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Artesanías de Putumayo, símbolos de paz y unión en el extranjero

‘Las Lágrimas de San Pedro’, las escamas del Pirarucú y las fibras naturales de yanchama y chambira se convierten en joyas que enamoran en el extranjero.
Artesanías de Colombia
La habilidad en las artesanas leguizameñas permite también transformar los totumos y cocos en alcancías y porta lapiceros
Juan Miguel Narváez Eraso

“Pese al actual conflicto bélico internacional que tiene en vilo a la humanidad, las bellas artes se constituyen en símbolo de unidad y, desde luego, en insignia de la paz, porque unen pueblos y traspasan fronteras, por eso en Rusia encantan las artesanías nativas que se elaboran en los tradicionales talleres de Puerto Leguízamo, al sur de mi querido Putumayo”, expresó Aminta Meza, reconocida gestora cultural de la Amazonía colombiana quien desde hace 8 años se dedica a la transformación de las escamas de pescado, semillas y fibras naturales de yanchama y chambira.

Para que las escamas del Pirarucú conserven la firmeza, el color y la forma que la artesana desea obtener para los collares, manillas, llaveros y otros elementos de uso personal, asegura que sigue un riguroso proceso de preparación que tarde entre cinco y siete días.

“Con el fin de que las escamas del amazónico pescado que generalmente miden entre 8 y 10 centímetros de diámetro conserven el brillo y textura, se lavan cuidadosamente con agua y jabón. Una vez pierden el exceso de humedad, se lijan y se retiran las impurezas y desperfectos, para proceder a la decoración con motivos alusivos al delfín rosado y a la ceiba, entre otros”, afirmó.

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Maricela López, otra leguizameña que a partir de las ‘Lágrimas de San Pedro’ elabora collares y pulseras.

Arte, color y paz

Destacó que, así como una científica holandesa que en el marco de sus investigaciones académicas visita con frecuencia la Amazonía colombiana y se muestra extasiada por las artesanías del bajo Putumayo, asegura que una allegada suya que hace varios años reside en Rusia, encanta con los collares, pulseras y otros artículos de bisutería que, a partir de la naturaleza, se elaboran en el bajo Putumayo.

Además, sostiene que en esa, la más extensa nación del planeta, sus artesanales joyas gustan mucho entre las mujeres ejecutivas y universitarias de Moscú. Para ella, la venta informal de sus productos es el inicio de una buena oportunidad que a futuro le puede abrir la puerta al comercio internacional, por eso espera que muy pronto termine el conflicto entre Rusia y Ucrania.

“Las escamas del Pirarucú se pintan con tinturas naturales obtenidas a partir del achiote, azafrán, café y remolacha. Cuando obtienen las tonalidades deseadas, se elaboran los collares, los cuales suelen decorarse con las tradicionales Lágrimas de San Pedro, resistentes, azuladas y nativas semillas amazónicas que le dan un toque de fineza a la bisutería, gustan mucho a las mujeres rusas, ojalá cesen pronto las hostilidades entre Rusia y Ucrania para contribuir desde Puerto Leguízamo a la sostenibilidad de la paz a partir de las bellas artes”, expresó.

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En su taller artístico Berakah, Aminta Meza encanta con sus productos de bisutería nativa.

“Bondades de la madre naturaleza”

Para muchos artesanos del bajo Putumayo la magia y las bondades de la madre naturaleza no tienen límites y por eso aprovechan al máximo todas las semillas silvestres y frutos tropicales, entre otras especies de la flora que desde hace más de un siglo identifican al ensoñador Puerto Leguízamo, ‘Paraíso Exótico de la Amazonia Colombiana’.

“Una de las semillas de larga duración son las tradicionales Lágrimas de San Pedro, con las cuales se elaboran los más lindos collares y pulseras que encantan a los estadounidenses, alemanes y mexicanos que anualmente tienen la oportunidad de visitar a este encantador edén que limita con Ecuador y Perú”, expresó con una contagiante sonrisa sla maestra de las bellas artes Maricela López, quien junto a la gestora cultural Aminta Meza; contagian al mundo de creatividad y color.

El brillo, firmeza y forma de dichas semillas permiten a la gestora cultural crear novedosos artículos de uso personal en los que se impone el azul del celeste firmamento que en el triángulo amazónico cubre a Colombia, Ecuador y Perú, el verde del parque Nacional Natural La Paya y los dorados atardeceres a las orillas del imponente río Putumayo.

“Lágrimas de San Pedro, ojos de buey y el chocho son semillas de frutos silvestres que nunca me faltan, porque cada vez que las necesito para decorar las camándulas me dirijo al solar del taller de bellas artes donde reposan diversas plantas. Me encantan esas semillas porque no requieren tintura, por ejemplo, las conocidas Lagrimas de San Pedro tienen una azulada tonalidad metalizada, mientas que los ojos de buey tienen en el centro una mancha negra y los bordes son circundados por un rojo matiz”, explicó.

Para Maricela López y Aminta Meza, su principal objetivo es posicionar internacionalmente al departamento del Putumayo a través de la bisutería nativa. Todos sus artículos, incluidos las alcancías y porta lapiceros, elaboradas a partir de los totumos y cocos, tienen su génesis en Berakah, taller artístico de Puerto Leguízamo en el que según las artesanas, su nombre en terminología griega significa ‘bendecido’.

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