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Colombianos en Nueva York. La otra cara de la migración a Estados Unidos

Nueva York es conocida como la capital del mundo porque alberga ciudadanos de todo el planeta que llegan a Estados Unidos buscando oportunidades, huyendo de los problemas, de turismo, o sólo en busca de una nueva aventura de vida. Señal Radio Colombia recorrió las calles de esta emblemática ciudad en busca de esas historias que tienen el sello de nuestro país. Esta semana conoceremos las vidas de cuatro colombianos residentes en Estados Unidos. Todos trabajan en diferentes campos y tienen un relato por contar.

Mercedes Stella Cano Jiménez decidió bajarse del tren en el que la llevaba la vida. Atrás dejó los nueve hombres machistas de su familia y el matrimonio arreglado que le tenían previsto en Medellín. Sin el apoyo de la única tía que tenía en Estados Unidos y que la había recibido mientras terminaba el bachillerato, Mercedes prefirió las calles de Nueva York a la vida infeliz que la esperaba de regreso a Colombia.

“Llegué aquí cuando todavía no había un canal de televisión en español, no había sistema bilingüe en los Estados Unidos, la mayoría de la gente que vivía aquí eran puertorriqueños y la comunidad colombiana era casi minúscula”, recuerda Mercedes.

Menor de edad, sin papeles, sin hablar inglés y sin conexiones, Mercedes fue mesera, lava carros, cocinera, obrera. Su compañía era el alcohol y muchas veces durmió en la carrilera del tren.

“En aquel tiempo había una persecución tremenda para los inmigrantes, era diferente a la de ahora, era física. Cerraban dos estaciones y agarraban a pedir papeles y el que no tuviera pues se lo llevaban. Eso era un desastre porque uno corría, tumbaba, hería, ¡lo que fuera! En las casas iban por las noches con linternas a buscar la gente, entonces cogimos el hábito de nunca desempacar, porque uno no sabía cuánto tiempo iba a durar en un lugar”.

Sin embargo, Mercedes era joven y esa juventud hizo que pasara por encima de los problemas y siguiera soñando con comenzar sus estudios. Como ella misma dice, “cuando uno está joven uno es invencible, o al menos se cree invencible, y yo creo que esa juventud hizo que obviara toda esa tristeza, porque yo creo que había mucha tristeza”.

Gracias a sus ganas, Mercedes no solo empezó sus estudios. Después de superar muchas dificultades y el diagnóstico de discapacidad en uno de sus oídos, logró graduarse como literata y abogada. Sabía que quería usar su profesión para evitar que más personas sufrieran como ella y con la ayuda de la Universidad de Yell creó el Centro Comunitario y de Asesoría Legal.

Más de 1700 familias fueron atendidas en este Centro y alrededor de 360 talleres de empoderamiento difundieron el saber de Mercedes. Fundaciones como la Rockefeller creyeron en su labor, hasta que el 11 de septiembre de 2001, la lucha antiterrorista desplazó a las causas sociales. Con esfuerzo, está paisa emprendedora logró mantener el proyecto unos años más, hasta que no hubo otra opción que montar su propia oficina de abogados.

Mercedes también tiene en la actualidad un programa en Telemundo, que se transmite todos los sábados en la noche, donde responde preguntas sobre migración. Pregunte sin miedo es una iniciativa voluntaria de esta abogada y es el reflejo de su deseo de informar y educar a la comunidad inmigrante.

Ella es ahora la primera colombiana en presidir la Asociación de Abogados Latinos del Condado de Queens. “La misión de esa entidad es darle apoyo al estudiante, al abogado, al profesor, al juez hispano, para que vayan subiendo en rango”. De esa entidad, hay una jueza latina en la Corte Suprema.

Gracias a Mercedes, muchos inmigrantes en Estados Unidos han recobrado la esperanza, después de creer que no tenían ningún derecho u oportunidad en aquel país ajeno.
Ella sabe que para algunos hispanos, el famoso sueño americano es la única opción, pues en su país nunca encontrarán las oportunidades que necesitan. Sin embargo, no a todos les recomienda llegar para quedarse. Su consejo para la clase media colombiana o para aquellos sin carencias económicas es educarse y regresar a cultivar la vida laboral.

El año pasado, cuando la ley se lo permitió, Mercedes se casó con su novia. Su vida es muy diferente a la de hace 44 años cuando joven e inexperta llegó a Nueva York. El Lesbian Gay and Democratic Club también le otorgó este año su reconocimiento al trabajo por el respeto de los derechos LGTB y su hija, de 22 años, ya estudia una maestría.

Mercedes Stella Cano Jiménez va montada ahora en su propio tren, el de la felicidad.

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