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Santa María del Lago: un humedal que sobrevive entre edificios

Un rincón de oxígeno y armonía para renovar energía, meditar y trascender. Un sitio para estar y dejarse ir: Alejandro Ceballos.
Diego Cuervo Escobar

En la localidad de Engativá en Bogotá, entre la avenida Boyacá y la calle 80, existe un paraíso natural que, como explorador en el bosque, se abre paso entre las urbanizaciones de una ciudad que se amplía a pasos agigantados. Para muchos conocedores del medio ambiente, el humedal Santa María del Lago es uno de los más limpios, puros y acogedores en una capital con intenso ruido.

El nacimiento de este lugar se remonta al año 1911, cuando un señor de apellido Restrepo adquirió los predios por medio de un remate. Años más tarde estos pasaron a manos del expresidente Alfonso López Pumarejo, un terreno de 43 hectáreas que para aquel entonces eran utilizadas esencialmente para actividades agrícolas.

Más adelante, hacía los años 70, en inmediaciones del humedal se construirían las dos avenidas que hoy lo cercan, promoviendo el desarrollo urbanístico que, como era de esperarse, destruyó gran parte de su vegetación y fuentes hídricas.

Pero a pesar de ello, el humedal se ha negado a desaparecer. Aún posee una amplia área boscosa y alrededor de él sigue fluyendo su principal cuerpo de agua. Es uno de los pocos humedales que no está afectado actualmente por los desarrollos urbanísticos y las amplias zonas residenciales que erigen ante él.

Foto: Lia Valero

Actualmente el humedal de Santa María del Lago cuenta con 10.86 hectáreas, de las cuales 5.64 conforman el espejo de agua donde habitan cerca de 80 especies de fauna, como la culebra sabanera, el pez guapucha y diversas especies de aves nativas y migratorias como el colibrí chillón, periquito de anteojos, tangara veranera o la monjita bogotana.

Quienes lo visitan dicen encontrar en este ecosistema un lugar de esparcimiento, descanso y relajación en medio de la álgida cotidianidad que imparte la ciudad.

“Yo soy un asiduo visitante del humedal, un lugar para conectarse con la naturaleza, solo o en familia. Un rincón de oxígeno y armonía para renovar energía, meditar y trascender, para encontrarse consigo mismo e inclusive hacer amigos (…) Un sitio ideal para la lectura o una buena caminata. En definitiva, un sitio para estar y dejarse ir”, así describe este sitio Alejandro Ceballos, un habitante de la localidad de Engativá.

Pero este lugar no solo cautiva los sentidos y energías de los mayores, algunos jóvenes también se han acercado para contemplar las aves y aprender sobre cómo cuidar el patrimonio natural de la ciudad.

Para otros, es el lugar ideal para alejarse del humo de los carros, del estrés y los largos encierros que corren por cuenta de la pandemia, como el caso de Andrés Felipe Ceballos –hijo de Alejandro-.

“Para mí el humedal es un lugar donde uno puede descansar en paz y tranquilidad, alejarse de tanta contaminación y odio. Es un lugar donde puedes hacer actividades recreativas, hacer ejercicio, pasear, o simplemente recostarse en algún lugar y tomar una siesta”, menciona.

Foto: Lia Valero

“Chipqua (Chucua) se le llamaba a el pantano o humedal por los Muiscas, habitantes de la sabana de Bogotá antes de la llegada de los conquistadores”.

¿Qué es un humedal y cuál es su importancia?

Según el Convenio Ramsar de protección de humedales, en su artículo número 1 del protocolo, define una zona húmeda o humedal “como cualquier extensión de marisma, pantano o turbera, o superficie cubierta de aguas, sean estas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de aguas marinas cuya profundidad en marea baja no exceda de seis metros".

Y para la política de humedales del Distrito Capital “son ecosistemas de gran valor natural y cultural. Son ecosistemas de gran importancia biológica, social, cultural y dentro de la estructura ecológica principal hacen parte del sistema de áreas protegidas, entendida como el conjunto de espacios con valores singulares para el patrimonio natural”.

De este modo, el humedal Santa María del Lago puede controlar y prevenir inundaciones, contribuye al mejoramiento del aire, produce oxígeno, retiene sedimentos, es refugio de la biodiversidad endémica y además es propiciador de espacios pedagógicos para todas las familias. De allí la importancia de su cuidado, conservación y fortalecimiento ambiental.

Santa María del Lago hace parte de la Estructura Ecológica Principal de la Capital en donde bogotanos y turistas podrán aprender sobre la gobernanza del agua, la importancia del recurso hídrico y la de los humedales como ecosistemas fundamentales para la vida, todo esto a través de recorridos guiados por los senderos naturales con los que cuenta.

Niños, jóvenes o adultos que quieran disfrutar de un mágico avistamiento de aves, una contemplación de flora o de charlas amenas al ritmo de la brisa, lo pueden hacer los días lunes, miércoles y viernes de 8:00 a.m. a 9:30 a.m., de 10:00 a.m. a 12:00 p.m. y de 12:00 p.m. a 2:00 p.m. Los sábados solo se hace un recorrido en la mañana.

¿Cómo se llegar?

Por la calle 80 desde las estaciones de Transmilenio Minuto de Dios y/o carrera 77 La Granja, caminando una cuadra hacia el sur para ingresar por el costado oriental u occidental, respectivamente; o desde el cruce de la avenida Boyacá con calle 77a caminando hacia el occidente para ingresar por la Carrera 73.

Mapa interactivo del humedal Santa Maria del Lago de la Fundación Humedales de Bogotá.