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Mafalda: la niña argentina que desafía a los adultos

Hace cincuenta años, Quino publicó la última tira de Mafalda, dejándola porque temía repetirse. Sin embargo, esta niña argentina ya era un icono y su obra continuó siendo traducida a varios idiomas. Sus ocurrencias políticas fueron adaptadas al cine y se volvió célebre en los cinco continentes.
El legado de Quino y su personaje Mafalda: Un símbolo de resistencia y rebeldía
Foto: Ministerio de Cultura Argentino
Ana Maria Lara Sallenave

Argentina, país de inmigrantes, especialmente europeos, fue una de las naciones con índices de desarrollo similares a los del llamado mundo desarrollado en las primeras décadas del siglo XX. Contaba con notables avances educativos, culturales y políticos. No obstante, pronto se vio envuelta en conflictos militares y sufrió períodos de inestabilidad y represión, hasta que el peronismo llegó al poder en 1946, logrando considerables avances sociales. El peronismo, con sus diversas vertientes de izquierda y derecha, continuó siendo un elemento clave en la política argentina, en la cual la clase media y las clases trabajadoras se encontraban muy politizadas. A partir de la década de los sesenta, la juventud se convirtió en un actor político relevante.

Joaquín Salvador Lavado, conocido como Quino, nació en 1932 en Mendoza y provenía de una familia de republicanos españoles exiliados en Argentina. Estudió Bellas Artes y, a partir de 1950, se dedicó a escribir y dibujar historietas gráficas con un tono irónico pero benevolente de reflexión, mezclando pesimismo con ternura al tratar los problemas del país y del mundo. La burocracia, las guerras y las dictaduras eran algunos de sus temas preferidos, así como la estupidez y el egoísmo. En ocasiones, sus caricaturas se teñían de surrealismo, como cuando dibujó a la policía lanzando pastillas de Valium a los manifestantes. Quino recibió numerosos premios, incluido el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2014. En Buenos Aires, hay una estatua de Mafalda sentada en un banco y un mural de la misma en el metro de la capital. Quino falleció en 2020, y Argentina le rindió un homenaje póstumo.

Mafalda hizo su aparición en el universo de las historietas en 1963 como personaje de una publicidad para lavadoras eléctricas. Aunque dicha publicidad nunca se lanzó, la carrera de la niña fue meteórica una vez que se independizó de ese contexto. Inicialmente publicada en el semanario Primera Plana, Mafalda pronto se hizo presente en el diario El Mundo, donde se publicaba todos los días hasta 1973.


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¿Quién es Mafalda? Es una niña que vive en Buenos Aires con su papá, un empleado de una compañía de seguros, un hombre responsable que cumple con sus deudas aunque lo angustien; su mamá, Raquel, una amable ama de casa que a veces lamenta no haber estudiado piano; y su hermanito Guille. Esta es la típica familia de clase media argentina, con su carrito Citroën de dos caballos y su casa adornada con plantas cuidadas por el papá. Mafalda es inteligente y tiene una gran curiosidad. Lee la prensa y le encanta escuchar a los Beatles y las historias del Pájaro Loco. Sin embargo, odia la sopa. Se plantea preguntas sobre diversos temas, especialmente las guerras, en particular la de Vietnam, la burocracia, las instituciones inútiles, el medio ambiente y la situación de la mujer, así como el obsoleto y disciplinario sistema educativo al que le ha tocado enfrentarse.

Mafalda elabora respuestas sorprendentes y también formula preguntas a los adultos, incluyendo a sus padres y a su maestra en la escuela, que los dejan desconcertados o pensativos, al igual que a los lectores. Tiene un mapamundi al que le unta crema para aliviar su sufrimiento. Cuando sea mayor, desea convertirse en traductora en la ONU para intentar conciliar a los adversarios. ¿No será acaso que esta vida moderna tiene más de moderna que de vida?

Pronto, en la tira cómica, aparecerán los amigos de Mafalda: Manolito, un niño con alma de comerciante, avaro, materialista y ambicioso; Susanita, una gran amiga pero totalmente opuesta a Mafalda, cuyo gran objetivo es casarse con un hombre guapo y rico que muera joven para poder disfrutar de su independencia; y Libertad, una niña pequeña, revolucionaria e incluso anarquista, muy culta y con un padre socialista.

También están Miguelito, un soñador angustiado y centrado en sí mismo, que se hace preguntas insignificantes, y Felipe, el mejor amigo de Mafalda, quien detesta ir a la escuela. Felipe es perezoso y despistado, pero amable, inseguro y soñador. Estos niños representan características psicológicas y valores humanos, y su relación con Mafalda permite comprender muchas contradicciones de la sociedad.

Hoy en día, la lectura de Mafalda sigue cautivando a niños y, sobre todo, a adultos perplejos ante un mundo difícil de entender.

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