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Festival Petronio Álvarez: "La vida sigue sus rieles"

Andreíza Anaya, presentadora del espacio "Afrocolombia", habló con Heraclio Parra, compañero de juerga y música del legendario Petronio Álvarez.
Cali, verde ciudad. Lugar que alberga lo majestuoso de la naturaleza, dice un nativo, al preguntarle por qué los árboles en las calles demuestran su imponencia: tupidos de hojas verdosas, altura dominante y ramas entrecruzadas en su cúspide. Demuestran protección y hospitalidad.
Las mismas características con las que los caleños reciben a los visitantes de la sucursal del cielo, y en general en las tierras del Pacífico colombiano.
Lo natural marca y define la vida y el carácter de la gente del Pacífico, quizá de allí deriva el nombre de ésta región.
"El Negro Cuco" como lo reconocieron en su tierra natal gracias a su astucia, tenía como nombre de pila Patricio Romano Petronio Álvarez Quintero.
Era un hombre "amable, parrandero,no peleaba con nadie, su respuesta en una pelea era sacar una composición, su trompada era una canción" afirma el escritor bonaverence Heraclio Parra, quien de joven, compartió con este ícono de la cultura pacífica al interpretar canciones con él. Un hombre nacido el 1 de octubre de 1914 en la Isla de Cascajal, cerca de Buenaventura, un puerto de mar como él lo llamó en su canción más reconocida "Mi Buenaventura .
La guitarra era su fiel amiga desde muy joven y la música fue su motor de vida. Así como el motor de la Locomotora "La Palmera"
que incontables ocasiones condujo siendo maquinista de los Ferrocarriles Nacionales, que hoy se conservan como monumento nacional en Cali.
Para los foráneos queda la impresión, que ésto y una que otra anécdota recurrente, es lo que se sabe de la vida de este mítico y emblemático personaje.
"Sentimos nostalgia, mis padres nos cuentan que mi abuelo "Cuco" se sentaba con su guitarra en la casa, mientras la tocaba les
echaba cuentos de miedo, y ellos después no podían dormir" cuenta su nieta Isabel Copete Álvarez, mientras destaca también que su abuela Veneranda Arboleda a sus 99 años, aun los acompaña y manifiesta ser orgullosa de los reconocimientos a su esposo.
Pasarían 30 años de la muerte de Patricio Romano Petronio Álvarez Quintero para que en honor a él, "El Cuco" se creara el Festival de Música del Pacifico Petronio Álvarez", que se celebra anualmente en la ciudad de Cali y el cual se ha convertido a través del tiempo en vitrina de la identidad cultural del Litoral afropacífico, cumpliendo el objetivo del antropólogo caleño Germán Patiño ideador de este evento que en 2013 llega a su versión número XVII, y hace honor a la marimba de chonta, sus ritmos y cantos, declarados por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Petronio Álvarez, fue intérprete de sones, milongas, bambucos, y por supuesto currulaos y chirimías. Esos mismos ritmos que convocan anualmente a artistas locales, turistas, investigadores, periodistas, o simplemente, personas sedientas de conocer otras culturas, otras formas de vidas, y de celebración.
"Llevar el apellido Álvarez, es una responsabilidad porque la población afro siempre está en espera de lo mejor, las personas ven en tí el legado artístico que nos dejó mi abuelo, porque va más allá de la música, unos somos artesanos, otros cocinan, otros cantan o tocan..." afirma su nieta.
Y es esa riqueza de manifestaciones la que se aprecia en su más pura expresión, durante el Festival Petronio Álvarez con una destacada organización, y salvaguardando una cultura entera.
En este evento convergen los saberes y los sabores de 4 departamentos, que el arroz atollao, la empanada de piangua, el borojó y por supuesto, el "rey" chontaduro, en sus incontables preparaciones. Concreto ejemplo de la tradición aprendida de generación en generación "nuestras raíces son africanas, y nosotros para preservar los alimentos, por ejemplo, la carne se salpresaba, se metía en olla de barro y se enterraba en un hueco en la tierra, esa era nuestra nevera" Ema Caicedo - chocuana.
Con preocupación por la pérdida de lo ancestral, "la intentamos rescatar, nosotras cultuvamos las plantas y las recogemos mientras le hablamos, porque hay que hablarle a las plantas" comenta Yenny Renteria, de la organización Tesoro de la Selva, encargada de realizar medicinas tradicionales, un proceso de mujeres que presentan en el Petronio Álvares, a demás de sus productos, cómo los han tecnificado sin poner en riesgo la tradición.
Los afros como población aborigen, han estado estrecha y armoniosamente ligados a la naturaleza, no en vano y sabiamente se ubican a las riberas o mares o selvas para garantizar su subsistencia. "Estas cortezas me han sacado a delante, dándole el uso necesario con bolsos, sombreros, etc." comenta la señora Cordoba Parraden mientras moldea un sombrero con la textura del "cabecinegro y damagua" cortezas que extrajo de los árboles de la selva y que son la materia prima de las Artesanías Villasan del Chocó, presentes en este Festival.
Una tarima imponente igual que los árboles de las calles de Cali, es el escenario donde al ondear los pañuelos blancos con cada currulao, chirimía o abosao, retumban las Canchas Panamericanas e inmediatamente crea un éxtasis en los asistentes, que inicia con el paso del traspié de la chirimía, continúa con la energía que contagia a los bailadores para hacer simultanea y expontanteamente una coreografía y finaliza con un júbilo en coro de "Ay!"
Por supuesto, un éxtasis pacífico, en donde no pueden faltar las bebidas típicas, "el viche" por ejemplo, que es la destilación más pura de la caña. Y también, el "tumbacatre" "el arrechón" "la tomaseca", en fin todas sus derivaciones, cuyos nombres característicos dan cuenta de las particularidades de la población afropacífica, que permiten que estas bebidas tengan tantos usos paralelos: "le sirve a uno para sacar el frío, para evitar problemas de prostata, para los ovarios de la mujer, para limpiar lo que es matríz " relata la señora Clara Inés Angulo, procedente de Buenaventura.
Todos tenemos una misión en la vida, cada tiempo es preciso, y Petronio Álvarez parece que supo que aun después de fallecido, su vida seguiría un recorrido misionero para enaltecer la diversidad cultural de un país, y preservar la identidad de una región, porque un día cualquiera en Los Ferrocarriles, su compañero "El Negro Martínez" le llamó la atención sobre la velocidad alta a la que conducía, sabiamente "El Cuco" respondió: "Déjala que ella sigue los rieles"

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