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Henry, la historia de un migrante

Por: Juán Ricardo Pulido Día 10 del Camino del Migrante: El fenómeno del retorno Emprendemos el camino rumbo a la capital vallecaucana. En medio del recorrido nos encontramos con un grupo de venezolanos que representan otro fenómeno de la migración: El retorno.

Por: Juán Ricardo Pulido

Día 10 del Camino del Migrante: El fenómeno del retorno

Emprendemos el camino rumbo a la capital vallecaucana. En medio del recorrido nos encontramos con un grupo de venezolanos que representan otro fenómeno de la migración: El retorno.

Primer encuentro, 4 de octubre en Bochalema

“Vengo a hacer billete”. Eso fue lo primero que me dijo cuando nos cruzamos en carreteras colombianas. Henry Méndez, tiene 19 años de edad. Es albañil, y vino a Colombia con la ilusión de conseguir algunos pesos y poder ayudarle a su familia.

Cuando los vimos por vez primera, estaban en el albergue Samaritan´s Purse en el corregimiento la Donjuana, perteneciente al municipio de Bochalema, en Norte de Santander. En este sector, de la carretera que conduce de Cúcuta a Pamplona, nos encontramos con Alexis, Kelvin, Mario, Jaime, Alejandro, su primo Luis y montón de ganas.

Ingresó al país por la zona que nosotros arrancamos el recorrido. Incluso el mismo día que se dio inicio al especial El Camino del Migrante, Henry empezó a caminar, a pocos metros de nosotros, pero sin saludarnos.

Aquel día vestía una camiseta de fondo negro con estampado de cabezas de un tigre rugiendo. Tenía unos tenis de color blanco con negro, unos jeans en buen estado, una gorra de tonos fuertes, y colgaba de su cuello una cadena de eslabones tupidos. En ese momento calculé que debía medir cerca de 1,65metros de estatura, de aspecto corpulento y noté que tenía espalda ancha; buen semblante, de carácter. En ese primer momento no conversamos mucho, es muy callado.

Segundo encuentro, 9 de octubre en Boquerón

Al principio no lo reconocí. Fue Óscar Romero, líder de la parte audiovisual del proyecto, quien conversó con él y en seguida me llamó. Me acerqué, charlamos un instante y efectivamente, lo recordé. Ya nos conocíamos, habíamos caminado juntos.

Ahora estábamos en el sector conocido como Boquerón, en la Comuna 13, saliendo de la ciudad de Ibagué, y Henry ya había cambiado.

Seguía tan serio y callado como antes, pero ya no me pareció tan corpulento. Un par de días y un par de golpes de la vida, te arrebatan mucho más que tus pertenencias.

Hemos venido escuchando en gran parte del trayecto, entre Tolima, Caldas, y Valle; la referencia a 'Los hinchas'. Es uno más de esos fenómenos que todos conocen, y nadie atiende. Un policía en el sector Boquerón, me dijo; “Ah, esos son los hinchas que están robando venezolanos, no vayan por allá, no es seguro”. Y si no está seguro un periodista colombiano, ¿qué será de un venezolano indocumentado?

Los que llaman 'hinchas', y que cada vez toman mayor fuerza; son grupos de más de cinco personas, a veces hasta cuarenta o sesenta; que se visten con atuendos de equipos de futbol, tienen tatuajes en su cuerpo, que muestran como símbolo de poder, andan armados y se han ensañado contra los venezolanos. Henry, su primo y un amigo del camino, fueron víctimas de ellos.

Su caso no es el único. A diario se escuchan narraciones sobre este tipo de ataques, que agrava enormemente la compleja situación para los paisanos venezolanos.

De acuerdo con información extra-oficial de uno de los puestos de atención de la Cruz Roja Nacional, todas las semanas se reciben venezolanos que han sido atacados con arma blanca por los conocidos como 'hinchas'. Según esta misma fuente, en los últimos meses, los casos han venido en ascenso.

Tercer encuentro, 10 de octubre en Cali

Más que un encuentro, en realidad fue una despedida, fue un último momento.

Junto con Henry, quien aceptó caminar a nuestro lado y sumarse casi al equipo de trabajo de la Radio Nacional de Colombia, teníamos que llegar a la terminal de transportes de la ciudad de Cali. Y allí, en contextos distintos; tuve la misma sensación que 10 días atrás en el puente internacional Simón Bolívar. El afán de agarrar un cliente se convierte en presión para los visitantes, para los pasajeros, y para nosotros un estorbo para una despedida en calma. Nos faltó la pausa y un par de palabras de aliento para él.

Así es el Camino del Migrante. Agreste.

La meta de atravesar el país, llegar a una población, conseguir un trabajo; en algún momento te confronta. Te obliga a continuar con la familia, o tomar la dura decisión de seguir. Una cola, o aventón; no da espera. Si te logras subir en algo para acortar el camino y ahorrar energías; debes hacerlo, aun cuando signifique dejar a un pariente, un amigo, o un medio conocido. Así asumió Henry el Camino del Migrante, solo.

Esta mañana leí su mensaje en Facebook, sigue tan serio como cuando lo conocí, pero ya en algo ha avanzado. Me llamó “amigo”. Henry llegó a Guachené, está con un pedacito de su familia. En un país extraño, con sentimientos encontrados, pero con la ilusión de empezar una nueva vida, en Colombia.

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