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El arte urbano palpita en la Séptima

Esta avenida ha sido testigo de la historia de capital y actualmente es uno de los corredores culturales más reconocidos de Bogotá.

Por: Richard Hernández y Daniela Godoy.

La carrera Séptima es una de las vías más emblemáticas de la capital colombiana, por todo su valor histórico y cultural. Su creación se remonta en la época de la Colonia, recién fundada Bogotá.

Sobre la naciente carrera Séptima, se construyeron: la Catedral Primada, el convento de Santo Domingo, las iglesias de Santa Bárbara, San Francisco, La Tercera, La Veracruz, Las Nieves, San Agustín y San Diego.

Según el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, “Entre 1884 y mediados del siglo XX circuló por su línea más antigua el tranvía de la ciudad que era halado por mulas, y comunicaba a Bogotá con Chapinero. A comienzos del siglo XX, se instaló el sistema eléctrico, aunque esto no desplazó el uso peatonal de la vía”.

También por esta arteria se llevaba a cabo el desfile del Corpus Christi e incluso hay un registro fílmico de 1915 realizado por Vincenzo di Doménico.

Así mismo, por esta carrera desfilaron personajes como la Loca Margarita, el Bobo del tranvía, el negro Chivas, Pomponio, Goyeneche y el Artista Colombiano y su fiel secretario, quienes con su inofensiva locura les daban una pincelada colorida a la Bogotá de aquel tiempo.

La Séptima fue testigo mudo de sucesos dolorosos como el asesinato en 1948 del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, lo que generó el Bogotazo; la masacre de estudiantes que protestaban por la muerte del joven estudiante de medicina de la Universidad Nacional de Colombia, Uriel Gutiérrez; el incendio en 1958, del almacén Vida, que dejó 88 muertos, el incendio en 1973, del edificio de Avianca y el holocausto del Palacio de Justicia en 1985, entre otros hechos luctuosos.

En la actualidad esta arteria comienza en la Avenida Primero de Mayo, en el popular barrio 20 de Julio, de la localidad de San Cristóbal, atraviesa las localidades de La Candelaria, Santafé, Chapinero Usaquén y termina en La Caro, del municipio de Chía.

Con la aparición de grandes centros comerciales en la ciudad, el centro de Bogotá al igual que el barrio Restrepo, Chapinero e incluso el 7 de Agosto fueron afectados en su comercio.

Sin embargo, este sector por donde pasa la Séptima, comprendido entre la Calle 11 hasta la Calle 26, ha sobrevivido y se mantiene más vivo que nunca gracias a las obras de la peatonalización de esta importante vía, la cual ya se encuentra ejecutada de la calle 11, hasta la Avenida Jiménez y que se va a prolongar hasta la Calle 26 y de la Calle 10 hasta la Calle séptima.

Realizamos un recorrido de la Calle 24, hasta la Calle 11, para registrar por este corredor cultural diferentes manifestaciones de arte urbano.

A una cuadra, nos encontramos con Aníbal, una artista habitante de calle, quien con su acento paisa nos da la bienvenida a la Séptima, mientras permanece recostado sobre el pavimento, el cual le sirve de lienzo para pintar, unas vistosas aves, utilizando, pedazos de ladrillos, piedras y carbones.

Foto: Esteban Herrera.

Aníbal, quien tiene el nombre de uno de los grandes estrategas militares de la historia (Aníbal Barca, el general cartaginés), cuenta como se inició en este arte:

"Yo soy un pintor empírico, desde niño siempre me gustó dibujar, por eso para mí el arte, es pasión, es expresión de lo que el hombre puede manifestar al mundo por medio de la pintura, es lo que mostramos a la sociedad, como lo han hecho grandes pintores como Van Gogh, quien murió pobre, pero que dejó muchas obras hermosas, como Los girasoles, unas de las obras más caras en la historia de la pintura”.

A escasos metros, una música cautiva la atención de varios transeúntes, se trata de la banda Famuska, (Familia Musical Caminante), cuyo nombre hace alusión a sus vivencias, ya que se encuentran viajando desde Suramérica y quieren dar a conocer su talento en las calles de la ciudad, tal como han hecho en Ecuador y Perú, entre otros países. Famuska es una agrupación que interpreta jazz gitano y está conformada por jóvenes de Francia, Italia, Argentina y Colombia.

Varios de los instrumentos son creados por ellos, como un lavadero de metal antiguo, acompañado de un gallo de plástico, que es tocado por Tuka, como lo llaman sus amigos.

“El arte urbano es la posibilidad de entregar alegría a las personas sin que se les cobre por ello”, dice Juan Pablo, líder de la agrupación.

Seguimos caminando hacia el sur y en la Estación Museo del Oro, junto al Banco de la República, nos encontramos a Tíber José Gómez Alegría, un personaje que hace honor a su apellido: “Yo vengo de Timbiquí, Cauca, puro Pacífico, a orillas del mar y ríos”.

