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Bombo Mocho, la historia del hombre que internacionalizó el porro

Por: Laura Ramírez y Jimmy Cuadros.

Foto: Alejandra Quintana.

Por: Laura Ramírez y Jimmy Cuadros.

Rudis Rubén López es conocido en el mundo de la música como Bombo Mocho, porque le faltan dos dedos en su mano izquierda y toca el bombo en la reconocida Banda 19 de Marzo de Laguneta, la misma que dirige el maestro Miguel Emiro Naranjo. Un grupo musical que durante más de 50 años de trayectoria ha puesto bailar a Colombia y el mundo el porro pelayero.

Rudis toca mejor que cualquiera el bombo, a pesar de que le falten sus dedos meñique y anular en la mano izquierda. Después del accidente que sufrió a la edad de 12 años, Bombo Mocho nunca dudó que quería dedicar su vida a la música, a interpretar el folclor de las sabanas de Córdoba, Bolívar y Sucre, para convertirse en uno de los mejores percusionistas del Caribe colombiano.

Tiene 65 años de edad y más de 50 de experiencia en la música de bandas de viento, de los cuales lleva 44 como bombero en la internacional banda 19 de Marzo de Laguneta, fundada por su amigo Miguel Emiro Naranjo.

Junto a Emiro, Bombo Mocho viajó a Europa a lo largo de cinco años consecutivos, desde 1998, a enseñar con pentagramas el porro de las sabanas del Caribe. La experiencia de ambos fue tan exitosa que el ritmo logró ser internacionalizado, el mismo porro que suena cada año en el Festival Nacional del Porro de San Pelayo se escucha en Francia, gracias a bandas como De Belle.

En Travesías Del Porro llegamos hasta su casa en San Pelayo (Córdoba) para conversar sobre su historia de vida.

Foto: Cortesía.

¿Cómo fueron sus inicios en la música?

Yo nací en 1954 en un caserío de Cereté (Córdoba) llamado El Zapal. Pero de muy joven llegué a San Pelayo persiguiendo la oportunidad de aprender a tocar el bombo, el redoblante, los instrumentos de percusión. Aquí adquirí el conocimiento que tengo respecto a la banda folclórica pelayera. Desde niño aproveché siempre las pequeñas oportunidades, aprendí lo que sé de grandes músicos.

A los 13 años ingresé a la Banda Juvenil de Mangelito, corregimiento de Cereté. Me la pasaba entre Mangelito y San Pelayo, todos los días desde muy ‘pelao’ caminaba de un caserío al otro, para practicar y aprender de nuestra música. Cuanto ya empecé a tocar me juntaba con Carlos Pereira, le decíamos Carlos Pastrana, un gran bombardinista. También recuerdo mucho cuando tocaba de chico con el fallecido clarinetista Alberto Angulo que era uno de los pilares de la Banda Central de San Pelayo.

¿Por qué dicen que el porro pelayero es distinto a los demás?

El porro pelayero no es igual a los otros porros. Este es un porro empírico, cadencioso. En la cadencia de sus melodías y de sus notas el bombo tiene una importancia significativa, solo por eso nuestra interpretación es especial y se caracteriza por la participación de la percusión.

¿A qué se debe el accidente en su mano?

Yo tenía en esa época 12 años. Estaba arriando agua con una caneca de cargar leche, era una cantina de leche de 20 litros, de las primeras que salieron que eran de bronce. Me topé con un piso ‘jabonoso’ de un baño, me resbalé con los dos pies y no puede sacar la mano debajo del tanque y el peso me trituro ambos dedos. En ese momento aún no tocaba bombo.

¿Ese accidente lo desanimó?

Claro que no. El accidente me motivó aún más en mi idea de dedicarme al bombo. Yo soy un campesino luchador, forjador del campo en todas sus expresiones. Entonces cuando perdí mis dedos perdí habilidad para los oficios del campo y por eso decidí entonces dedicarme completamente a la música. El talento afloró muy rápido en mi persona y empecé a tocar en algunas banditas, pero eso no era suficiente. Yo necesitaba entrar a una banda buena porque necesitaba una mayor estabilidad para mi familia.

La necesidad de aprender, a pasar de mi condición, me hizo cada vez mejor en mi oficio con el bombo. Uno cuando tiene ganas de algo en la vida lo puede lograr sin importar las condiciones.

¿Cuándo llegó a la Banda 19 de Marzo de Laguneta?

Llegue por conciencia. Yo estaba en Montería en una feria y allá me encontré con Miguel Emiro Naranjo. Me dijo que le gustaba mi forma de tocar el bombo y me invitó a participar con ellos en el Festival Nacional del Porro en San Pelayo. Yo acepté, pero le dije que iba solo como acompañante. Ganamos el primer puesto y le di las gracias por la oportunidad, pero el me respondió – gracias no, usted se queda del todo a tocar con nosotros-. Han pasado 44 años después de eso, era la primera versión del festival.

Foto: Cortesía.

¿Por qué dicen que usted se encargo de internacionalizar el porro?

En realidad, los que nos encargamos de mostrar nuestro folclor en Europa fuimos Miguel Emiro Naranjo y yo, ambos. En 1998 cuando fuimos a Europa de gira por dos meses y medios con la banda completa dimos a conocer lo que era el porro pelayero. Estando allá un grupo de músicos franceses se enamoraron de nuestro ritmo, los de una banda llamada Alborada. Ellos me propusieron que si me podía quedar con ellos. Esa propuesta se la hicieron en principio a un compañero mío, pero él no se quiso quedar porque le daba temor no saber francés. Luego cuando ya estábamos en Colombia, nos llegó una invitación a Miguel y a mí para dictar unos talleres en Francia, y yo si no lo pensé dos veces. Durante cinco años estuve trabajando con ellos allá.

¿Qué más le ha dejado la música a su vida?

La satisfacción de haberle mostrado al mundo nuestro folclor. La satisfacción de llevar el porro pelayero a otros lugares del globo terráqueo. La plata viene, pero también se va, me siento complacido de la vida que he tenido. La música me dejó la alegría de hacer historia junto con Miguel Emiro. Si uno no hace historia es como si no hubiera existido.

Foto: Alejandra Quintana.

¿Cuál es su mensaje para las nuevas generaciones?

El mensaje que les dejo a las nuevas generaciones de músicos de la región, es quiero pedirles con mucho cariño y con mucha responsabilidad, que no dejen acabar el porro con el formato tradicional, porque se le está haciendo un daño al folclor.

Yo le propongo a la junta del Festival Nacional e Internacional de Porro Pelayero que rescaten el formato tradicional de la interpretación del porro porque sino, no va a quedar nada de nuestro folclor, quedará solo un porro sintonizado. El público no entiende ese mensaje estructural, el público solo entiende el mensaje de la música popular. Si quieren hacer nuevas propuestas háganlo con otro nombre, porque le van a quitar el nombre al porro, le van a quitar su sabor.

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