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Barranquilla +20, la iniciativa para proteger la ciénaga de Mallorquín

La Fundación Barranquilla +20 encabeza un proyecto que vincula a niños y adultos en el cuidado de la Ciénaga de Mallorquín y Bocas de Ceniza.
Foto: Colprensa.
José David Oquendo

En este rincón de Barranquilla huele a sal y mangle. La proximidad de Bocas de Ceniza, donde el mar y el río se funden, impregna el aire con ese tufillo particular a unos cuantos kilómetros de distancia, aquí, en el ribereño barrio Las Flores.

No basta con nacer en una ciudad bañada por el mar y el río para dimensionar la importancia de ese privilegio, hace falta cultivar el conocimiento para entender que el reverso de aquello es el compromiso de cuidar pensando en las generaciones siguientes. Esta es una de las consignas de la Fundación Barranquilla +20, liderada por la joven activista Xiomara Acevedo, especialista en cambio climático, ciudades y liderazgo, quien ha decidido unir a niños y adultos en el propósito de cuidar el entorno natural.

“El propósito de Barranquilla+20 es educar y empoderar a la sociedad civil, especialmente a los jóvenes y a los niños, para construir territorios sostenibles, para que podamos abogar por tres temas claves para el mundo: uno, la protección de la biodiversidad; dos, la acción climática y tres, la gobernanza y la gestión del agua”, asegura Xiomara.

Uno de los radios de acción es la importancia del agua. En Barranquilla +20 consideran que en la ciudad hace falta elevar el debate y hallar fórmulas para que esta llegue en buen estado a todos. Aseguran que dentro de poco los valores de la escala social se invertirán para dejar en la cima a las ciudades que mejor aprovechen sus recursos naturales.

Para Xiomara, los barranquilleros son privilegiados porque “tenemos una posición biogeográfica en la cual estamos rodeados de agua, pero también es una realidad que mucha de esta no se encuentra en condiciones óptimas de calidad”. En ese sentido -agrega-, “hay expresiones como la deforestación, la contaminación, que también afectan tanto su calidad como los servicios ecosistémicos que nos brindan la mayoría de los cuerpos de agua”.

De allí que el trabajo con las comunidades sea el método más idóneo para unir voluntades. Por medio de actividades lúdicas, todos aprenden que, si desaparece la Ciénaga de Mallorquín debido a la contaminación, la naturaleza no dará otra para ponerla en su lugar.

“Nos interesa mucho fortalecer ese encuentro que hay entre el río y el mar. Que los niños, las niñas y adolescentes puedan reconocer la importancia biológica, ecosistémica, social que existe allí”, asegura Xiomara.

La joven líder explica que los niños de la comunidad que se han sumado a la causa ambientalista “son muy abanderados de la protección de ese lugar, saben que deben desligarse de toda esta generación de residuos sólidos que abundan en los manglares que están allí”.

Barranquilla +20 está integrada por jóvenes que se han propuesto dar lugar al despertar en una ciudad. Para este colectivo el cambio climático es ya una realidad y, a pesar de la magnitud del problema, cada uno puede aportar una solución. Así, con sus mensajes contundentes, planean lograr el objetivo.

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