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Los campesinos del mar

Desde Radio Nacional de Colombia, contamos las historias de aquellos que trabajan la tierra, el mar y potencian sus recursos, llevando sus saberes de generación en generación.

A orillas del mar Caribe se alza un buque pesquero; zarpa de las playas de Santa Verónica rumbo a su faena de pesca que durará varios días. Un país marítimo pero poco aprovechado, así define a Colombia, Ricardo Eliécer Alba, presidente asociación de pescadores de Santa Verónica en Juan de Acosta.

Él y José Guillem iniciaron hace varios años Asovespe, un proyecto para capacitar a los pescadores y mejorar la calidad de vida de los habitantes de su comunidad.

En un principio José se dedicaba a la enseñanza de las herramientas de navegación y Ricardo a la organización junto con la capacitación en técnicas y herramientas de pesca moderna.

Nadie pensaba que nosotros fuéramos a lograr el éxito que conseguimos. No cualquiera no puede ir a una comunidad a decirle a un pescador que lo va a enseñar a pescar. ¿Qué podría decir una persona que puede ser mayor que yo?”, cuenta Ricardo Eliecer.

En 2004, ellos realizaron un inventario de las principales necesidades de la comunidad. Observaron que debían organizarse como asociación y de esta manera administrar las roscas de pescadores. Una rosca de pescadores es un grupo de tres, no necesariamente familia, que viven cerca.

Empezamos a enseñarles que había otras formas de pescar sin maltratarse tanto y sin ir en contra de la naturaleza. Nosotros somos todos ecologistas ¡Todos!”, Ricardo Eliecer

La familia del pescador

En Santa Verónica el pescador sale con el vecino, con el que está al lado, con el que está en el camino por donde pasan. Las jornadas de pesca pueden durar varios días, tiempo en que la tripulación se convierte en una familia.



La comida es abundante en altamar, principalmente pescado y mariscos. El pescador se alimenta cinco veces al día debido al alto desgaste de energía que supone cada jornada de pesca.

A veces se lleva pollo pero casi uno nunca le jala al pollo. Esa comida lo llena en el momento pero al momento uno ya tiene hambre… Lo mejor es comerse una comida bien pesada, buena, para poder estar en el agua”, comenta Ricardo Eliecer.

La Pesca

Debido al calentamiento global los pescadores tienen que desplazarse cada vez más lejos para encontrar los bancos de peces. Cuando llueve el mar es más sereno y se vuelve más fácil la tarea de la pesca. En lo corrido del año 2015, en Santa Verónica solo se ha presentado la lluvia en cinco ocasiones.

Por su escaso valor comercial los pescadores de Santa Verónica no pasan su tiempo pescando bagre. En cambio, productos como la langosta, pargo rojo, el mero, la cherna, el marlín y la sierra dan un margen de ganancia mucho mayor.

El costo de una jornada de pesca de tres o cuatro días es de aproximadamente dos millones de pesos luego de sumar el combustible, hielo, carnada, los instrumentos y provisiones para la tripulación.

El Capitán

José Guillem es un capitán retirado de la Armada que desde niño vivió enamorado de las playas de Santa Verónica. Luego de su retiro regresó para ver el mar de otra manera.

El capitán José Guillem comparte su recuerdo y visión de las playas de Santa Verónica:

La academia de la pesca

En Asopesve no solo se definen como ecologistas sino también como investigadores. En asocio con universidades y centros educativos investigan temas como la medusa para la extracción de colágeno y las aplicaciones de las algas marinas.

Con la Universidad Simón Bolívar adelantaron uno de los pocos estudios en Colombia sobre la langosta espinosa. Los pescadores aprendieron cómo pescar, administrar y conservar el producto sin afectar el medio ambiente ni poner en riesgo la existencia de la especie.

Una de las principales herramientas para los pescadores es la ‘nasa hondureña’, una jaula de madera completamente biodegradable, que además de proteger la estructura física del animal, permite la captura de los crustáceos sin alterar el medio ambiente.

Ricardo Alba describe el proceso de pesca de la langosta en Santa Verónica:

Debemos pensar en no solo ser extractores de peces sino también en cultivar en el mar. Nosotros somos de los que creemos en la maricultura, crear peces dentro del mismo mar”, piensa Ricardo Eliecer.

Pescar para vender, el valor agregado

Los habitantes de Santa Verónica se consideran a sí mismos procesadores de pescado. Su deseo es impulsar el cambio de mentalidad sobre la pesca artesanal dándole un valor agregado al producto pesquero.

Precisamente, en el año 2010 se inauguró el primer muelle para botes pesqueros, primer embarcadero de pesca marina que se tiene en el Atlántico.

¿Y qué pasará en 30 años?

Los jóvenes de Santa Verónica tienen dos opciones. La primera es prepararse con la Armada Nacional de Colombia (Con 16-18 años varios ya cuentan con el grado de capitán). El objetivo es que sean la siguiente generación que cultive el mar. La segunda opción son becas otorgadas por el Gobierno en áreas útiles para el crecimiento de la actividad pesquera tales como Contaduría Pública, Medio Ambiente, entre otras.

Los pescadores artesanales son campesinos del mar y poco a poco a través de ellos se va dando a conocer el valor de ese inmenso patio, la frontera de Colombia con el resto del mundo.

Fotos: Alexandre Vernot

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