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El campesino que cumplió su sueño de ser periodista en el Nevado del Ruiz

Desde la tragedia de Armero, cuando veía a los medios cubriendo la noticia, Abundio soñaba con ser periodista. Ahora es el 'Reportero El Propio' en el Nevado del Ruiz.
Nevado del Ruiz: periodista campesino 'Reportero El Propio'
Fotos: cortesía
Cenuver Giraldo

A lomo de mula, un campesino de Murillo, Tolima, recorre la región de la cordillera de los nevados haciendo entrevistas y contando historias. El nuevo periodista rural se ha dado a conocer en redes sociales como ‘Reportero El Propio’, un ejemplo del impacto de la conectividad en las regiones más apartadas de Colombia.

Fue en uno de esos días lluviosos en las faldas del volcán Nevado del Ruiz, cuando en medio de la faena, Abundio Mendieta, junto a nueve trabajadores más, desistieron del duro trabajo. Camino a casa, las carreteras derruidas de su vereda lo empujaron para encender el celular, aquel aparato nuevo con el cual había reemplazado su “flechita vieja de las llamadas”.

“Eso fue lo más de sencillo... era un día de invierno, caían chispas y rayos y yo le estaba ayudando a un señor a coger tomate en una vereda de aquí de Murillo que se llama Canaán”, narra este campesino de sombrero de fieltro y chaqueta de cuero.

Era la mañana del 7 de noviembre de 2022 cuando el invierno arreció con toda su furia en la región del corregimiento El Bosque, a más de 3 mil metros de altura sobre el nivel del mar. En esa misma región, colonia de tolimenses, boyacenses y paisas, nació Mendieta “El Propio” a mediados de 1964.

“Yo tengo mi transporte que es una yegüita puaí, un caballito. Entonces me monté así lloviendo, me puse una carpa y me juí con el celular. Metí el celularcito entre una bolsita plástica y me juí por la carretera grabando, sin ninguna intención de volverme reportero”, aclara.


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Cabalgando sobre ‘la consentida’, como llama a su yegua, don Abundio grabó el primero de sus vídeos. El recorrido lo hizo por las tres vías de penetración que esa semana habían dejado completamente incomunicado a el poblado de El Bosque. La denuncia buscaba llegar a oídos de algún gobernante porque ya son años de carreteras en pésimas condiciones, de caminos de herradura en la que ni las mismas bestias pueden transitar y a las que nadie les ha puesto la mano a pesar de estar demarcadas como rutas de evacuación ante alguna emergencia por la actividad volcánica.

Esa es la situación más problemática que afrontan los habitantes de las veredas Sinaí, Canaán, La Bella, Guamal, Arenales, La Florida, La Esperanza y otras veinte veredas en Murillo. Para los habitantes, no poder sacar los productos agrícolas como la papa, el tomate de árbol, la arveja, el café y la leche que se producen allí, resulta más angustioso que la amenaza constante de una posible erupción del “León Dormido”, al cual admiran a diario como parte del paisaje.

“Apenas está despejado, yo le pongo el lente”, dice don Abundio acerca del Nevado del Ruiz y continúa en uno de sus reportes: “El nevado se permanece en una actividad volcánica muy calmada, él vota humo, eso quiere decir que está, digamos, destapadito y no hay peligro”.

Los murillenses tienen la creencia de que mientras el volcán “esté respirando”, no se corre ningún riesgo; en primera medida, porque en noviembre 1985, a pesar de la tragedia que desapareció a Armero y a más de 20 mil de sus habitantes, Murillo quedó intacto. La segunda razón, es porque llevan una vida entera viendo caer la ceniza de vez en cuando y sintiendo los movimientos telúricos que produce la fractura de rocas al interior del edificio volcánico.


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La tarde de ese trágico día de noviembre de mediados de los ochenta, Abundio se dedicaba a sus labores en la siembra de papa en zona rural aledaña a El Bosque. Sus ojos vieron cómo las cenizas corroían los alambrados y los techos de las casas; sin embargo, en ese momento no se imaginaba la tragedia de la que se enteraría a través de las noticias al día siguiente, cuando escuchó en las descripciones radiales y vio en los reportes de televisión las imágenes: “una cosa pues escalofriante siempre, muy fea”, recuerda con desazón.

En ese momento, Abundio hubiera querido tener un micrófono y estar informando de primera mano los hechos. “Yo siempre he soñado (…) veía por ahí los periodistas, los medios de comunicación y me parecía tan bueno esa vaina, cuenta entusiasmado.

Desde niño, Abundio siempre ha sentido una fascinación por los medios de comunicación. Fue a través de la Radio Sutatenza que aprendió a leer y a escribir. Su madre orientó sus primeras clases en el tablero de madera que ella misma fabricó. En aquel entonces, un líder visitó El Bosque y le entregó un único lápiz, un cuaderno de cien hojas y una caja de tizas.

“Entonces, lo que yo pude aprender fue en un año, porque como le digo, ni siquiera un lapicero yo tuve en la mano, mi mamá fue muy humilde y por eso no pude formar algo representativo”, se lamenta.

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Sin embargo, este campesino es un soñador y a sus 59 años se convirtió en toda una celebridad. El vídeo en el que denunciaba el mal estado de las vías de su región tuvo una gran acogida. Los mismos campesinos y usuarios, quienes lo descubrieron en redes sociales, lo animaron para seguir haciendo ese auténtico periodismo rural. Fueron ellos mismos quienes le dieron el nombre por el que todos los llaman ahora:

- Yo soy propio de esa región, nacido y criao’ en la región… y además es un nombre que la misma comunidad me lo adaptó porque me dijeron: "usted es el propio, hágale”.

Desde aquel día, Abundio Mendieta se convirtió en el ‘Reportero El Propio’. Una colega periodista de Murillo le ayudó a crear la página de Facebook que ahora resuena como la voz de una región y la cara de la cultura que ha permanecido a la sombra del Nevado del Ruiz.

En su cotidianidad, el nuevo periodista va registrando el paisaje, los animales, su trabajo como guadañero, como agricultor, las jornadas de ordeño y de arriería. Casi siempre los jueves baja al centro poblado para entrevistar a los amigos, a las personalidades y a los turistas que suben a conocer la cordillera, el páramo, los frailejones, las palmas, el cañón de Lagunilla, las lagunas de El Escondite y El Corazón; los termales de La Campanita y La Cabaña y al siempre majestuoso Parque Nacional Natural de los Nevados.

‘El Propio’ también es un ejemplo de lo que significa la conectividad a través del internet para las comunidades rurales: poder contarse a sí mismos, narrar desde adentro lo que los medios dicen desde las capitales, existir en el ecosistema web y conectarse con un país separado por brechas sociales y por caminos de herradura. Él mismo, se siente preparado para ser el primer reportero al servicio de Colombia si el cráter arenas llegara a hacer erupción.

“Pero sin embargo pa’ lo que uno nace, eso como que le va llegando a uno, porque es decir que cuando uno sueña las cosas, algún día las alcanza”, concluye optimista don Abundio, mientras da un paseo rutinario sobre su yegua ‘La Consentida’. 

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Escucha aquí la crónica sonora sobre la historia de Abundio Mendieta, 'Reportero el Propio'

 

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