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Hogares unipersonales, la tendencia que crece en Colombia

En el censo del 2005, los hogares unipersonales representaban un 12 por ciento, mientras que en 2018, este registro es del 18,1.

Por: Richard Hernández

Uno de los datos relevantes del Censo Nacional de Población y Vivienda del Dane 2018, aparte de conocer que somos 45,5 millones de habitantes y no 50 millones como lo había proyectado la entidad; es el aumento de los hogares unipersonales.

En el censo del 2005, los hogares unipersonales representaban un 12 por ciento, mientras que en este registro es del 18,1 por ciento, lo que refleja una tendencia de los colombianos a vivir solos y mucho más en estratos altos.

En el caso de Bogotá, las zonas donde más hogares unipersonales se encuentran son en su orden: La Candelaria, Chapinero, Santa Fe y Teusaquillo.

Los grupos familiares de tres miembros se ubican con un 23, 4 por ciento, este año, contra menos del 20 % del censo del 2005, seguido de los dos integrantes, con 21, 7 por ciento.

En Colombia hace varias décadas, muchas familias eran numerosas, pero ¿por qué ahora se presenta esta tendencia de vivir solo?

Dialogamos sobre este tema con Diana Marcela Orejuela Possú, psicóloga de la Universidad Cooperativa de Colombia y especialista en Intervención Psicológica en Situaciones de Crisis y maestrante en Psicología clínica de la Universidad de San Buenaventura.

¿Por qué se está dando esta tendencia en el país?

De acuerdo a la literatura, investigaciones y cifras, desde inicios del siglo XVII, se tiene evidencias de personas viviendo solas, estimando con menor porcentaje en aquellas mayores de 25 años y duplicando este porcentaje en personas mayores de 75 años.

Así que la tendencia ya viene de vieja data, pero ha tomado un auge contundente en el siglo XXI por la independencia económica y afectiva de la mujer, aumento en la prolongación de la soltería por parte de la mujer, transformaciones en las relaciones de pareja, siendo más proclives a establecer relaciones informales y de corta duración.

Asimismo, el aumento en las disoluciones de pareja, ya sea por ruptura o fallecimiento, disminución de la tasa de fecundidad, migraciones de miembros de la familia por cuestiones laborales o académicas, mejores estándares de vida y salud, auge del individualismo y la autonomía, entre otros factores.

¿A nivel psicológico qué consecuencias pueden traer el vivir solo?

Las consecuencias y experiencias de optar por una familia unipersonal dependerán de factores asociados al estado civil, al ciclo vital, a factores sociodemográficos y económicos y a la red de apoyo. Es decir, las consecuencias serán diferentes para una persona adulto joven que desee autonomía y dependencia a una persona en la etapa de adultez en condición de viudez, como por mencionar algunos ejemplos.

Cuando la decisión es propia las consecuencias van a favorecer la potencialización de competencias, habilidades y percepción de autoeficacia y autocontrol, de autonomía e independencia, planeación, manejo del tiempo y economía; entre otros.

Situación muy diferente a una persona que por motivos situacionales le toque vivir solo ya sea transitorio como viajar por cuestiones laborales o definitivo, generando sentimientos de soledad y tristeza, pérdida de motivación, depresión, dificultad para dormir, pensamientos negativos con características anticipatorias catastrofizantes, ansiedad, modulación del apetito; nombrándote algunos ejemplos manifestados por consultantes que atiendo que viven solos y en una ciudad diferente de su núcleo familiar.

Pero es importante resaltar que depende de los factores nombrados inicialmente los que determinarán el disfrute o no de conformar una familia unipersonal.

¿Qué aspectos positivos a nivel emocional o psicológico puede experimentar una persona que vive sola?

Entre los aspectos positivos encontramos la percepción de autoeficacia y autocontrol, de autonomía e independencia, la planeación, el manejo del tiempo y economía, mayor preocupación por mantenerse estable en esta nueva faceta de familia unipersonal, sentimiento de apropiación e identidad del espacio tanto físico como simbólico, de tener un lugar propio, de crear su nuevas reglas, costumbres y rituales.

¿Por qué generalmente se tilda de egoístas a este tipo de personas en la sociedad?

¿Habría que preguntarnos egoísmo hacia qué o quién? Pero, sin realizar evaluaciones de tipo moral (que son las primeras que realizamos), responderé esta pregunta retomando la teoría descriptiva motivacional del egoísmo psicológico, el cual afirma que todas nuestras actuaciones están dirigidas hacia el placer, el interés, el beneficio y el bienestar propio.

Por ende, si yo, una mujer de 26 años, decido irme a vivir sola e independizarme de mis padres porque ya tengo trabajo, tengo un sueldo que me permite mantenerme económicamente y siento que este nuevo paso me permitirá experimentar un mejor bienestar a nivel psicológico; entonces sí podemos considerar que soy egoísta, pero ojo, solo observando la conducta (el vivir solo), sin realizar evaluaciones morales.

Ahora bien, esta situación habría que analizarla de manera diferente frente a las personas que viven solas por motivos situacionales (ruptura de pareja o fallecimiento de la misma, cambio de ciudad por motivos laborales).

¿Las personas que viven solas son más responsables?

