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Datos curiosos sobre la vida de Van Gogh que tal vez no conocías

En realidad, Van Gogh no encajaba en la sociedad de su tiempo. Además, no lo acompañó la suerte.
Van Gogh: datos curiosos sobre su vida
Foto: Pixabay
Ana María Lara

Las exposiciones de las pinturas de Vincent van Gogh (1853-1890), en cualquier ciudad del mundo, siempre atraen un nutrido público, como si hubiera una conexión especial con el artista, por los temas, los colores o la luz. Sin embargo, como muchos grandes artistas, siempre vivió en la pobreza y vendió muy pocos de los más de 800 cuadros que pintó en su corta vida. Murió a los 37 años. Hoy las pinturas de Van Gogh se venden en decenas de millones de dólares.

Nacido en los Países Bajos, con un padre pastor protestante y una madre hija de un encuadernador de libros, que llevaba a sus hijos al campo para que hicieran dibujos de la naturaleza, Van Gogh carga desde pequeño con la muerte de su hermano al nacer, que se iba a llamar Vincent.

La infancia disciplinada por el calvinismo de su padre, sumada a una vida en internados, dejan entrever que Vincent no es un niño alegre. A los 16 años empieza su vida laboral como ayudante de ventas en una galería de arte de su tío, y aprovecha esta ocupación para leer mucho y recorrer museos. Nace así su vocación de pintor.

Estamos en la segunda mitad del siglo XIX; el impresionismo es la nueva escuela dominante, pero Van Gogh, sin desconocerlo irá al encuentro de otras tendencias hasta tener un estilo propio, nutrido también de expresionismo, puntillismo y pintura japonesa.


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En su trasegar entre los Países Bajos, Bélgica y Francia, donde vivió en París, en Arles, inspiradora ciudad de la Provenza y, finalmente, en el pueblito de Auvers-sur-Oise donde presuntamente se suicidó el 29 de julio de 1890 -pues teorías recientes basadas en cartas sugieren que un joven le disparó en un homicidio imprudente-, Van Gogh aprendió de otros pintores, conoció la miseria de los trabajadores, especialmente los mineros, a quienes retrató en sus primeros cuadros, de tonos oscuros, negro, gris, marrón.

Este encuentro con la condición de los mineros lo llevó a profundizar en su segunda vocación, la de predicador del Evangelio. Había intentado emprender estudios de teología pero no fue admitido, esencialmente porque no dominaba el latín, aunque hablara tres idiomas. Esto no le impidió ir a predicar entre los pobres cuya vida compartió, llegando a dejar su alojamiento a unos de ellos y dormir en el suelo en una choza.

Van Gogh siempre mostró solidaridad con los desvalidos, por quienes sentía empatía. Pero tuvo que enfrentarse con sus demonios interiores, que además de dolencias como la epilepsia, la sífilis y otros males causados por su deficiente alimentación, el exceso de alcohol y la absorción de pintura, podían ser esquizofrenia o bipolaridad.

En realidad, Van Gogh no encajaba en la sociedad de su tiempo. Además, no lo acompañó la suerte: las mujeres de las que se enamoró no le correspondieron y sus relaciones con el otro sexo fueron con modelos que eran también prostitutas, a las que ayudó, pero no le agradecieron. Trabajó como ayudante de galería de arte, pero nunca pudo conseguir (ni con sus hermosas pinturas) ingresos para sobrevivir.

Fue su hermano menor Théo, quien a lo largo de su vida lo apoyó económicamente con mesadas mensuales, pero también fue su confidente y consejero como lo muestra su incesante correspondencia epistolar consignada en el libro ‘Cartas a Theo’.

Pero Van Gogh sobrellevó sus desgracias y sus dolencias a través de la pintura. Decía que no era solamente una terapia sino la vida misma, por eso se dedicó con fervor y también, curiosamente, con mucha disciplina.

Con su llegada a París, se inicia una nueva etapa: conoce a Toulouse-Lautrec, Gauguin, Monet y Renoir, entre otros, y se interesa en el trabajo del color que desarrollará de modo espléndido cuando se traslada a la ciudad de Arles, en el sur de Francia, en la Provenza, zona con una naturaleza exuberante. Allí, pintó la mayor parte de sus cuadros

Sus temas recurrentes fueron retratos de gente simple, artesanos, y autorretratos, como el que pintó después de cortarse la oreja izquierda, a raíz de una pelea con Paul Gauguin, quien se había ido a acompañarlo a Arles para fundar una casa de pintores cuyo nombre sería La Casa Amarilla; esta no se concretó. Van Gogh también pintó magníficos cuadros de la naturaleza y de flores como los girasoles.

Pero allí en Arles, también, en 1889, Van Gogh se internó voluntariamente en un hospital psiquiátrico, donde su hermano le había conseguido una alcoba y un estudio, y además le permitían salir a los jardines para pintar. En esta reclusión, pintó entre otros su famosa ‘Noche estrellada’ donde la ciudad está alumbrada por la luz eléctrica mientras que la constelación colorida de la Osa Mayor ilumina el río.

Solía pintar al aire libre de noche, con velas en su sombrero y en el caballete. También pintó cuadros de temas religiosos, como la ‘Resurrección de Lázaro’, ‘Cristo muerto en brazos de su madre’, ‘El buen samaritano’; todos esos son probablemente los menos conocidos.

De Arles se trasladó en 1890 al pueblito de Auvers-sus-Oise, donde vivía un médico amigo aficionado a la pintura. Van Gogh expone en Bruselas en el Salón de los Independientes, pero ya fueron los últimos días del artista, que empezaba a ser reconocido pero ya no tenía fuerzas para vivir y, finalmente, se disparó en el abdomen el 29 de julio 1890.

Su cuñada, la esposa de Theo, quien sobrevivió a su hermano apenas seis meses, fue quien se encargó de recuperar y organizar sus cuadros para que los podamos admirar hoy en los más importantes museos del mundo.

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