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El legado de la Abuela Bárbara: un café con historia y aroma a memoria en Tolima

Luis Mauricio Cacais dejó atrás su carrera como gerente financiero para rendir homenaje a sus raíces campesinas y a la mujer que le enseñó el verdadero valor del café: su abuela.
Jhon Camilo Fajardo Cabrera

Criado en una vereda de Chaparral, Tolima, Luis Mauricio Cacais recuerda con nostalgia los días entre cafetales, los juegos con sus primos en las lomas y el aroma del café que su abuela Bárbara tostaba artesanalmente sobre el fogón de leña. 

Ese olor, que parecía haberse perdido en los años de ciudad, fue el que lo hizo volver.

Ya adulto y formado como administrador financiero, ocupó cargos de gerencia en entidades bancarias. Sin embargo, algo le faltaba. 

“Yo no sabía que tenía esa pasión por el café”, reconoce. La chispa se encendió durante un diplomado en turismo rural, donde le sugirieron transformar su materia prima en un producto con valor agregado. 

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“Cuando terminé la escuela, mi papá decidió sacarnos de la finca porque la guerrilla estaba muy fuerte en ese tiempo. Solo volvíamos de vacaciones, y eso me marcó para siempre”, Luis Mauricio Cacais

Así nació Abuela Bárbara, un emprendimiento familiar que honra no solo el legado de su familia, sino también el conocimiento ancestral del café colombiano.

“La abuela lo trillaba en un pilón, como el del maíz, y luego lo tostaba en una callana sobre el fogón. Tenía el punto exacto”, rememora con una sonrisa. 

“Y cuando lo molíamos, siempre había un primo que metía unos granos de más y nos tocaba volver a desbaratar el molino manual.”

Hoy, Luis Mauricio recorre el país enseñando a otros campesinos métodos como el chemex, la prensa francesa o el V60. 

Pero más allá de la técnica, su mensaje es claro: “La mayor ganancia está en transformar el café, no solo en venderlo en grano”.

Cuando vuelve a su finca, se siente pleno. Allí, entre montañas y recuerdos, el amor inagotable de su abuela lo sigue acompañando en cada taza.

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