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Una planta usada en rituales indígenas podría tratar la depresión, según científicos en Brasil

De los rituales indígenas al laboratorio: en Brasil, la planta jurema preta, que contiene un potente psicodélico, se abre paso como potencial tratamiento contra la depresión.
Tratamientos contra la depresión: planta en Brasil podría ser la cura
Foto de: Wikipedia Commons
AFP

De los rituales indígenas al laboratorio: en Brasil, la planta jurema preta, que contiene un potente psicodélico, se abre paso como potencial tratamiento contra la depresión.

Disponible en los puestos callejeros de hierbas medicinales que abundan en el gigante latinoamericano, la jurema preta, o mimosa tenuiflora, alberga en sus raíces la Dimetiltriptamina (DMT). Investigaciones en China, Corea del Sur, Estados Unidos, Finlandia y el Reino Unido ya apuntaron que esta sustancia alucinógena podría aliviar la depresión.  

En Brasil, científicos y usuarios dan fe de su potencial, pero hay quien advierte de que "no es una cura mágica".  

"Cuándo tienes tu primera experiencia, parece una lección", dice a la AFP Guaracy Carvajal, quien en 2016 extrajo DMT en su casa a partir de raíces que compró en un puesto callejero en Brasilia.

Siguiendo instrucciones que encontró en internet, este programador de software, de 31 años, convirtió la cáscara marrón que recubre las raíces del árbol de jurema en algunos cristales que fumó en una pipa.

"Parece que hubieras resuelto alguna cosa de tu vida", resume este hombre de brazos tatuados y pelo largo, que ha ensayado varios tratamientos contra la depresión crónica que sufre desde la adolescencia.  

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Foto de AFP 

Publicación en Nature

A 1.700 kilómetros de Brasilia, en la ciudad de Natal (noreste), el físico Draulio Araujo extrae DMT de la jurema bajo estrictas condiciones de laboratorio.

Investigador del Instituto del Cerebro, de la Universidad Federal de Rio Grande do Norte, Araujo y su equipo administraron la sustancia durante seis meses a 14 personas con depresión.

Los pacientes inhalaban DMT vaporizado en globos, bajo supervisión médica.

"La respuesta es rápida. Un día después de la intervención ya presentaron una mejoría importante en sus síntomas de depresión", afirma Araujo.

"Es común que nuestros pacientes digan que algo cambió, una llave abrió algo", detalla.

Sus hallazgos fueron publicados en la revista científica Nature en abril.

En 2024 publicó otro estudio con resultados prometedores en la revista Psychedelic Medicine.

"No es para todos"

Según Araujo, sustancias psicodélicas como el DMT facilitan que las personas "cambien la perspectiva con la que observan ciertos problemas" de su vida.

Carvajal coincide: "Estuve en un estado de cuestionarme" sobre "el trabajo, el día a día", afirma.

"Pasas a tener una vida más leve", resume este brasileño, que sin embargo dejó de usar la planta hace un tiempo.

En Brasil no existe prohibición sobre el cultivo o tenencia de jurema. El consumo de DMT, sin embargo, está prohibido, con excepciones para usos religiosos y científicos.

Araujo advierte que la sustancia "no es una cura mágica" y "los psicodélicos no son para todos".

En sus experimentos los pacientes reciben terapia psicológica y algunos continúan bajo tratamiento farmacéutico convencional.

"Son tratamientos que no implican retirar la medicación. (...) Pueden ser combinados", explica la neurocientífica Fernanda Palhano-Fontes, del Instituto del Cerebro.

"Tenemos pacientes que mejoran mucho, otros que no mejoran nada", agrega Palhano-Fontes.    

Foto de AFP 

"Canales espirituales"

"Brasil ocupa actualmente una posición bastante destacada" en las investigaciones con DMT por el arraigo que tiene la sustancia en la sociedad, sostiene Araujo.

En su uso religioso, las raíces de jurema son combinadas con otras plantas, en una especie de vino que anima rituales con danzas y tambores.

Hace parte de las tradiciones indígenas del noreste brasileño, donde crece la planta.

"No es ninguna alucinación. Mis canales espirituales quedan más accesibles, consigo tener una comunicación mejor conmigo misma", explica Joyce Souza, una joven asistente a una ceremonia de jurema en Planaltina, a las afueras de Brasilia.

Reunidos en el patio de una casa y vestidos de blanco, los más novatos aguardan a que los "iniciados" en el culto entren en trance y traigan mensajes de antiguos espíritus.

Mientras, Araujo busca ampliar sus estudios sobre DMT a un centenar de pacientes.

"Digamos que en cinco años tendremos (...) una imagen clara de cuándo llegará a un escenario clínico real", anticipa el investigador.

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