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“Decir que en Colombia nada cambia demuestra una falta de sensibilidad histórica”: María Emma Wills

Entrevista a María Emma Wills, Asesora de la Dirección General en el Centro Nacional de Memoria Histórica.

El 27 de junio de 2017 quedará para siempre en la memoria de los colombianos como el día en que las Farc desaparecieron como organización armada para empezar su tránsito a la vida civil.

Finalmente se certificó el cumplimiento de uno de los puntos más esperados del acuerdo de paz, tras la entrega de 7.362 armas de las Farc a manos de las Naciones Unidas.

Hoy el Gobierno y las Farc participarán en un acto simbólico que marcará el fin del proceso de dejación de armas de esta guerrilla, para convertirse en partido político.

Para profundizar en el momento histórico que atraviesa el país, en radionacional.co hablamos con María Emma Wills, Asesora de la Dirección General en el Centro Nacional de Memoria Histórica, sobre algunas diferencias importantes del proceso de dejación de armas de las Farc, en comparación con procesos anteriores. La seguridad de los territorios donde históricamente ha habido presencia de las Farc y la importancia de reconocer a las mujeres excombatientes como actores políticos dentro del proceso de transición.

¿Qué enseñanzas de procesos de dejación de armas anteriores se ven reflejadas en la entrega realizada por las Farc?

En este proceso de negociación, mujeres de las Farc escucharon a mujeres que se habían reintegrado a inicios de 1990 en otros procesos. De ellas aprendieron que en esa transición las mujeres pueden salir perdiendo, porque cuando se formalizan las guerrillas como partidos políticos, se tienden a excluir a las mujeres de posiciones de poder. En ese encuentro hubo un acumulado de mujeres excombatientes diciéndole a las mujeres de las Farc “pilas, ustedes también tienen su lugar”.

¿Cuál sería una diferencia importante del proceso de dejación de armas de las Farc en comparación con procesos anteriores?

En los años 90 la mayoría de guerrillas hicieron procesos de desmovilización individual. Básicamente los desmovilizados se reintegraron a la vida civil, no como colectivo, no como comunidad, sino como individuos. Eso generó una sensación de fractura en el proyecto político de algunas organizaciones.

En el caso de las Farc, yo creo que la organización justamente ha insistido en que sus integrantes se van a desmovilizar colectivamente, para mantener esos vínculos de solidaridad que se crean en la guerrilla durante tantos años de convivencia.

Hay actores políticos y sociales que no creen en la voluntad de las Farc y la dejación de las arma, argumentado errores del pasado….

Decir que “en Colombia nada cambia, nada funciona”, demuestra una falta de sensibilidad histórica para reconocer que en el pasado se dieron desmovilizaciones que fueron exitosas. Cómo no va a ser exitoso que el M19 se haya desmovilizado y haya entregado sus armas. Luego del asesinato de Pizarro, la organización insistió en dejar las armas y la mayoría de personas que hicieron ese tránsito nuca más volvieron a la vida armada.

Hemos tenido alcaldes, senadores y gobernadores que provienen de algunas guerrillas y que han transitado a posturas dentro de la institucionalidad política. Eso debería hablar bien de esas transiciones.

¿Qué podría pasar con la seguridad de los territorios donde históricamente ha habido presencia de las Farc y ausencia del Estado?

Este mes se habló de la creación de una Fuerza de Tarea Conjunta para operar de manera estratégica y contundente frente a las organizaciones criminales. Si se logra este tipo de coordinación entre Policía, Ejército, Fuerza Área y Marina, se podría operar de manera mucho más efectiva en los territorios donde ya no tendría presencia las Farc, para garantizar la seguridad de la población.

Lo que muchas veces hace al Estado tan ineficiente, es la total descoordinación entre sus instituciones. La noticia de coordinar una fuerza conjunta me parece que es el camino para operar de manera más efectiva en los territorios.

La fuerza pública creció durante los últimos años, está más tecnificada que antes. Uno aspiraría a que logre de manera más determinante entrar en los territorios para garantizar los derechos humanos de toda la población, de sus liderazgos.

¿Por qué se presenta un incremento en la persecución y los asesinatos a líderes sociales en los últimos años, a pesar del proceso de paz con las Farc?

Porque no le hemos ganado el monopolio a la fuerza. La gente piensa que la historia se hace a punta de milagros. Ganar el monopolio de la fuerza es un proceso. A mí me parece que los colombianos tenemos una mentalidad de fábula, de varita mágica, de cuento de hadas. Este es un proceso difícil. Uno esperaría que la Fiscalía deje de decir que los ataques no son sistemático, porque efectivamente si lo son.

Los perfiles de las personas que están siendo atacadas tienen grandes similitudes. Indican que allí donde están ocurriendo los asesinatos hay una ausencia del Estado, y cuando digo ausencia del Estado, no solo me refiero a la fuerza pública.

¿Qué tipo de efectos puede traer el hecho de que físicamente Colombia no haya visto la entrega de las armas de manos de las Farc a la ONU?

Respeto las razones que ambas partes han dado frene a no hacer público el acto de entrega de las armas. Considero que si tiene que haber un ritual de cierre, una ceremonia que le dé el carácter sagrado a la transición de las Farc de organización armada a organización política sin armas.

¿Qué diferencias hay entre hombres y mujeres de las Farc a la hora de dejar las armas y pasar a la vida civil y política?

En las transiciones donde las guerrillas pasan a convertirse en partido político, las mujeres pueden quedar relegadas, sin cuota en las listas. Un segundo desafío para las mujeres en este proceso, es que la sociedad está más dispuesta a recibir a un excombatiente hombre que una excombatiente mujer. Se considera que la mujer ha infringido normas culturales, todavía muy fuertes en Colombia. Hay cierto estigma sobre ellas.

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