Hace 18 años se dedica a ‘azotar marimba’, como él le llama; las mazas, (también utilizadas en el malabarismo) son sus amigas, que lo han acompañado desde que empezó sus ‘primeros pinitos’ en la música bajo el sol y la lluvia.

Este hombre descubrió a través de la música su verdadera felicidad y la transmite, con un espectáculo en el que irradia la fuerza de la Costa Pacífica en las tardes capitalinas.

Para Tíber trabajar en la Séptima significa: “tocar la marimba y cantar en el centro es muy bueno, pasan muchas personas que vienen especialmente a ver los artistas y esta es una manera para que lo conozcan a uno fácilmente”.

Foto: Esteban Herrera.

Seguimos nuestra ruta y notamos a la derecha, la entrada a los antiguos Sótanos de la Jiménez, en los cuales se llevaban diferentes actividades culturales y comerciales y que ahora son ocupados por una universidad pública, para enseñar artes escénicas.

Luego a pocos metros pasamos por el lugar donde mataron al líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, en cuyo sitio se encuentran varias placas, las cuales nos recuerdan uno de los episodios más violentos de nuestra historia.

Más adelante, los sonidos de un arpa se roban nuestra atención y nos dejamos envolver por el canto de un hombre venezolano acompañado por su conjunto llanero, quien muy amablemente nos hace una venia con su sombrero. Su nombre es Julio Gómez y nos comenta su experiencia en nuestro país: “el Llano es uno solo, la frontera las establecimos después; nosotros venimos a amenizar las tardes de quienes deambulan por acá”.

Con rimas, bandolas y maracas hacen que numerosos ciudadanos se detengan, para dejarse transportar al Orinoco colombiano y claro está, a Venezuela, allí donde las posibilidades de ingresos seguros se volvieron mínimos, hasta para sus ciudadanos y por eso la migración hace parte del nuevo paisaje de esta galería cultural.

Antes de llegar a la esquina de la calle 13, nos encontramos con otro venezolano, se trata de Ramón Barragán, que día a día anda en el rebusque disfrazado de estatua humana, la cual representa a un pescador que parece estar sentado en el aire.

Aunque Barragán, también es cantante de música llanera dice que: “le va mejor haciendo este personaje, porque la gente trata de encontrar el truco de cómo uno se mantiene como si estuviera levitando. Los colombianos aprecian mucho el arte y eso es lo que yo más valoro, la respuesta del público ha sido aceptable”.

Más adelante, al frente del edificio Manuel Murillo Toro, donde funciona el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, (MinTIC), se instala con un gran parlante, es Adam Salsa, quien con sus boleros nos transporta a 1953, cuando los mexicanos Pablo Beltrán Ruíz y Luis Demetrio compusieron‘¿Quién será?’.

Dando un paso a adelante y otro atrás empieza su show: “¿Quién será la que me quiera a mí?, ¿quién será?, ¿quién será?”, y de fondo se oye a un pequeño coro de personas que siguen la canción y se detienen a escucharlo y observarlo.

“Este género es inolvidable y por eso lo elegí. Aquí en la Séptima es donde realmente se encuentran los talentos, de este lugar han salido varios artistas, aunque es complicado trabajar en la calle, lo desempeño con amor, y aspiro algún día a tener un golpe de suerte y así poder encontrar la fama”, señala Adam.

Al llegar a la esquina de la Calle 12, quedamos contagiados con la música de Mache Mache, una banda formada por un peruano, dos dominicanos y un colombiano:

“La historia es corta porque llevamos tres meses de formación, lo hicimos aquí en la Séptima, amamos tener contacto con la gente, realmente es lo mejor que me ha pasado”, señala Marín Posada, líder de la agrupación.

La salsa y el jazz son los géneros favoritos que les gusta interpretar como grupo; porque se han dado cuenta, que estos ritmos atraen mucho al público. Por eso Marín se siente agradecido con la gente y por eso señala: “Este es mi trabajo real y mi oficina es la calle”.

Cerca al Museo de la Independencia-Casa del Florero nos encontramos con un esqueleto rockero, que hace la mímica de famosas canciones. Se trata de ‘huesos’, una marioneta hecha con plastilina y resina, la cual es manejada con gran destreza, por Luis Alberto Ramírez, más conocido como Lucho Marionetas.

“Tengo un teatro bien particular, es uno que atrae a niños y adultos, lo bonito es que a los mayores los transporta a volver a su infancia y en este escenario callejero le gente se lleva un recuerdo de mis marionetas, a las que quiero mucho”, asegura Lucho mientras suena el tema Rock n Roll Train de la banda australiana AC/DC, para que huesos entre en escena.

Y así finalizamos este pequeño recorrido cultural, en donde queda demostrado que por esta querida carrera Séptima: transitarán muchas generaciones; seguirá siendo la favorita de los capitalinos y quedará incrustada en sus corazones, como los rieles del tranvía, que aún permanecen en algunas partes de esta importante vía bogotana.

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