Se esperaría si desean mantenerse como una familia unipersonal, pero no en todos los casos sucede. Va a depender de la edad y del tiempo que lleven viviendo de esta manera; es más probable que el adulto joven quien emprende esta nueva forma de vida por primera vez le cueste un poco adaptarse al autocontrol económico para el pago de los servicios, por ejemplo, o para el control del tiempo y otros aspectos exigentes en la vivencia unipersonal.

También hablamos con Andrea Gómez Mora, socióloga, especialista en Planeación, gestión y control del desarrollo social y Magister en Estudios de Género, de la Universidad Nacional de Colombia, quien para obtener el título de magister, realizó el trabajo ‘¿Mujeres que vivimos solas?: habitando hogares unipersonales desde el género y las relaciones más que humanas’.

¿Cuáles fueron los motivos que las llevaron a vivir en un hogar unipersonal?

Los motivos que llevaron a las mujeres de mi investigación y mí a vivir en un hogar unipersonal son diversos, pero en ocasiones pueden encontrarse experiencias en común. Una de las mujeres llega a vivir sola porque su hija se va al extranjero, otra porque rompe con su pareja, otras porque deciden hacerlo y porque llego a vivir a Bogotá.

No obstante, muchas de estas experiencias se encuentran mediadas también por el deseo de romper las relaciones de control que se experimentan con las parejas, la familia, los hijos e hijas, entre otras. Relaciones de control que pesan mucho más sobre las mujeres y que se encuentran ancladas a roles de cuidado, control de la sexualidad, control del cuerpo, control del espacio, control de las relaciones, entre otras.

¿Cómo ha sido su relación con el espacio?

Mi relación con el espacio ha sido liberadora en el sentido que viviendo sola y en la relación con los objetos, mascotas y los quehaceres allí, estos me han permitido conocer otros aspectos de mí. Lo que me gusta y no me gusta, y hasta lo que deseo en un futuro.

Viviendo sola de cierta manera he experimentado mayor libertad en cuanto al espacio, por ejemplo, hacer oficio o no, querer cocinar o no hacerlo, ver televisión todo el día y en cierta medida, hasta conmigo misma, por ejemplo, si me quiero bañar o no deseo hacerlo, entre otras cosas.

En esa medida creo que la relación con el espacio es otra cuando nos encontramos solas en este, que cuando compartimos con otras personas. Sin embargo, la relación del espacio esta mediada por la infraestructura misma, por las reglas de convivencia del barrio o conjunto, por las relaciones con los vecinos, entre otras.

De esta manera la relación con el espacio en sí mismo es una complejidad, así se viva sola. Es cambiante, varía con el tiempo, con la edad, con la casa, con otros.

¿Cómo se desarrollan allí las construcciones de género?

Como sabemos el género está presente en todo, en las relaciones cotidianas, en las relaciones con otros y hasta con nosotros y nosotras mismas. En otras palabras, determinan y regulan nuestra experiencia. En esa medida vivir solas puede reafirmar o replantear lo que se ha constituido de manera hegemónica sobre lo que es o debe ser lo femenino y sus acciones.

Por ejemplo, el cuidado de otras personas, la misma idea de las relaciones heterosexuales, la conformación de familia, la manera de habitar el espacio, los deseos o expectativas que se tienen cuando se vive en un hogar unipersonal. En otras palabras, la experiencia misma de habitar esta medida por el género y configura al género a su vez.

¿Cómo se hace o se replantea la construcción del hogar cuando se vive sola?

El vivir en un hogar unipersonal puede replantear la norma misma de la constitución de la familia tradicional y del espacio, y da cabida o puede ayudar a pensar nuevas formas de relacionarse con otras personas y con otros seres por ejemplo nuestras plantas y mascotas. Lo cual no solo pasa por definir a sus integrantes, sino las relaciones que se constituyen al interior, es decir la misma idea de hacer hogar.

Rutinas, la adecuación de la casa y de sus objetos, el convivir con tecnologías, medios de comunicación, habitar con nuestros gatos, el compartir con nuestras parejas en ciertos momentos. Aspectos que nos permiten repensar el sentido de hogar del que comúnmente conocemos o de la representación de hogar que más circula.

¿Cuáles son las representaciones que se tienen del hecho de vivir solas?

Creo que las representaciones son varias, pero en el caso de las mujeres generalmente se asume como solterona o que fracaso en encontrar pareja o casarse. Sumado a esto que la mujer que vive sola es porque tiene una orientación sexual no heterosexual, o que es una persona amargada.

Representaciones en las que puede leerse que existe una manera heteronormativa del habitar o que se mide la manera de habitar desde una concepción heteronormada como la única manera legítima de vivir e integrar un hogar.

¿Cuáles han sido las experiencias de tensión, pero también de disfrute desde el vivir solas?

Las experiencias de tensión pueden ser diferentes o semejantes entre las mujeres de mi investigación como por ejemplo la enfermedad, la desolación, la falta de dinero, la vejez, el no vivir con otras personas en ciertas situaciones, arreglos de la casa, entre otras.

No obstante, son situaciones que también se experimentan viviendo con otras personas, por lo que no las hace únicas de quienes viven en hogares unipersonales.

Los disfrutes se encuentran muy ligados a las experiencias de la libertad, de las decisiones que se toman en el espacio, pero también en relación con una misma. De cierta manera los disfrutes se encuentran en las resistencias o rompimientos de las relaciones de control.

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