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El aporte y legado del maestro Hugo Mantilla a la cultura llanera

Decía Álvaro Coronel Mancipe que Hugo Mantilla no tenía patria chica, porque Hugo nació en un bongo en el río Cravo. ¡Descubre la historia de este maestro de la música llanera!
Historia del maestro Hugo Mantilla: su aporte a la cultura y tradición
Foto cortesía de: Corporación Entre Letras
Isaac Tacha Niño

El maestro Hugo Mantilla nació en Cravo Norte, Arauca, población que limita con nuestro gran Casanare y que con la brisa que viene de oriente recibe los aromas culturales del Apure venezolano, tierra de grandes compositores de música llanera, que arrullaron e influenciaron a Mantilla, quien fuera modelado por las labores propias de la región del caballo, del toro y del corrío.

El maestro fue facultado en las faenas llaneras, rebosantes en su mente y su sentimiento de danza, cantos y copleríos que construyeron todo un acervo que plasma en poemas, canciones, libros, conferencias, cuentos y cachos, sobre cuyas columnas se erige uno de los hombres más prolíficos de la cultura llanera. 

El maestro Hugo y algunos miembros de su familia dejaron la soga y la silla colgadas en la pared del caney en la sabana, para ir a encontrarse con la pluma, la pizarra y el papel en el colegio Custodio García Rovira, en el municipio de Málaga, departamento de Santander del Sur – Colombia, donde cursó el bachillerato y su respectiva capacitación para ejercer la docencia, sin olvidar que para aquella época, ser bachiller era alcanzar altísimo nivel de educación.


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Hugo Mantilla

Por eso, cuando nuestro bachiller Mantilla llegó a Arauca, se desempeñó como profesor de ´pijitas´ en cuyas aulas se sentaron estudiantes como David Parales Bello, ´el niño prodigio del arpa´.

Según cuenta mi amigo Jaime Fernández en su página de ´Entreletras´, dice nuestro invitado, "Nací en Arauca, crecí en Casanare, profundicé sobre los misterios del llano en el Vichada y me radiqué en Villavicencio. Después de andar y conocer esta hermosa planicie, me he atrevido a pensar que soy más llanero que araucano" porque realmente eso es Hugo Mantilla, un hombre que ha curtido la mente del conocimiento y la sabiduría popular.

Es un hombre de mil caminos, como dicen en el llano, que conoce vericuetos, recovecos y las sanas mañas de la gigantesca estepa colombo-venezolana; es un cúmulo de leyenda, conocimiento y sabiduría que desborda las profundidades para enriquecer de alegrías los apuntes de agradables y jocosas conversaciones preñadas de vivencias, mitos y leyendas, sin mayores pretensiones más allá de su gran humildad.

Hugo ha publicado varios libros, entre los que se destacan: Veintiséis cantores llaneros, Monografía del departamento del Vichada, Cuentos de camino, Las mil y una coplas del llano, El último tinigua; Diccionario llanero; Mi amigo el juglar y en coautoría, El Meta – tierra de joropo e identidad llanera. Para el maestro, escribir es una de sus actividades permanentes, porque sus libros y los oídos dispuestos, son el principal receptáculo donde se transmite todo ese conocimiento que en su cabeza se agita.


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Hugo Mantilla

Al lado de Miguel Ángel Martín, compositor de Carmentea y muchas otras obras, junto con otros grandes cultores, hizo parte de la agrupación ´Los Araucanos´, quienes tras la aventura de ´Los Tameño´, agrupación musical de guitarras, cuatro y maracas, y liderada también por el maestro Miguel, llegaron a Villavicencio a incubar un nuevo formato de arpa, cuatro y maracas traído de Venezuela, para la interpretación de la música llanera; esta conquista los posicionó como los 
precursores del joropo venezolano en las llanuras colombianas, el cual persiste aún hoy, pero con el enriquecimiento de los talentos ya de las dos repúblicas de una misma nación llanera; sin olvidar que en Colombia se tocaba joropos con guitarras, tiples o guitarros y bandolas. 

En lo sucesivo, el maestro Hugo, junto con Héctor Paúl, Álvaro Coronel y otros araucanos, se dedicaron a enseñarnos el baile del joropo, pasando la línea roja que habían trazado las señoras de la sociedad villavicense, por tratarse, según ellas, de una música para ´piones´ en cafés y cantinas; “ese no era un baile para las niñas decentes”.

Pero a punta de entusiasmo, persistencia y resiliencia, nuestros bailadores lograron introducirse en las salas elegantes y conquistaron, una vez más, con su porte y gallardía, a las damas de la ciudad para enseñarles no solo a sus hijas sino a ellas mismas, la cadencia hermosa del valsiao, el escobillao y demás figuras de la danza llanera.

Después esta enseñanza se trasladó a escuelas de danza en Villavicencio, San Martín y Acacías, donde se convirtió en fermento de grandes escuelas de bailadores del joropo. Y ahí estaba Hugo Mantilla, enseñando y concursando, promoviendo y divulgando la danza, como dijo David Parales: “en toda parte y lugar”, en el Meta, en el Casanare, en el Vichada, en su Arauca del alma.

Su amor por el joropo le trajo un regalo grande y hermoso, su pareja de baile, su esposa y madre de sus hijos, a nuestra querida Lourdes Peña, compañera amorosa, consentidora y querendona de ese valor gigante que hoy, como ayer, deambula regalando y sembrando cultura llanera, siempre al lado de un buen café, ya no de un miche, como lo hacíamos antes en los parrandos llaneros, ya fuera en una finca o en la sala de la casa del viejo Pedro Coy.

Reconocimientos

Los caminos que ha abierto el maestro Mantilla, lo han llevado por una serie de reconocimientos en distintos recodos y se ha topado con la gloria en diferentes escenarios; es miembro de la Academia de Historia del Meta, del Círculo de Escritores del Casanare, socio de la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia SAYCO.

Además, su gestión cultural ha germinado como director de extensión cultural del Vichada y del Instituto de Cultura del departamento de Arauca, como fundador de la Casa de la Cultura ´Indio Venancio´ de Puerto Carreño (Vichada) y fundador del Torneo Internacional del Corrío Llanero de Puerto Carreño.

El maestro Mantilla es el autor del Himno del Departamento del Vichada. De igual manera, el maestro Hugo Mantilla recibió la condecoración al Mérito Ciudad de Arauca en 2001 y Medalla al Mérito Ciudad de Cravo Norte en 2002. En 2023, es el personaje homenajeado en la Feria del Libro de Villavicencio.

Este maravilloso ser humano es un incansable investigador, impulsor, creativo, difusor, profesor, administrador y actor de la cultura llanera. Es alguien que en sus pasos atesora la virtud de ser caminador y trochero de futuros, al igual que huellista y tatuador de alcances, logros e historias de lontananza.

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