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“Quedarse en el Dial”

La columnista Deysa Rayo defendió la labor de la Radio Nacional y cuestionó las afirmaciones de Ana María Mesa sobre su salida, resaltando el crecimiento de la audiencia, los avances en infraestructura y el compromiso con una radio pública diversa e incluyente.
Deysa Rayo

Como muchos, lamento la salida de Ana María Mesa Villegas de Radio Nacional de Colombia. Así como se lo manifesté personalmente, hoy se lo reitero de manera pública; lo siento porque sé de sus calidades humanas y profesionales, y del gran aporte que durante este tiempo hizo a la radio pública.

Y justamente por eso me sorprendió leer su columna “Cambiar el Dial”, donde escribe sobre su salida, no sin antes soltar una serie de imprecisiones y juicios livianos que enlodan el trabajo juicioso y comprometido de mis compañeros, así como los logros contundentes que ha tenido la radio pública durante esta etapa.

Mientras la leía, tuve la sensación de estar frente a una novia a la que su pareja dejó y que, llena de dolor, sale a hablar mal de ese hombre al que tanto amó.

Anotas en tu columna: “Lo que sí es verdad es que Radio Nacional de Colombia no es hoy ni la sombra del proyecto que yo ayudé a construir”.

¿No es ni la sombra? Claro que no es ni la sombra; es que es mejor. Y no lo digo yo, que al igual que tú llevo muchos años aportando a la construcción de este proyecto. Lo dicen las cifras de las encuestas que tú, livianamente, minimizas.

Escribes también: “Pero en eso estamos, en hablar de cifras de crecimiento de audiencia que son mentirosas.”

Es decir, ¿si las encuestas mienten en sus mediciones, entonces mienten no solamente en la de nuestra audiencia sino en la de todas las emisoras? Es un hecho, hemos crecido en audiencia como nunca antes, y eso no se puede negar.

Añades, además: “Queda en la institución muy poca gente que recuerde cómo medíamos el impacto de nuestro trabajo”. Lamento decirte que sí queda mucha gente que recuerda cómo medíamos el impacto. ¿Tú lo recuerdas? Yo sí: nunca se midió porque para las anteriores gerencias eso nunca fue importante. Pero sí que lo es. Un medio de comunicación se valida por su audiencia, no importa si somos públicos o privados. La razón de ser de la radio son sus oyentes, principio básico de la radiodifusión.

Por ello, crecer nuestras audiencias debe ser parte de nuestra misionalidad, y en esta Gerencia eso se ha logrado, y con creces. Ahora bien, ¿cómo se ha logrado? No sacrificando contenidos; por el contrario, sumando aquellos que le interesan a la gente, esa misma a la que tú dices que no le llegan las mediciones. Claro, es que no les llega ni la luz. ¿Pero sabes qué sí les llega? La Radio Nacional de Colombia, la misma que tú sales a desprestigiar porque no renovaron tu contrato.

Esa Radio construida con las voces de las minorías, de los campesinos, de los pueblos indígenas, de las comunidades afro. Las mismas voces que, según tú, “no pudieron armonizarse con el primer gobierno de izquierda de nuestro país”. ¿No pudieron armonizarse? Pero si son esas voces las que salen diariamente a agradecer nuestros contenidos, que se han fortalecido y sumado a lo que hemos construido.

¿Acaso no has escuchado a los campesinos emocionados porque, después de mucho tiempo, pueden escuchar nuevamente las transmisiones de las vueltas ciclísticas, del fútbol femenino, del fútbol profesional, de los Juegos Olímpicos, de los Panamericanos? Las transmisiones de los festivales como el de la Cachama, el Petronio, el del Joropo, el de la Cumbia… es decir, de toda la diversidad de lo que somos como país.

¿Cómo puedes decir entonces que “es una radio en campaña política”?
¿En campaña por mostrar nuestra diversidad cultural?
¿Por visibilizar los logros positivos del gobierno que los medios privados se niegan a mostrar?
¿Por darle voz al campesino y no al dueño de la finca?
¿Por darle el micrófono a la gente pobre y no al acaudalado empresario?
¿Esas son las indicaciones que dices que reciben los periodistas?
Claro, somos la radio de la gente.

Ahora bien, no todo en tu columna son imprecisiones. Hay algo de verdad y varias apreciaciones en las que coincido. Una de ellas es sobre el “estilo” que maneja la Subgerencia de Radio, que claramente no es el más apropiado y dista mucho del trato digno que la Gerencia de Hollman Morris nos ha dado a todos.

