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¿Qué es el correo sentimental?

El denominado 'Correo Sentimental' se convirtió en un ícono de la radio colombiana, mostrando abiertamente el acoso sexual y la violencia intrafamiliar.

Quienes aún recuerdan a la Doctora Corazón, de Nuevo Mundo; a Solución a su problema, de Todelar y a otros programas de correo sentimental, probablemente recuerden las voces melodramáticas de actores leyendo cartas de otras mujeres anónimas que buscaban orientación para los problemas del afecto, el deseo, el amor y la sexualidad.

Recordarán, seguramente, historias de rupturas amorosas, desilusiones, amores platónicos e incomprensión. Sin embargo, de lo que pocos son conscientes es que, mucho más allá de ser una recopilación de cursiladas, el correo sentimental fue un formato vanguardista y en algún grado feminista. En una época cuando los sentimientos eran algo que se ocultaba y subestimaba, estos programas se pusieron al aire en las cadenas radiales más escuchadas del país, y se trataron como un asunto serio desde una perspectiva a menudo femenina. Algo impensable en la muy conservadora Colombia del siglo XX: en el correo sentimental se habló abiertamente de acoso sexual y violencia intrafamiliar.

Esta modalidad radial, además, se originó en la década de los 70, una época en la cual los psicólogos no solo eran poco comunes, sino que sus servicios eran un privilegio de las clases altas. Antes de que las violencias de género ocuparan un lugar en la opinión pública, actrices y productoras como Flor Vargas, Mariela Home, Leticia Palacio y la legendaria Cecilia Fonseca de Ibáñez, abrieron en la emisora un buzón destinado a recibir cartas donde sus oyentes, en su mayoría mujeres, escribían sus consultas acerca de asuntos sobre los que no había espacios para hablar abiertamente sin temor a ser juzgadas. Las mujeres tuvieron especial liderazgo y credibilidad en estos programas, los cuales, en un entorno mayormente dominado por hombres, significaron poco a poco la incursión femenina en más espacios.

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Leticia Palacio en los estudios de Caracol radio. Foto: Archivo Personal Leticia P. Tomada de https://xiomaracruzh.wixsite.com/radionovelaviva

El historiador Nelson Castellanos nos cuenta que, si bien el formato fue disruptivo, los consejos de los correos sentimentales nunca llegaron a ser explícitamente emancipadores. La sociedad colombiana seguía siendo patriarcal, católica y mensajes que abiertamente se fueran contra la tradición podrían llegar a verse como subversivos y ser censurados. No obstante, estos programas ciertamente plantearon temas de debate. Castellanos rescata también que, al ser un formato carente de imagen, abrió la puerta para que personas inconformes con su apariencia física, en algunos casos incluso personas desfiguradas, heridas o enfermas, expresaran sus congojas desde la invisibilidad.

Las radionovelas siempre han sido espacios donde la audiencia se siente identificada, pero mucho más en el caso del correo sentimental, pues quienes escuchaban tenían expectativa de que sus propias historias sonaran en la radio.

Los libretos eran directamente basados en las cartas recibidas, aunque la misma Flor Vargas nos confesó que era tal el volumen de correspondencia que recibían, que a su equipo le fue humanamente imposible leer más de un cuarto de lo que llegaba.

Flor Vargas encabezaba el equipo de Doctora Corazón. Era actriz, libretista, y había recibido formación psicológica específicamente para ese programa. Le acompañaban siempre un médico y un abogado que indicaban a que instituciones acudir. Ocasionalmente, la actriz Leticia Palacio también ponía su voz para dramatizar con todo el sentimiento las cartas que recibían. Dichas cartas se leían siempre firmadas con seudónimos como “Manzana triste”, “Golondrina Rebelde” o “Flor Marchita del Campo”

Si ahora, injustamente, sigue siendo difícil para muchos hombres expresar sus sentimientos, lo era aún más en la época de la Doctora Corazón. Supimos por Flor Vargas que en una de las pocas ocasiones que un hombre se atrevió a consultarla el consejo acabó funcionando. Fue tal la emoción de este oyente que, al otro día, llegó eufórico a la emisora en búsqueda de Flor Vargas y, cuando la encontró, como en un gesto de gratitud… ¡Le puso un fajo de dinero en la cartera! Flor lo rechazó, pero nos cuenta que era relativamente común que sus seguidores se emocionaran con locura.

El Consultorio de Elena Francis

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Maruja Fernandez, locutora del consultorio de Elena Francis. Tomada de https://www.alzheimeruniversal.eu/2010/11/11/el-consultorio-de-elena-francis/

Toda esta tónica reivindicativa y abierta del correo sentimental no fue siempre así. La primera versión en español de este tipo de programa fue el Consultorio de Elena Francis, un programa radial de España surgido en 1947. Tomó de algunas columnas del periódico el formato de responder cartas de mujeres que acudían al programa buscando consejos sentimentales. Durante las primeras décadas de su emisión, los españoles pensaron que la señora Elena Francis existía y que se trataba de una mujer de la alta sociedad. Sus valores, sin embargo, correspondían con los del régimen de Francisco Franco y solía recomendar a las mujeres abnegación, compostura y dedicación al hogar y sus maridos. Aun así, fue uno de los programas de mayor audiencia en la radio española y prontamente replicado en América Latina.

Solución a su problema, que inicialmente se llamó Así resolvemos su caso, estuvo al aire en Todelar desde 1972 hasta 1995 donde Deisy Lemus fue una de las últimas actrices y consejeras. Su salida del aire fue cercana a la de la radionovela Kalimán y dio cuenta del ocaso de las radionovelas. No obstante, el género del correo sentimental sigue ciertamente vivo con nuevos nombres. Los dramatizados televisivos con el mismo formato siguen existiendo con gran éxito y, ocasionalmente, es posible encontrar espacios radiales de esta naturaleza.

Uno de los grandes aportes que hoy nos dejan estos programas son los archivos de cartas. Estos nos permiten no solo hacernos una idea de los problemas del corazón que afectaban a las personas para entonces, sino identificar diferencias idiosincráticas en las clases sociales, dificultades para conseguir un trabajo e, incluso, cómo se entendía el sentido de la vida misma.

 

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