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Desde Leguízamo, 'Mujeres Guardianas del Agua’ rescatan las aves del Putumayo

Veinte indígenas del municipio de Leguízamo luchan por el retorno de las garzas, guacamayas y loros coronados que abandonaron su hábitat por la deforestación.
´Mujeres Guardianas del Agua’ rescatan las aves del Putumayo
Juan Miguel Narváez Eraso
Juan Miguel Narváez Eraso

La permanente tala de bosque amazónico que se registra en 20 veredas del municipio de Leguízamo impulsó a 20 mujeres indígenas del bajo Putumayo a emprender acciones para cuidar los bosques que albergan a por lo menos 50 de las más de 500 especies de aves que, según integrantes de la fundación comunitaria y ambiental ‘Mujeres Guardianas del Agua’ habitan en la zona.

Luz Mery García, líder social y ambientalista del trapecio Amazónico, aseguró que recientes estudios revelados a las autoridades ambientales, demostraron que entre el 2018 y el 2021 la ganadería extensiva arrasó con más de 5.000 hectáreas de bosque nativo. 

Por año, demostraron que se estaría destruyendo alrededor de 1.300 hectáreas de bosque que hace parte de los ecosistemas en los que en su mayoría habitan las aves.  

Mujeres guardianas del agua
Luz Mery Narváez, Katherine Ángel y María Biguidima hacen parte de los procesos de conservación ambiental en Leguízamo, Putumayo. Foto: Juan Miguel Narváez Eraso.

“Es por ello que en los últimos cuatro años, en los sitios conocidos como Mecaya, Sencella, Yurilla y Lagartococha se dejaron de observar a las encantadoras garzas blancas y bocachiqueras. Lo mismo está sucediendo con el Martín Pescador y las guacamayas, de las que a propósito muy poco se sabe de ellas”, expresó al recordar que Leguízamo es el segundo municipio del departamento del Putumayo en donde la deforestación se expande sin piedad.


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Frente a esos irreparables hechos que están llevando al exterminio de la fauna silvestre expresó que a futuro estaría en riesgo la alimentación no solo de humanidad, sino de mamíferos y primates, al asegurar que las garzas y 45 especies más de aves de las que hasta ahora se desconoce su paradero, son valiosas diseminadoras de semillas.

Sensibilización social

Katherine Ángel, docente de la universidad de la Amazonía, quien en Puerto Leguízamo lidera ese proceso de conservación ambiental precisó que en las capacitaciones dictadas a las ´Mujeres Guardianas del Agua’, ellas expresaron con preocupación la desaparición de aquellas especies arbóreas. 

“Tienen mucha razón al lamentar la pérdida de esos animalitos que son parte indispensable de las cadenas biológicas. Los trabajos comunitarios que emprenden son muy valiosos porque a través de ellos sensibilizan a la comunidad, promueven la reforestación y el respeto a la fauna”, manifestó.   

Mujeres guardianas del agua
La tala de los arboles está llevando a la desaparición de cinco especies de aves que solían pernoctan a orillas del río Putumayo. Foto: Juan Miguel Narváez Eraso.

Por ello aseguró que es importante el papel que desempeñan las mujeres en el desarrollo de aquellos procesos ambientales que ayudarán a reducir la variabilidad climática que estamos afrontando. 

Teniendo en cuenta que el planeta tierra es la única casa que tenemos, afirmó que los pueblos indígenas como el Murui Muina están incluyendo a los niños y a las niñas en el cuidado de los bosques y de otros recursos naturales que están en peligro. 


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“Si la Amazonía como referente ambiental para Colombia y el mundo desaparece, es mejor no pensar lo que vendría para la sociedad. Todo el mundo habla de calentamiento global y sus negativos efectos, pero nadie hace nada por reducirlo y esa indiferencia es la que está llevando a la acelerada extinción de algunas aves silvestres”, dijo la lideresa indígena de la comunidad 'La Samaritana', María Biguidima. 

“Cero avistamientos”

“Hasta el 2017 era hermoso levantar la mirada, escuchar los cantos y observar la cantidad de garzas, loros y guacamayas que pintaban de colores el cielo. Ahora todo es lúgubre porque se están acabando los árboles y con ellos los avistamientos de las aves”, expresó la líder indígena.

Recordó que en las orillas de los ríos Caquetá y Putumayo era permanente la presencia de loros coronados, los cuales al amanecer y al atardecer ofrecían inolvidables sinfonías. 


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“Cada vez que nos internamos en la selva es triste sentir que algo le falta a la madre naturaleza. Causa dolor mirar que los bosques se convirtieron en establos para ganado y que los árboles que un día sirvieron de albergue a los pájaros, hoy hagan parte de las estructuras que encierran a los hatos”, dijo.

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