San Juan del Cesar, La Guajira, es la cuna de los compositores vallenatos. Allí se creó el paseo romántico, una de los aires del género. Sus letras son dedicadas al amor, al desamor, a las mujeres y a las anécdotas que rodean ese sentimiento. En esa cuna han nacido Hernando Marín, Hernán Urbina, Aurelio Núñez, Marciano Martínez y Gustavo Gutiérrez. ¿Los conoce? Posiblemente no, pero a quienes han interpretado sus canciones seguro que sí: El Binomio de Oro, los Hermanos Zuleta, Diomedes Díaz, Iván Villazón, Jorge Oñate, Rafael Orozco.
Uno de aquellos desconocidos se llama Máximo Movil, “El indio de oro . Murió en San Juan del Cesar. Era analfabeta y aserrador, trabajaba con la madera. En una parranda se le dio por cantar una de sus composiciones y desde ahí se hizo grande con los grandes. La canción Aunque sufriendo te olvido fue interpretada por Beto Zabaleta; Rafael Orozco cantó Presentimiento, autoría de Movil; Mujer conforme fue llevada a los escenarios por Jorge Oñate.
José Armando Movil, hijo de “El Indio de oro , recuerda que él tarareaba la melodía y la letra sin anotarla en un papel, era su don. Por esa razón ninguna de sus canciones quedaron inéditas. Todas sus composiciones fueron interpretadas.
Pero a pesar de lo anterior, cuenta Miromel Mendoza, “Máximo Movil Mendoza murió limpio, pobre y arruinado .
La casa donde viven sus hijos y su esposa, aquella que compró y construyó gracias a la canción La vecina, interpretada por Diomedes Díaz, es humilde; sin puertas ostentosas, piscinas, esculturas de caballos o camas gigantes adornadas de bordaduras árabes. En sus paredes de ladrillo, entre almanaques y cristos crucificados, cuelgan fotos del compositor junto a Emiliamo Zuleta Baquero y Lorenzo Morales, célebres por la disputa que dio origen a La gota fría. Ese es el retrato de un juglar que no fue enterrado en medio de un espectáculo mediático.
Miromel Mendoza pertenece, como cualquier emperador asiático, a una dinastía de capa y espada; los suyos, desde hace más de tres generaciones, son acordeoneros y cantantes; él no se quedó atrás.
Mendoza, alternando con la venta de periódicos, yuca y bocadillo con queso, componía canciones desde niño. En 1974, cuando tenía 14 años, entró en el mundo de la composición cuando Elías Rosado interpretó, en el álbum Negra querida, su canción Sueños de niñez.
Desde entonces, como buen bohemio, dice él, necesitó del trago para seguir componiendo. Confiesa: “El compositor de aquí se bebe la plata cuando le llega .
Miromel compuso Mi novia, interpretada por Los Betos; Miguel López cantó Buscando consuelo, también de la autoría de Mendoza; Morenita, de Diomedes Díaz, fue otra de las composiciones del sanjuanero, así como Sindicado de amor, que hicieron suya Los Embajadores Vallenatos. Esta última canción, dice Miromel Mendoza, fue hecha por un bohemio perseguido por los suegros.
Aunque es arquitecto, y aunque se dedicó a este oficio por más de veinte años, Mendoza confiesa que no puede dejar de escribir. Actualmente, tiene más de treinta canciones inéditas que esperan ser interpretadas por un cantante que lo busque, y no al contrario. Al fin y al cabo, como dice él, esa es la lógica de la composición:
“Antes, todos los cantantes buscaban al compositor de experiencia. Ahora, el compositor tiene que estar detrás del cantante. Yo no busco a nadie, menos si son de la nueva ola, –y añade– la nueva ola es una musiquita brincadita. Tú no sabes si es un paseo rápido, paseo lento o un paseo tradicional... Sea lo que sea, yo les pido a esos músicos que no maltraten a la mujer con versos ofensivos que la cohíben . Y sentencia: “El sanjuanero es un romántico, nada de nueva ola .
Tanto Movil como Mendoza son parte de ese mundo infinito de parranda, sombreros vueltiaos, cantos y licor. Lo extraño es que, a pesar de ser granos pesados, el sabor que le dan al género no tiene reconocimiento. Como en el rock o el pop, en el vallenato pesa más el frontman que el cerebro musical; pesa más un Diomedes que un Máximo, tanto en vida como en muerte.
Por: Juan Sebastián Salazar / @juanssalazar