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Ordeñar, una conexión de agradecimiento

A Miriam son muchas las labores en su finca las que le apasionan, pero madrugar a ordeñar es lo que más disfruta.

Por: Gloria Elizabeth Morad.

“Nosotros los campesinos somos los responsables de la seguridad alimentaria de los colombianos y nos sentimos orgullosos de eso”, estas son las palabras de doña Miriam Bohorquez, esposa, madre y trabajadora del campo. Como ella, el sector campesino nunca guardó cuarentenas y trabajó para no dejar morir de hambre a todo un país en medio de la pandemia.

De eso se siente muy satisfecha, sus palabras dejan ver esa alma noble y bella que caracteriza a los campesinos, quienes tienen la fortuna de levantarse todos los días y sentir el aire puro, el aroma del carbón, el verde de las plantas, el color de las flores, el canto de los pájaros, el agua de la quebrada y el gallo madrugador; tanta riqueza sin pagar un solo centavo, ella sí sabe lo afortunada que es y lo recalca.

Por eso doña Miriam es tan feliz en su finca la Libertad, ubicada en la Vereda Bojirque del municipio de Ventaquemada, Boyacá.

A las cuatro de la madrugada ya se está tomando su primer ‘tintico’ para salir al ordeño, una labor que aprendió desde niña de la mano de sus padres y sus abuelos, viendo y practicando, como la mayoría de las cosas que se aprenden en el campo.

Con el cielo todavía oscuro y un frío que se cala hasta los huesos, sale de la casa y camina hasta el sitio del ordeño. Allí la esperan Muñeca, Princesa, Rubí, Esmeralda o Perlita “las vacas se acostumbran rápidamente a uno, a mi voz, a mi olor y a mis manos. Yo también las identifico, cada una de ellas es única”, firma.

Graciela Chávez, medica veterinaria, explica en el programa El Campo en la Radio de Radio Nacional de Colombia, que estos animales son rutinarios con el lugar, con las personas y con las cosas. “Por esto hay que ser muy cuidadosos, algunos cambios por más mínimos que parezcan podrían afectar su conducta”, afirma.

Por eso Miriam prefiere tenerles su rutina diaria “yo las saludo y luego las ‘maneo’. Manear la vaca quiere decir atarle la paticas, amarrarla, luego les lavo los pezones, masajeo suavemente la ubre, antes de eso ya me he lavado las manos y he organizado el sitio del ordeño”.

Según Graciela Chaves lo más importante del ordeño es tener en cuenta las buenas prácticas que incluyen fundamentalmente, el bienestar animal. “La armada del ordeño debe ser en un ambiente favorable porque así se libera la oxitocina que es la hormona del ordeño y para ello se debe estimular el animal correctamente.

Foto: Cortesía.

El cuidado de las glándulas mamarias también es muy importante y de eso depende que haya una gran producción lechera o que haya casos de mastitis, que es lo que representa la mayor pérdida en las fincas lecheras.

Eso lo sabe muy bien doña Miriam, por eso cuida muy bien los pezones y las ubres y está atenta a dejar el calostro para los becerros, que es lo que les da la inmunidad para la primera etapa de su vida y es para lo único que sirve.

También aprendió que las vacas se acostumbran a la música pues están más tranquilas y se desestresan. Para los científicos de la Universidad de Leicesterla en Inglaterra, melodías suaves como la Sinfonía Pastoral de Beethoven y la canción Puente sobre Aguas Turbulentas, fueron grandes éxitos en productividad lechera. Doña Mirian no conoce esas melodías, pero le funciona la música romántica y el vallenato.

No las ordeña a la carrera, se toma su tiempo, sabe que a las 5:55 a.m. llega el camión a recoger la leche y que debe tener lista en las cantinas de aluminio. “Es una conexión de agradecimiento porque yo cuido el animal y el me agradece con su leche, las dos sobrevivimos gracias a ese intercambio”.

A Miriam son muchas las labores en su finca las que le apasionan, pero madrugar a ordeñar es lo que más disfruta. Todos los días a las cinco de la mañana y a las dos de la tarde no pierde su cita con sus vacas, que la conocen y la esperan. “Mis vacas son mi proyecto de vida, me producen paz y armonía”.

Aunque el sector lechero da pasos importantes en el ordeño mecánico, para doña Miriam nada se compara lo que significa el ordeño manual. “Mis vaquitas me hacen sentir que no estoy sola me dan felicidad porque son bendiciones recibidas que es lo que también quiero para mis hijos”, asegura.

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