Y no es solamente la mejora salarial, incremento que ha beneficiado especialmente a los periodistas de las regiones, a quienes solo hasta ahora se les reconoce el valor de su trabajo como nunca antes se había hecho. También está la renovación de los estudios y las cabinas de radio a nivel nacional, así como la construcción de nuevas instalaciones con los mejores estándares de calidad.

A esto se suma la construcción en Bogotá de una hermosa sala de redacción —que no existía— llamada “Germán Castro Caycedo”, en homenaje al gran maestro del periodismo. Y la remodelación de la vieja cafetería, que pasó de ser un lugar lúgubre para convertirse en uno de nuestros espacios favoritos de encuentro. En síntesis, esta Gerencia ha dignificado como nunca antes nuestra labor como periodistas.

No se podría decir lo mismo de mis colegas en los medios privados, donde las injustas condiciones laborales, el maltrato y el acoso son pan de cada día. Lo que ocurre es que ellos no salen a denunciarlo, porque si lo hacen podrían ser vetados de por vida.

Por el contrario, para los periodistas y contratistas de RTVC a quienes no se les renuevan sus contratos, salir públicamente a manifestarlo —como en tu caso— genera una supuesta ola de solidaridad y respaldo que, en muchos casos, solo sirve para alimentar el odio y la desinformación de contradictores y enemigos. Usan la situación como un arma política para desprestigiar a un gobierno y a una Gerencia.

Sí, la programación ha tenido algunos cambios, como en el caso de “El Campo en la Radio”, programa que lideré durante siete años y que ahora se llama “El campo de mis amores”. Un nombre que no me gusta, pero que en el fondo —que es lo realmente importante— mantiene su esencia: la de ser una ventana al campo colombiano, donde campesinos y campesinas levantan su voz, hablan de sus realidades, de su cotidianidad, de sus necesidades y donde, en resumen, son escuchados y visibilizados.

¿Hay cambios? Claro. Y debe ser así. No podemos pretender que una nueva Subgerencia mantenga todo igual; para eso existe: para generar cambios y transformaciones, y ello conlleva decisiones lamentables, como la de no renovar contratos a compañeros que, como en tu caso, duele ver partir. Pero también es cierto que nadie es “eterno en el mundo”, que los ciclos se cumplen y que los cargos no son para siempre.

Hablas de una cifra que ronda los 50 despidos en Radio Nacional. Al igual que tú, no tengo las cifras exactas, pero estoy segura qué más del 90 % de la Radio Nacional se mantiene. Todos los equipos de las regiones —incluido el tuyo en Manizales— siguen intactos. Todos mis compañeros en la franja cultural continúan, con contadas excepciones.

Claro, también han salido compañeros a quienes no se les renovaron sus contratos y a los que, como tú, nunca se les dio una explicación de su salida. Pero no nos digamos mentiras: esa no es una práctica de ahora. Eso siempre ha pasado, incluso en las administraciones que dices admirar tanto.

Y en eso estoy totalmente de acuerdo contigo: todo trabajador debería tener derecho a saber por qué no seguirá en una entidad a la que le ha entregado su vida. Y aunque es a todas luces injusto, también es cierto que no están obligados a explicarlo, por una sola razón: no somos trabajadores, somos contratistas.

Y bajo esa premisa hemos convivido en lo público, con la precarización de nuestro trabajo y la amarga incertidumbre de la renovación —o no— de un contrato. Espero que esa detestable práctica algún día cambie y que por fin se formalice el trabajo de los periodistas de los medios públicos. Pero, repito, eso no es culpa ni de este gobierno ni de esta Gerencia.

La Radio Nacional de Colombia ha cambiado, y seguramente faltan muchas cosas por mejorar, como las que acabo de mencionar, pero el espíritu de la radio pública se mantiene hoy más vivo que nunca. “Estar siempre al servicio de la nación”, decía el presidente Eduardo Santos en su inauguración.

Y ese espíritu ilumina el quehacer diario de un equipo de periodistas y técnicos comprometidos con ese propósito: estar al servicio de la gente. Un propósito que Hollman Morris, desde su dirección, ha logrado plasmar en una parrilla diversa e incluyente, con contenidos informativos y culturales de alta calidad, pensados siempre en la gente.

Finalmente, aprovecho para pedir respeto para todos los compañeros que trabajan en RTVC, desde el gerente hasta las personas que laboran en servicios generales. Basta ya de insultos y amenazas; de estigmatizarnos; de abuchear a nuestros periodistas; de decirnos que somos unos vendidos o que “eso lo dicen para cuidar el contratico”. No más. Paren ya tanto odio.

Los trabajadores de RTVC merecemos respeto, y yo, personalmente, puedo decir que me siento muy orgullosa de formar parte de los medios públicos.

¿Cambiar el dial? No. Quédense con la Radio Nacional de Colombia, la radio de todos.

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