Los negociadores, encabezados por el exvicepresidente Humberto de la Calle, tienen previsto partir sobre las 19:30 GMT hacia la capital cubana, donde residen los delegados de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) desde que se inició el diálogo en busca de la paz en noviembre de 2012.
"Ojalá en la próxima cumbre (de la Celac) en Costa Rica (en 2015) podamos decir que el conflicto armado en Colombia ha terminado. Seguiremos trabajando duro para que así sea", dijo el presidente Juan Manuel Santos durante la reunión llevada a cabo los días 28 y 29 de enero.
En un comunicado divulgado antes de la Cumbre la Celac desde las "Montañas de Colombia", las FARC manifestaron también su deseo de "contribuir" al propósito de proclamar a Latinoamérica "zona de paz" y solicitaron que el organismo regional sea una de las "fuerzas" que potencie los diálogos de La Habana.
El inicio de este nuevo ciclo del diálogo también llega marcado por el protagonismo cobrado en los últimos días por la posibilidad de que el Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), otra guerrilla colombiana, inicien también un proceso de paz. El ELN, menos poderoso que las FARC, cuenta, según informaciones oficiales, con cerca de 1.500 combatientes.
En los últimos días se ha especulado con que Ecuador acoja este proceso negociador o, al menos, juegue un rol importante, unas conjeturas alimentas por el propio presidente ecuatoriano, Rafael Correa, con el que Santos se reunió también en La Habana.
"El señor presidente Santos y el pueblo colombiano pueden tener la seguridad de que aquí tienen a sus servidores y en lo que podamos ser útiles para alcanzar la paz solo tienen que decírnoslo", dijo Correa.
Hasta ahora, los países que habían sonado con más fuerza para acoger el diálogo con el ELN eran Brasil y, sobre todo, Uruguay, cuyo presidente, José Mujica, se ha ofrecido en reiteradas ocasiones a Santos.
Sea como sea, los negociadores iniciarán este vigésimo ciclo negociador centrado en el problema de las drogas ilícitas y del narcotráfico, el combustible que alimenta el conflicto armado y que desangra a Colombia desde hace décadas.
EFE