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Protesta social: ¿por qué están tumbando las estatuas en Colombia?

Indagamos con tres expertos sobre la necesidad de reescribir la historia tras los derribos de monumentos que se han presentado durante las protestas.
JUAN BARRETO / AFP
Richard Hernández

Derribar estatuas, como ha sucedido recientemente en algunas partes de Colombia, se ha convertido en la manifestación de algunas comunidades indígenas y grupos de jóvenes que buscan repensar la historia de nuestro país. Recientemente la estatua ecuestre de Simón Bolívar, que pesa unas 3 toneladas, tuvo que ser retirada del Monumento de Los Héroes, en Bogotá, por los daños que sufrió con las protestas que se han llevado a cabo en este lugar. Radio Nacional de Colombia indagó sobre el porqué de estos hechos.

“En los últimos tiempos estamos asistiendo a una reescritura de la historia y a una reconfiguración de los lugares de la memoria en el mundo. En las grandes ciudades se yerguen monumentos a ciertos héroes, pero esos héroes no son eternos. Como dice el escritor Fernando Vallejo: “La gloria es una estatua cagada por las palomas”, ya que puede ser tumbada, modificada, bajada de su pedestal y recluida en un museo”, señaló Fabián Sanabria, antropólogo, doctor en Sociología y escritor.

Asimismo, afirmó que estos héroes nada les dicen a los jóvenes, y más cuando esos personajes que tienen estatuas son conquistadores o colonizadores que fueron asesinos en su momento. “Entonces es evidente que tanto los jóvenes como las comunidades indígenas quieren reescribir la historia. Un gobierno atento, a través de su Ministro de Cultura, simplemente bajaría esas estatuas y las metería en un museo, con una nota señalando lo que fueron y lo que ya no son”.

Durante toda la vida de occidente, cientos de miles de estatuas y monumentos han sido reconfigurados y cambiados dependiendo de las condiciones sociales, históricas y culturales del momento y del contexto donde eso ocurre, agregó el antropólogo.

Sanabria indicó que en la sociedad actual colombiana estamos llamados a reescribir y a reconfigurar los lugares de la memoria, y recordó que en el monumento a Los Héroes el expresidente conservador Laureano Gómez (1950-1951) quería rendir un homenaje a los soldados que fueron enviados a la guerra de Corea, haciendo un monumento “fascista”.

AFP

Sin embargo, en 1953, Laureano Gómez intentó volver al cargo que había dejado por cuestiones de salud y fue derrocado por el general Rojas Pinilla (1953-1957), quien contrató al escultor Jaime Vásquez Carrizosa para que rediseñara el monumento dedicado a los héroes de la independencia que es el que está en la actualidad.

“Hoy estamos asistiendo, particularmente con este monumento, a ver que los jóvenes que marchan y protestan son los nuevos héroes de Colombia. Allí deberían figurar todos los jóvenes asesinados durante este paro. En síntesis, lo que de una manera muy facilista se llama vandalismo, es simplemente no reconocer que la memoria es un lugar de negociación, algo sometido al pulso de los acontecimientos históricos”, dijo Sanabria.

¿Por qué los monumentos?

Más allá de si es un acto vandálico o no, surgen muchas preguntas sobre cómo y por qué se erigen estas esculturas y monumentos. Para responder a estos interrogantes consultamos con Alfredo Barón, historiador del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC).

“Las primeras obras ubicadas en espacio público en la ciudad rindieron homenaje a los grandes hombres de la patria: Bolívar, Santander, Mosquera. Luego vinieron los próceres, como a los que hace homenaje el Obelisco a los Mártires. Sin embargo, con el tiempo se dio espacio a otras personalidades: las víctimas de la guerra como Jaime Pardo Leal y Jaime Garzón y a obras de arte plásticas”.

Los monumentos heredados, por lo menos los más famosos, se han implantado por la oficialidad: la Alcaldía, el Gobierno, el Concejo, la Academia de Historia. También por organizaciones privadas como clubes sociales. Se han implantado en ocasiones especiales las cuales pueden ser natalicios, fechas fundacionales o conmemorativas, principalmente el 20 de julio, el 7 de agosto o el 6 de agosto.

El historiador aseguró que la instalación de esculturas como las de Quesada o Belalcázar, corresponden a momentos conmemorativos donde solamente se tuvo en cuenta su papel como fundadores de las ciudades de Bogotá, Cali y Popayán en sus respectivos centenarios. Para esto, según él, no se tuvo en cuenta la conquista a costa de la vida de grupos indígenas. Para cuando se levantaron estos monumentos esto no importaba.

PAOLA MAFLA / AFP

“Los hechos recientes plantean entonces que esto es un vacío y se debe tener en cuenta el papel de los indígenas en la conquista, como víctimas o aliados. La revaluación a los monumentos proviene desde el mismo pueblo con las protestas, y las instituciones están respondiendo a ellas, pues, evidentemente, no se puede ser indiferente a estos reclamos que tienen toda la razón de ser”, dijo Barón.

El experto también indicó que hay muchas esculturas valiosas, pero también muchas que pueden ser objeto de cuestionamiento. No es partidario de retirarlas, sino más bien de poner esculturas que representen a los vencidos y complementen nuestra historia. Para él es evidente que esto hace falta y de esta manera el espacio público de la ciudad se enriquecería.

“Debemos reconocer que nuestra sociedad actual proviene de vencedores y vencidos, y el progreso está en generar una dialéctica con esto, sin generar odios de siglos. Es evidente que se debe dar un espacio a nuestros antepasados indígenas”, puntualizó el historiador.

El 28 de abril, indígenas de la comunidad Misak derribaron en Cali, por segunda ocasión, la estatua del conquistador español y fundador de la capital vallecaucana, Sebastián de Belalcázar. Luego, el 7 de mayo, lo hicieron en Bogotá con la estatua de Gonzalo Jiménez de Quezada, la cual se encontraba ubicada en la Plazoleta del Rosario, en pleno centro de la ciudad.

“Hay una historia hegemónica que está en deuda con la memoria ancestral de los pueblos indígenas. En ese sentido el movimiento de autoridades indígenas del suroccidente, que engloban a nuestro pueblo Misak, a las comunidades Nasa y a las comunidades del Pijao, hemos hecho un juicio histórico a aquellos supuestos conquistadores que no fueron fundadores, sino que satanizaron nuestros espacios sagrados”, aseguró Didier Chirimuscay, líder de la comunidad Misak.

Chirimuscay también afirmó que estas personas a las que se les levantan estatuas llegaron a masacrar, a despojar territorios y a violar a sus ancestros. Además, dice que, gracias a esa herencia, hoy se perpetúa la desigualdad social.

“En este sentido, debemos repensar nuestros espacios, volver a nuestras memorias, ver quiénes somos realmente. Mirar nuestros orígenes y proyectar una dinámica de cambios. Hay que obedecer a la naturaleza, ser más cosmográficos y a la vez democráticos con el aporte de todos, no solamente con los pueblos indígenas, sino también de todos los sectores que hoy viven la coyuntura del paro nacional”, aseguró.

Por eso, hizo un llamado a mirar esa otra historia, las otras memorias y lo que está escondido en ellas. “No solamente somos nosotros los que estamos diciendo que la historia está mal contada. Es también el pueblo colombiano, los jóvenes y las mujeres que hoy salen a las calles a manifestarse. Los derribamientos no son algo novedoso. Hace muchos años tumbaron la estatua de Sadam Husein, aunque eso tenía otro sentido. Lo nuestro es un reconocimiento a la lucha de nuestros ancestros para poder resignificar nuestro origen”, concluyó Chirimuscay.

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