horas de trabajo, estos conductores en algunas ocasiones deben pasar en carretera fechas especiales como el 24 y 31 de diciembre, porque están viajando o porque sus camiones sufrieron averías mecánica. Afortunadamente, con el celular ya pueden comunicarse con sus familiares y tienen la compañía de la radio.

La mayoría de conductores sufren mucho de los ojos, gastritis, dolores lumbares y problemas de circulación. Sin embargo para Freddy hay viajes agradables como cuando llega a Cartagena y no puede cargar, entonces aprovecha y se va a la playa.

Otra recompensa son los hermosos paisajes por donde pasa con su tractomula: Boyacá, los Santanderes, Cauca, el Magdalena Medio y los Llanos Orientales, entre otros.

En esos grandes recorridos la radio juega un papel muy importante para Freddy: “La radio es una gran compañía porque uno se entera de muchas cosas. Yo recuerdo que cuando viajaba con mi papá escuchamos lo de la avalancha de Armero y también cuando mataron a Jaime Garzón. También recuerdo que mi papa tenía un pasacintas y eso era un problema cuando se enredaba la cinta. Ahora tengo un moderno radio con Bluetooth y Wifi”, comenta Freddy.

Una dial para canarios que ‘ruedan’

Álvaro Mayorga Suarez, es otro conductor de servicio público que lleva 17 años manejando taxi en Bogotá. Aprendió a conducir desde joven porque su papá tenía maquinaria pesada: retroexcavadoras y volquetas.

Álvaro trabaja de lunes a viernes de 6 de la mañana a 8 de la noche. El sábado y domingo labora de 10 de la mañana a 8 de la noche. Asegura que sus dos nietas lo tienen ‘encluecado’, y ahora decidió trabajar solo dos domingos al mes para dedicarle tiempo a la familia.

Como muchos de sus colegas, Álvaro también le tiene nombre a su taxi, lo llama “El canario” por lo amarillo. Llevó su carro a Bojacá (Cundinamarca) para bendecirlo, “así uno se siente más protegido”, comenta.

Esta es una costumbre que tiene muchos transportadores, incluso también conductores de carros particulares. Llevan sus vehículos a Bojacá para que el padre que esté de turno los bendiga en un gran parqueadero. A cambio la iglesia recibe las donaciones que los conductores quieran aportar.

Para Álvaro, la radio musical es una parte importante de su trabajo: “Los locutores y los periodistas están muy bien capacitados. A mí me gusta la salsa y pongo programas de salsa. A veces se suben personas y me piden que suba el volumen. Cuando uno mira por el espejo retrovisor, a un señor veterano, igual a mí, escuchando La Sonora Matancera y verlo mover los brazos y cantar, es algo emocionante porque el pasajero va cómodo y el viaje es agradable”, comenta Mayorga.

Enfrentado el sueño con una señal

Cesar Velandia es un conductor de flota que cuenta muy orgulloso que nació en Sogamoso (Boyacá) la ciudad del sol y del acero. Lleva 10 años manejando flota. Comenzó en una pequeña empresa de transporte en su pueblo natal y de ahí fue ascendiendo hasta llegar a una empresa más grande.

Las rutas que cubre Velandia con la flota que conduce son: Yopal, Tame, Arauca, Sogamoso, Duitama y Tunja. Ahora con el cierre a la vía del Llano se ha incrementado esta ruta por Sogamoso para poder llegar a la capital del departamento del Meta.

También como la mayoría de conductores es un ferviente seguidor de la Virgen del Carmen. Cuando va a iniciar un viaje “se encomienda” a la virgen y le pone una veladora en el gran altar que tiene la agencia en donde trabaja.

Cesar antes trabajaba en una gran empresa de transporte terrestre en donde le tocaba viajar a Ipiales (Nariño), Cali y Medellín. Tuvo que renunciar porque solo podía ver a su familia cada dos meses. Ahora está muy contento porque puede ver a su esposa y a su hija cada dos días, porque la empresa donde trabaja queda en Sogamoso, ciudad en donde vive.

Para Cesar Velandia la radio es “una gran compañía porque la musiquita lo mantiene a uno despierto. Uno puede enterarse de noticias, de los accidentes, de los trancones y escuchar diferentes programas”.

Los transportadores juegan un papel muy importante en la economía del país. Hay muchos conductores que duran incluso meses sin ver a sus seres queridos, porque deben cubrir grandes trayectos. Por eso muchos concuerdan en que no quisieran que sus hijos tomaran este ofico.

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