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Saudí Chavarro, paz en la voz de una excombatiente de las Farc

Saudí Milena Chavarro dejó la guerrilla antes de que se firmaran el Acuerdo de Paz, porque le hacían falta sus cinco hijos.

Por: Olga Viviana Guerrero.

Saudí Milena Chavarro es una de las alumnas estrella de los programas de educación implementados por el Gobierno Nacional para garantizar la enseñanza de los desmovilizados de la guerra colombiana. Al corte del 30 de septiembre en nuestro país 6.009 desmovilizados han ingresado al sistema educativo a través de modelos flexibles de educación.

A Saudi su abuelo siempre le decía que un lápiz pesa menos que una pala, para inculcarle la importancia que tiene la educación en la vida. Y aunque ella lo tenía claro, le costó trabajo vincularse al programa por temor a la estigmatización por ser desmovilizada. Sin embargo, cuando por fin se decidió, su vida dio un giro de 180 grados.

“Ahora que me pongo a pensar, digo ‘Dios mío’. A mí me decían que todo iba a ser mucho mejor pero yo no creía, y ahora me parece que es un sueño. El cambio ha sido total”, cuenta Saudi desde la tranquilidad de la casa donde vive en arriendo en Mocoa con cuatro de sus cinco hijos.

“La educación es clave en el proceso de reincoporación y reinserción, ya que contribuye a la reconstrucción de lazos de confianza, lo que incide en la convivencia y la reconciliación en las comunidades donde nuestra población se encuentra”, declaró Andrés Echeverría, subdirector territorial de la Agencia de Reincorporación y Normalización (ARN), al explicar la importancia que tienen estos programas en el proceso de reintegración de los excombatientes, quienes se enfrentan a retos diferentes de los que tenían cuando militaban en la guerrilla.

Y nadie como Saudi, quien se convirtió en la alumna estrella del programa Arando la Educación, para ilustrar esa afirmación: el año pasado izó bandera y hasta se ganó una medalla por ser buena estudiante y ya está a punto de graduarse.

Sus hijos de 17, 15, 13 y 11 años también van a la escuela de la zona y ahora que están confinados por la pandemia, toman sus clases a través del computador que les prestaron en la institución. La mayor de todos tiene 19 años, vive en Bogotá y mientras trabaja estudia una licenciatura en inglés. Saudi se siente muy orgullosa de ellos y todos los días les recalca la importancia de la educación, porque sabe que lo necesitarán más adelante.

De todo lo aprendido, Saudí se puso también en la tarea de montar un emprendimiento, después de dar muchas vueltas buscando una manera de sostener a su numerosa familia, lo que no se facilitaba siendo madre soltera. Así que se hizo al beneficio económico que otorga el Gobierno Nacional a los desmovilizados, para sacar adelante sus proyectos productivos. Ella es una de las 1.343 mujeres excombatientes que ya está en proceso de sostenibilidad económica y la suya es una de las 518 iniciativas que ha recibido el beneficio, según los datos de la ARN, a corte de noviembre de 2020.

Echavarría bien lo explicó argumentando que estos beneficios “contribuyen a la reincorporación integral de los desmovilizados a través de acceso a recursos y mecanismos que buscan garantizar su sostenibilidad económica”.

Por la pandemia Saudí no pudo organizar el restaurante que se había soñado, pero con los ocho millones del beneficio otorgado por el Gobierno Nacional, compró un carrito de salchipapas, un asador para hacer arepas, y otros utensilios, con los que ahora prepara arepas con queso, papas rellenas, empanadas y chorizos para vender a los comensales que ya son fieles a su negocio. Además, los yogures que aprendió a hacer en un curso del Sena ya son famosos en los alrededores, y ella los promociona a través de su Whatsapp, todas las mañanas anunciando los sabores del día.

Atrás quedaron para Saudí y su familia esos años de incertidumbre, cuando no podían verse ni encontrarse porque ella estaba en la guerra. Con lo que trabaja le alcanza, “sacando de aquí y de allá”, para costear lo que necesitan ella y sus hijos. “Después de la guerra, sí hay vida”, dice.

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