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¡Cómo duele decir adiós! Relatos desde el corazón Awá

Unión, esa es una de las características de la comunidad Awá Kamawari asentada en la costa pacífica nariñense; eventos como nacimientos, mingas de pensamiento y otros más cargados de sentimiento como la despedida de un ser querido que trasciende a otra esfera de la existencia, hacen que amigos, familia y líderes, concentren su solidaridad.

Unión, esa es una de las características de la comunidad Awá Kamawari asentada en la costa pacífica nariñense; eventos como nacimientos, mingas de pensamiento y otros más cargados de sentimiento como la despedida de un ser querido que trasciende a otra esfera de la existencia, hacen que amigos, familia y líderes, concentren su solidaridad.

“Pero es diferente fundirse en un abrazo cuando por motivos que obedecen al curso natural, un miembro de la comunidad deja de existir, a cuando por factores diferentes como una mina anti persona o un hecho de violencia arrebata a un Awá de su tan fraterna comunidad”, así lo relata Yan Carlos Chaucanes, joven del pueblo Aguadé, una de las células que integran a este grupo poblacional rodeado de mar, selva y cobijado por el radiante sol del piedemonte costero.

“Cuando un compañero, un hermano Awá fallece y está lejos del casco urbano, porque hay veredas ubicadas a 8 kilómetros de distancia, nosotros fabricamos el ataúd con la misma madera que proporciona la naturaleza, así se hace la despedida, acompañamos a la familia, son dos días y ese espíritu es entregado a sus mayores a sus ancestros”, describe Yan Carlos.

El viaje que devuelve ese espíritu a la tierra y luego los eleva de nivel con sus antepasados se armoniza con los sonidos de la tradicional marimba, un instrumento que nace de las guaduas y las chontas y que según Cecilia Guanga “se toca en pareja”. Su pareja, nos contó Cecilia, también falleció y era su hermana. Ahora se dedica a tocar ahora sus tonadas sola en funerales y en el cabo de año, acto de recordación que se hace por parte de la familia en duelo. Las interpretaciones musicales para estos casos se denominan agualarga o aguacorta.

“Algunas personas quieren que uno les toque solo la marimba, otras piden que se incluya cununos o tamboras, eso depende del gusto de cada familia” dijo Cecilia y recalcó que las nuevas generaciones están alejándose de la tradición, por eso no es fácil encontrar una compañera o compañero que haga dúo con ella para tocar marimba.

“El pesar que siente la viuda, los hermanos, hijos y padres al igual que amigos y comunidad es sin duda intenso, los productos que proporciona la naturaleza son usados para aliviar en parte la pena del cuerpo y del alma”, nos contó Yuliana Rodriguez, del resguardo Ramos Mongó.

“Yo fui al funeral de un líder de la comunidad, él iba caminando a Piedra Verde donde vivía, y pisó la mina, el compañero que iba detrás de él fue el que informó a la familia, a él lo cogieron, lo envolvieron en una cobija y lo llevaron así, después lo velaron y lo llevaron a la bóveda. En el cabo de año, se pone la comida que a él le gustaba, se toca la marimba y se lo recuerda”, comentó Yuliana.

Marco Antonio García Guanga del resguardo Pialapí, que también pertenece a la comunidad de los Indígenas Awá, un pueblo que se niega a desaparecer, quiso compartir con la Radio Nacional de Colombia el sentimiento que rodeó el trágico evento en el que perdió la vida un hombre muy cercano a sus afectos, lo difícil que fue decirle adiós a un compañero, a un amigo.

Su tono cambió en la charla cuando nos relataba su experiencia. También nos detalló la forma como ellos asumen la desaparición de uno de sus indígenas: “Nosotros no podemos dejar a un compañero indígena se desaparezca y no haya ninguna razón, entonces nosotros nos reunimos entre los líderes, gobernadores, médicos tradicionales, los mayores y seguir la investigación como justicia indígena”, expresó.

Experiencias que envuelven tradición y ancestralidad pero que demuestran que ante el duelo, el corazón de un Awa, como el de un indígena de otra comunidad, o uno de cultura occidental como ellos nos denominan, siente de la misma forma. El color de piel, la música que se escuche o las creencias de un ser humano nos individualizan, las mismas nos hermanan en colectivos que nutren una gran comunidad que se llama Colombia: todos aportamos, todos somos parte de la planeación y realización de una nueva historia.

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