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Entre hierbas y rituales: la tradición de los baños herbales para recibir el año nuevo

Esta tradición ancestral es una de las más populares durante las fiesta de fin de año. Sus practicantes buscan ahuyentar las energías negativas y atraer la prosperidad y el bienestar. 
Baños herbales: limpieza y renovación para despedir el año
Pexels
Yaneth Jiménez

En época decembrina de celebraciones plazas de mercado como la Samper Mendoza, la del Restrepo, o la Perseverancia en Bogotá se vuelven en especiales puntos de encuentro para cientos de personas ávidas por conseguir los “atados” de ruda, laurel, eucalipto, albahaca, romero, manzanilla, hierbabuena, limonaria, menta y canela, “el mercado” de hierbas para el ritual de los baños de Año Nuevo. 

Y es que a lo largo de la historia, las hierbas han hecho parte de la humanidad. A ellas se les han atribuido propiedades medicinales, terapéuticas, simbólicas, espirituales y hasta mitológicas, y se les relacionado con rituales de purificación y renovación. Su uso en baños corporales suele tener diferentes propósitos. En algunas culturas o tradiciones se cree que ayudan a limpiar la energía negativa y atraer influencias positivas. 

“Con estos baños lo que hacemos es una especie de purga de todo lo que no nos deja ser ligeros, que no nos deja estar tranquilos. Purgar esos cuerpos que habitan en uno: el cuerpo espiritual, el energético, el emocional, el físico, esos cuerpos que necesitan movimiento, circulación, que necesitan regenerarse. Es también un ejercicio de pausa de todo lo que ha sucedido en el año para parar y renovar energías”, señala Tef Piñeros Ospina, “yerbatera, abogada, bruja, feminista”, fundadora de Yerbateras, colectivo de mujeres dedicado al estudio y experimentación con plantas medicinales y los saberes ancestrales en torno a ellas.  


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Según explica Tef, los baños herbales tienen una larga historia, principalmente en Centro y Suramérica, donde las comunidades indígenas realizaban, por ejemplo, los TUJ, unos baños de vapor que se hacían dentro de un pequeño lugar detrás de la casa, a manera de recurso ritual, higiénico y terapéutico. En México eran comunes los temazcales, una milenaria práctica ancestral y ritual prehispánico, consistente en un baño de vapor para el tratamiento de enfermedades y dolencias crónicas, y de purificación física y espiritual.  


“Estas son prácticas que se han sostenido en el tiempo y han pasado de generación en generación. Yo he tenido la oportunidad de estar en Guatemala, en México, en Nicaragua y en El Salvador, y me he encontrado con yerbateras que realizan estos baños, conservando en gran medida esos saberes ancestrales transmitidos especialmente por las abuelas”, comenta la yerbatera.  

Amargo y dulce 

El ritual consiste en conjugar el poder purificador del agua con las propiedades sagradas y energéticas de las hierbas, y sobre todo con la intención de lo que se quiere. 

“Para ello, se utilizan, primero, hierbas amargas como la ruda, el romero, el laurel, el eucalipto, la ortiga, que lo que hacen es purgarnos, limpiarnos profundamente. Este ejercicio significa un cierre, un limpiar, un sacar, un donar, un reciclar o dar un segundo valor a las cosas, limpiarte internamente y limpiar tu entorno. Pero no es dejar toda la tarea a las hierbas, ellas solo acompañan el proceso de cambio que cada persona decide. Para mí, el ritual implica una toma de decisiones.”, explica Piñeros.


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El proceso, explica Tef, empieza por poner a hervir en agua las hierbas entre 10 y 15 minutos hasta que salgan las sustancias de las plantas. Esta mezcla se deja hasta que esté tibia. El baño se debe hacer de la cabeza a los pies. 

“Este baño comienza en la cabeza para purificar la mente, baja al corazón, y termina por el chakra raíz, que nos va a limpiar las piernas y las plantas de los pies. Siempre manifestando la intención de qué se quiere limpiar: para que me libere del mal genio, de los malos momentos que viví, de las personas que no me hicieron bien, de ciertas actitudes mías, etc”, afirma Piñeros.  

Es importante tener presente no ingerir esa mezcla dado que estas hierbas amargas tienen un cierto nivel de toxicidad no apto para el consumo. Así mismo, es posible que en algunas personas se puedan generar alergias en la piel e irritación. La recomendación de la experta es agregar un poco más de agua fría luego de hervir para disolver la decocción y no quede tan concentrada.


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“Luego de que estamos descargadas, entramos con nuestras hierbitas dulces, que son las que nos vienen a estimular, a endulzar, a relajar, a limpiar y nutrir los puntos energéticos, a brindar esos elementos mágicos que nos conectan con otras dimensiones, con los espíritus, con nuestra divinidad. Esta parte del ritual, para mí, es como un regalo, el regalo de haber pasado por todo el proceso de las amargas, que son bien fuertes y profundas, y llegar a este momento en que recibo los mensajes que me traen estas plantas, donde tengo mi mente despejada, mi corazón despejado, mis órganos despejados”, asegura la yerbatera. 

El ritual inicia similar al anterior, es decir, se ponen a hervir las hierbas dulces- entre las que se encuentran la albahaca, la hierbabuena, la manzanilla, la menta, la canela, el toronjil, el hinojo- se deja enfriar, pero esta vez el baño se realiza de pies a cabeza, intencionado todo lo bueno que se desea para el siguiente año. 

Eso sí se debe tener presente que el ritual completo, de hierbas amargas y dulces, se debe realizar antes de las doce de la noche del 31 de diciembre. 

La sugerencia final es investigar y elegir hierbas que tengan propiedades y significados que resuenen con las intenciones de cada persona, ya que su efectividad dependerá en gran medida de la creencia y la fe personal. 

“Pienso que este tipo de prácticas nos permiten además mantener, preservar y visibilizar toda esa sabiduría ancestral de nuestros abuelos, abuelas y antepasados en torno al gran poder que poseen las plantas”, apunta Tef.  

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