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La salud mental: el reto pendiente de la pandemia

Los efectos de la Covid-19 son un llamado a reflexionar en torno a la prevención, el autocuidado y la búsqueda de soluciones innovadoras en pro del bienestar de la población.
Salud mental en postpandemia
Foto: Pixabay
Yaneth Jiménez Mayorga

Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la pandemia por Covid-19 ha desencadenado un aumento del 25 % en la prevalencia de la ansiedad y la depresión en el mundo. Esto ha llevado al 90 % de los países encuestados por el organismo internacional, a incluir la salud mental y el apoyo psicosocial en sus planes esenciales de respuesta al Covid-19. 

“La ansiedad y la depresión se presentan ya no debido al asilamiento y al encierro, sino al volvernos a encontrar luego de enfrentar situaciones como la pérdida de familiares o del empleo, que ocasionan a la vez altos niveles de estrés debido a la incertidumbre que se produce en torno al  futuro. Esto genera otro tipo de riesgos como el consumo de sustancias, algunas alertas de suicidio, violencia intrafamiliar, trastornos de sueño, las cuales evidencian la necesidad de ofrecer una atención integral en salud”, señala María del Pilar Buitrago, docente del Departamento de Formación Lasallista de la Universidad de La Salle. 

Para Cristian Giraldo León, psicólogo, magister en neurociencias y docente de la Universidad Politécnico Grancolombiano, los principales desafíos que deja la pandemia están relacionados con atención a comunidades vulnerables, aumento de casos de ideación suicida y problemas emocionales como trastornos de humor, neuróticos y de estrés. Para el experto, el retorno a la cotidianidad requiere acompañamiento en comprensión, regulación y expresión social y emocional. 

“Las estrategias deben estar centradas en aumentar el conocimiento de las rutas de atención en salud mental, mejorar el impacto de las campañas de prevención y promoción. Además, favorecer los sistemas de salud en centros de salud, locales, regionales y hospitales puedan recibir la información para la atención oportuna y establecer acciones que tengan en cuenta condiciones como el sexo, la edad y las regiones”, agrega Giraldo.  

Asimismo, para Carlos Londoño, especialista en Consultoría en Familia y Redes Sociales de la Universidad de la Salle, es importante que se vinculen más profesionales de psicología a los servicios de salud, “porque aunque Ascofapsi, la Asociación de Facultades de Psicología y el Colegio Colombiano de Psicólogos reportan más de 100.000 psicólogos, no estamos haciendo presencia suficiente en algunos territorios como las zonas de conflicto armado, o donde hay poca cobertura de redes de comunicaciones”, manifiesta el experto. 

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También es fundamental, agrega Londoño, que dentro de los planes de beneficios en salud, PBS, se le den mayor prioridad a la salud mental, "pues muchas veces cuando se inicia la ruta a través de la consulta en medicina general, el médico no siempre considera pertinente o relevante derivar a un servicio de psicología o psiquiatría. Así mismo, que las citas de psicología duren un tiempo suficiente, por lo menos 45 minutos, para que el paciente pueda hacer todas sus  revelaciones, y se generen agendas más rápidas que garanticen tratamientos y acompañamientos mucho más efectivos”. 

Lecciones y oportunidades 

Y si bien en torno al abordaje de la salud mental en tiempos pospandémicos aún se presentan desafíos importantes, los expertos coinciden en que los efectos de la pandemia dejan significativos aprendizajes y aspectos positivos. 

Para María del Pilar Buitrago, entre las ganancias están que las personas han sido capaces de volver a mirar quiénes son, a entender que el cuidado de la salud mental no corresponde solo a quienes han sido diagnosticados con un desorden o un trastorno psicológico o psiquiátrico. A ser más flexibles, a abrir la mente y a comprender las nuevas dinámicas de las interacciones educativas, laborales, sociales, a generar entornos más saludables y protectores, a ser más resilientes frente a estos procesos.   

“Nos ha devuelto la necesidad de pensar en lo sencillo, de disfrutar lo cotidiano, a gozar cada instante. A aprovechar el tiempo con las familias, e incluso los momentos de soledad. A entender que estamos en este presente, a ser más conscientes de lo que somos y lo que queremos ser”, afirma la docente. 

Otros grandes cambios, agrega Carlos Londoño, es que cada vez “más personas son conscientes de la necesidad de la atención en salud mental, y no solo de atención terapéutica, sino desde otros espacios de la vida cotidiana como los ambientes escolares y laborales. Se ha vuelto un tema del que se habla más tranquilamente, un asunto que tiene mayor visibilidad en las agendas institucionales, al que se le ha empezado a dar mayor relevancia a la normatividad existente, y a que la gente sepa que puede acceder a estos servicios”.  

Servicios entre los cuales se destacan, por ejemplo, "las rutas que se mencionan en la Política Distrital de la Secretaría de Salud de Bogotá como: la ruta de atención para la promoción y mantenimiento de la salud, la ruta integral de atención en salud a grupos de riesgo con trastornos psicosociales y del comportamiento, y la ruta de atención en salud para eventos específicos tales como: esquizofrenia, conducta suicida y demencia”, añade Giraldo. 

Para la OMS, de otro lado, el uso de la tecnología digital ha acelerado la implantación de nuevas modalidades de trabajo y de comunicación. Estas han permitido reducir el tiempo de desplazamiento al lugar de trabajo, estudiar de forma flexible, realizar consultas médicas a distancia o pasar más tiempo con nuestras familias, favoreciendo una mejor calidad de vida.

La crisis también ha permitido vislumbrar otros aspectos positivos de la sociedad como “la solidaridad entre vecinos y la valentía de los profesionales sanitarios y otros trabajadores esenciales que no han dudado en arriesgar su propia salud para atender a sus comunidades, hasta la colaboración entre países para proporcionar socorro de emergencia e investigar sobre tratamientos y vacunas”, acota la OMS. 

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