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La manilla de azabache, un emblemático amuleto para proteger a los bebés del ‘mal de ojo’

Esta es una tradición ancestral del pueblo pijao y de comunidades indígenas en otros países que se mantiene en la actualidad y que también es practicada por pobladores del sur del Tolima.
Manilla de azabache: amuleto protección mal de ojo | tradición ancestral
Foto: Cathalina Mora
Angy Lorena Salas

Las manillas y los azabaches para los bebés son un amuleto de protección para el ‘mal de ojo’ y para retirar las malas influencias que les ejercen sobre los bebés. Esto, ya sea para hacerles daño, desquitarse o tomar venganza con los padres, los defiende de las brujas y malas energías, según lo explicado por Nelson Criollo, integrante de la parcialidad indígena del municipio de San Antonio, Tolima.

También dice que a los niños y a las niñas se le pone de manera diferente el azabache; “a las niñas se acostumbra a utilizar la manita roja con azabache negro con hilo rosado, negro y rojo, si quieren se les adicionan las llamadas ‘shakiras’ del mismo color y se ponen en la mano derecha”, explica Criollo.

“Para el caso de los niños, el cordón debe ser azul, negro y rojo, la mano negra y el azabache negro, y se le coloca en la mano izquierda", agrega Nelson, quien también menciona que para conjurarlos se utiliza tabaco y aguardiente, y se hace la petición dependiendo, si es hombre, a San José y si es mujer, a la virgen María.

La edad más adecuada para usar la manilla es de recién nacido a 3, 5 y 7 años que son propicios ojeadas e influencias, de los 7 años en adelante se usan en el cuello para protección, algo que también utilizan mucho los chamanes, curanderos, mohanes y médicos ancestrales, esta es una tradición milenaria y los encuentra en pueblos indígenas mexicanas, ecuatorianas, peruanas, bolivianas, brasileras, venezolanas, colombianas entre otras naciones indígenas del mundo.

Usos en la actualidad

En el sur del Tolima y norte del Huila es muy común ver a los bebés con su manilla de azabache, las mamás todavía siguen esta tradición que, en ocasiones, va de generación en generación, como es el caso de Elizabeth Laguna, quien le colocó a su bebé de 6 días de nacida este amuleto.

Según ella, se debe poner antes del bautizo para proteger a los bebés de las malas energías y el ‘mal de ojo’, dice que su abuela y su mamá acostumbraban a ponerla a sus hijos y cree que el beneficio y efectividad radica “en la fe que uno tiene más que al elemento como tal”.


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Además, asegura que, si tuviese otro hijo, también le pondría el azabache.

Manilla de azabache
Elizabeth aún conserva la manilla que utilizó su hija cuando era una bebé. Foto: Elizabeth Laguna

Valentina Sandoval tiene dos hijos, una niña y un niño, quienes también usaron la manilla hasta los dos años de edad, cuenta que cree fervientemente en este talismán porque en una ocasión estaba con su pequeño y se acercó una mujer a decirle lo lindo que era su hijo, justamente al retirarse, la manilla se reventó de la nada, “al darnos cuenta con mi esposo de esto pudimos, notar que la manilla sí funciona y que probablemente protegió a mi hijo de esta mujer que se despachó en flores con mi bebé y con su mala energía hizo que se dañara la manillita de azabache”

¿Qué es el mal de ojo?

Según la Real Academia de la Lengua Española se trata de un “influjo maléfico que, según se cree supersticiosamente, puede una persona ejercer sobre otra mirándola de cierta manera, y con particularidad sobre los niños”, también se dice entre pobladores que se pueden ‘ojear’ animales, plantas y hasta objetos.

Hace 30 años, según nos cuenta Esperanza Manrique su hija sufrió a costa de una mal de ojo solo tenía unos cuantos días de nacida.

“Era una niña muy bonita y blanca con cabello negro crespo”, narra que un día fue a visitarla una mujer que no se cansaba de admirar la belleza de su pequeña bebé, pero fue hasta que este visitante partió de su casa cuando su hija empezó a llorar de manera incontrolable, cerraba los ojos e inmediatamente los abría gritando, no podía dormir y no soportaba que alguien la tocara directamente, debían ponerla sobre varias cobijas para que estuviese tranquila.

“La niña lloraba muchísimo, era muy frustrante porque no sabíamos qué hacer, tampoco recibía comida, estaba muy mal mi muchachita”, comenta. 

Para esa época llegaba a su casa de visita un chamán de Chocó, quien inmediatamente identificó los síntomas y le dijo que se trataba de un ‘mal de ojo’, así que le hizo comprar unas yerbas y alcohol, preparó unas bebidas con las plantas, hizo un círculo de fuego y realizó un ritual acompañado de unas oraciones que pusieron punto final al maleficio que tenía la niña.

“Mi hija ese día durmió como todo el día y la noche, fue como si al fin hubiese podido descansar, terminó el llanto y empezó a comer, todo gracias a lo que le hizo Hugo, un chamán que por fortuna nos fue a visitar a la casa de mi mamá”, puntualiza, Esperanza.

Cabe resaltar que Esperanza no creía en supersticiones y por eso no le puso la manilla de azabache, mentalidad que cambió después de este episodio.

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