“Todas las plantas transforman la luz del sol. Todo el poder curativo y nutritivo de las plantas, en última instancia, lo que nos está dando es energía solar. Ellas hacen un proceso muy conocido que se llama fotosíntesis y mediante esa transformación solar fabrican moléculas. Muchas de esas moléculas son nutritivas, pero muchas son curativas, tienen poder antinflamatorio, bactericida, lubricante, relajante del sistema nervioso y muscular, etc”, asegura Gómez.
Algunos de los medicamentos más usados en el mundo tienen una base vegetal. El Valium, por ejemplo, no es más que la modificación farmacéutica de la valeriana, así como el sauco es el elemento principal de la famosísima aspirina. Es que las plantas son los medicamentos originales que, además, tienen muchos menos efectos secundarios, efectos que son la cuarta causa de muerte en el mundo.
Pero no hay que enfrentar a la medicina alopática con la medicina natural. Como confirma Gómez, ambas son un complemento: “La medicina es todo lo que le sirva a mi paciente para mejorar. No nos podemos poner con fanatismos porque caeríamos en posturas radicales y excluyentes que no conducen a nada. Indudablemente, la medicina oficial y científica ha hecho unos aportes grandísimos, pero cuando tú miras el panorama de las millones de consultas que se hacen, la mayoría se podrían resolver cambiando hábitos de vida, el modo de alimentarse, el manejo del estrés, con más higiene del sueño, con nutracéuticos (suplementos nutricionales) y con plantas medicinales”.
Es muy importante tener en cuenta que, tal como sucede con la medicina tradicional, la automedicación tampoco está recomendada a la hora de buscar curación en las plantas. Con ellas también aplica aquel precepto de que todas las personas y organismos son diferentes y una misma planta no sirve para todo el mundo.
Aún así, siempre habrá algunos consejos útiles provenientes de personas como Ana María Cruz, vendedora de plantas medicinales en la Plaza de Paloquemao. Ella tiene su propia recomendación para la gripa: mora silvestre, poleo, miel; para la tos: el marañón, y para el dolor de cabeza recomienda el confrey.
Si el problema es en los huesos, los músculos o las articulaciones están la chuchuguaza y el cararé. Para la fiebre, sobre todo en los niños, se recomienda el matarratón, por su efecto antibiótico y relajante y la higuerilla y la manzanilla, dicen que son buenas aliadas de la piel.
Ahora, hay otros terrenos mucho más polémicos en cuanto a plantas curativas se refiere. Por ejemplo, la marihuana, que ya emprendió su camino en el Congreso colombiano en busca de autorización con fines medicinales. Aunque hay muchas voces en contra, Sergio Isaza, presidente de la Federación Médica Colombiana, defiende la iniciativa y asegura que múltiples investigaciones confirman sus efectos analgésicos y para el manejo de alteraciones del ritmo cardiaco. Además, como expresa Isaza, no es una cuestión exclusiva de la marihuana, una polémica parecida se suscita en torno a la cocaína o la morfina, que tiene uso restringido. “Lo importante es la regulación de su uso y control, expresa el Presidente de la Federación.
También hay una gran división en torno al uso del yagé, una planta usada por los indígenas para aliviar cuerpo y espíritu. Desde el corazón verde del Putumayo, el Taita Javier Dorado, médico ancestral indígena yanacona, cuenta que a su centro de curación han llegado personas con “cáncer, maleficios, reumatismos, neuralgias, tensión alta y gastritis”, entre otras.
Lo anterior demuestra que desde la gripa hasta el cáncer tienen un retador en alguna planta con poderes medicinales. Sin embargo, no se trata de ir al jardín, arrancar una “matica” y comérrsela. Las prácticas médicas en nuestro país están reguladas por la Ley 1164 de 2007 o Ley del Talento Humano y siempre se recomienda acudir a un experto a la hora de aprovechar la curación que nos ofrece la naturaleza.
Ya lo decía Voltaire: el arte de la medicina consiste en divertir al paciente mientras la naturaleza realiza la cura.
Por Juliana Cañaveral