En ese entonces muchos medios ingleses dieron a conocer apartes de este libro, en el que se realiza un recuento de los aspectos menos conocidos y algo curiosos en el tema culinario: qué les gustaba comer, qué alimentos les causaban algún malestar a los dictadores, líderes comunistas y grandes figuras políticas del siglo XX.
De Hitler, por ejemplo, se decía que en varias ocasiones comentaba haber comido paloma rellena con nueces, lengua, hígado y pistachos. Según algunos informes también decía que nada se comparaba a una bola de masa de hígado. Se dice que a raíz de sufrir flatulencia crónica decidió ser vegetariano, insistiendo que aquella medida evitaría los problemas estomacales.
Otro curioso gusto en la comida fue del dictador italiano Benito Mussolini, quien decía que uno de los platos que más disfrutaba era una ensalada de ajo crudo picado, aliñada con aceite y limón.
La obsesión del fallecido presidente de Irak Saddam Hussein por la comida era bastante alta, el origen de ella debía ser de los Altos del Golán, una meseta ubicada en la frontera entre Israel, Líbano, Jordania y Siria.
El norcoreano Kim Il Sung disponía de un grupo de personas con una función específica, seleccionar uno por uno los granos de arroz que comía, y queriendo concretar el deseo de prolongar su vida, decidió crear un instituto para que se trabajara en este proyecto.
Otra de las excentricidades era la del político comunista y presidente rumano, Nicolae Ceaușescu, la cual era llevar su propia comida a todos los países que visitaba. Este era un motivo para que los anfitriones con los que se reunía se mostraran algo molestos.
En el libro Dictators' Dinners también se habla del gran número de naranjas que comía el dictador militar africano Idi Amin. Hasta 40 naranjas podía ingerir diariamente, con la idea de que contenían elementos afrodisíacos.
Otra curiosidad es la del dictador portugués Antonio Salazar, quien disfrutaba comiendo sardinas porque, según él, le recordaban a su infancia, cuando tenía que compartir uno de esos pescados con su hermano.
Para Fidel Castro, la comida y la bebida durante mucho tiempo han sido una de sus grandes pasiones. Según el libro, Castro ha gastado mucho dinero en promover empresas para producir queso francés y whisky. Personas cercanas al jefe de la revolución cubana cuentan de su especial debilidad durante sus años más jóvenes era la sopa de tortuga.