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Guillermo Navas, un propio batero

El pasado 19 de octubre falleció el legendario baterista y timbalero, innovador de la batería en las orquestas tropicales.

El pasado 19 de octubre, a los 90 años de edad, murió en Bogotá el legendario baterista y timbalero Guillermo Navas, quien fuera uno de los grandes innovadores de la percusión en los años dorados de las orquestas tropicales colombianas. El también baterista Pedro Ojeda hace un recuento de su vida y rememora su participación en ‘Los Propios Bateros’ (2017), documental cuya banda sonora contiene la última visita de Navas a un estudio de grabación.

Por: Pedro Ojeda

Nacido en Cartagena un 18 de mayo del año 1930, Guillermo Navas creció escuchando a las orquestas de formato de jazz band que se popularizaron en la década de los treinta en la Costa Caribe colombiana. Víctor Navas, su padre fue trombonista y director de orquesta, de la histórica Jazz Band Union, que había sido creada por el músico Juan Pérez, a quien Navas reemplazó cuando este se retiró por problemas con su salud. Fue así que, desde muy temprana edad, Guillermo tuvo contacto profundo con la música: diariamente veía ensayar en la salsa de su casa aquella poderosa orquesta. Los primeros rudimentos en la percusión los aprendió directamente del gran Manuel Gomez el ‘Negrito Viroli’.

Un día, cuando tenía 9 años, y en vista de que el percusionista de la orquesta no había llegado, los músicos de la banda le sugirieron a Víctor que dejara tocar a su hijo. El pequeño Guillermo no alcanzaba las tumbadoras. Entonces le pusieron unos ladrillos en el piso para que alcanzara los cueros de los tambores. Y no se desprendió de ellos, los tambores, durante 80 años que duró su prolífica carrera musical.

Entre las décadas de los 40 y los 50, se une a la nómina de orquestas muy reconocidas en el circuito musical cartagenero: la Orquesta Melodía y la legendaria Orquesta A #1, dirigida por el maestro José Pianeta Pitalua. Por esos mismos años también conoció a dos importantes bateristas -contemporáneos suyos- que grabaron muchas de las grandes joyas discográficas colombianas y con quienes escribieron los códigos rítmicos de la música tropical colombiana: Wilfredo Cuao (hermano mayor de la dinastía de los Cuao y Pompilio Rodriguez), baterista de la orquesta de Pacho Galán y creador del ritmo de merecumbé.

A finales de los 50, muchos de los que pertenecían a esa camada de jóvenes músicos quiso buscar mejores opciones laborales y viajaron del Caribe a Bogotá. Guillermo Navas llegó en 1958 y de inmediato se conectó con la orquesta del músico español Luis Rovira con quien tocó durante varios años en prestigiosos escenarios capitalinos como el Hotel Tequendama, La Emisora Nuevo Mundo, El Grill Colombia, El Miramar, Candilejas y La Hora Phillps.

A partir de ese momento se convirtió en uno de los bateristas de sesión más solicitados por la industria discográfica bogotana de los años sesenta. Su estilo se escucha en grabaciones de Matilde Díaz, el cubano Miguelito Valdés, Roberto Ferrer, Roberto Ledesma y Ramón Ropaín, entre otros. Junto al trompetista panameño Marcos Gilkes grabó los cinco volúmenes de sus recordados ‘Instrumentales’, discos editados por el sello Bambuco que, dicho sea de paso, fue la única empresa fonográfica que tuvo la delicadeza de resaltar su nombre en los créditos de las grabaciones. Además, hizo parte de agrupaciones como Los Caribes, La Tropibomba y las orquestas Lucho Bermúdez y Juancho Torres.


Entrados los 70, Navas viajó con Gilkes a Aruba y se quedó a vivir 12 años. Hasta la isla llegó su esposa, la cantante Haydée Barros, quien participó en algunas de las grabaciones que su esposo hizo junto al trompetista nariñense Eduardo Maya. Al cabo de trabajar como integrantes de la orquesta habitual del Hotel Sheraton, Navas y Barros regresaron a Bogotá donde quiso lo pudimos ver en el proyecto Los Veteranos del Caribe.

Hace 20 años reparé en el nombre de Guillermo Navas en uno de esos discos de Marcos Gilkes. Luego escuché su batería por allá en el 2005 en una grabación en la que el Cuarteto de Saxofones de Bogotá le rinde homenaje a Justo Almario. Recuerdo que me impresionó mucho su fineza y sofisticación al tocar porros y fandangos en la batería.

A través del percusionista Manuel Antonio Rodríguez, amigo y colega a quien le tenemos que dar las gracias por su titánica labor investigativa en torno a las músicas tropicales colombianas, logré conseguir el teléfono de su Haydée Barros. Llamé, hablé con Guillermo y terminé tomando clases con él. De primera mano tuve lecciones de cómo tocar merecumbé, gaita (de orquesta), fandango, porro, cumbia o guaracha en la batería, los timbales y la percusión. Muchos de esos ritmos Guillermo los adaptó para que se ajustaran a las necesidades de una gran orquesta. ¡Estaba con uno de los propios bateros que 50 años atrás se habían inventado las pautas de la batería tropical moderna en Colombia!

Luego pude verlo tocar en vivo con la orquesta Los Veteranos del Caribe, un proyecto creado por Rafael Ramos a principios del 2000 y que contó con una formación de músicos de primera como Julio Arnedo, Adolfo Castro, Rafael Hernández, Elías Paz, Cheito Guerra, Haydee Barros y Nacor Baron, entre otros. Con esta orquesta hicieron dos viajes a España y grabaron un par de discos fabulosos.

Mientras tomaba clases con Guillermo, caí en la cuenta de que debía registrar parte de ese conocimiento que la mayoría de jóvenes bateristas como yo desconocíamos en ese momento. Años después, junto a Susana Ojeda y Hubert Marz, de la productora El Gozo, decidimos hacer un documental, contar su historia –la de Navas- y la de sus otros colegas legendarios. Así nació el proyecto audiovisual ‘Los Propios Bateros’ en el que volvimos a descubrir la vida, obra y milagros de Guillermo Navas, Juancho Cuao, Plinio Cordoba, Wilson Viveros y Germán Chavarriaga.


Para puntualizar el documental tuvimos la feliz idea de invitar a Guillermo y a Germán Chavarriaga a una sesión en vivo que grabamos en los Estudios Locus en 2016. Allí nos juntamos con Haydée, Guillo Cross y John Socha –ambos miembros de Romperayo en esos días- y Marco Fajardo del Frente Cumbiero. Nos llamamos, por supuesto, Los Propios Bateros, grabamos tres canciones y nunca más volvimos a tocar.

Dos de esas piezas fueron incluidas posteriormente en un vinilo de 7 pulgadas publicado por el sello neoyorquino Names You Can Trust. En ese par de temas se puede evidenciar el profundo dominio que tenía Navas no solo de la batería sino también del timbal. Los dos solos que hizo ya le tienen reservado su lugar en el Olimpo de los timbaleros. Fue la última grabación que el maestro Navas realizó.

Me queda su mirada profunda, su personalidad sosegada y su implacable sentido del humor: era un “mamador de gallo” profesional, fino y sofisticado como su repique de timbal, su cencerro guarachero, su redoblante de gaita, su porro palitiao y su golpe de fandango.

¡Buen viaje cósmico, querido profe Navas!

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