Más que Fútbol: Brasil y su arte “antropófago”
La modernidad llegó al gigante latinoamericano con aires de rebeldía, que se manifestaron en ese intento de los artistas por representar la fuerza de sus raíces, luego de “devorar” lo que desearon de corrientes europeas como el cubismo y el expresionismo.
Para las primeras décadas del siglo XX Brasil experimentaba cambios políticos y sociales de gran magnitud, la llegada de millones de inmigrantes de Europa que modificó la distribución de la riqueza, la tierra cafetera y la creación de industrias, la fundación del Partido Comunista Brasileño, la revolución de 1930 impulsada inicialmente por las fuerzas militares descontentas con el gobierno de turno, entre otros sucesos.
Todos los registros marcan como punto de partida de la corriente del arte modernista el año de 1922 cuando se realizó por primera vez la Semana de Arte Moderno de São Paulo. Los abanderados entonces eran entre varios intelectuales Mário y Oswald de Andrade en la literatura y Anita Malfatti en la pintura. Otra personalidad reconocida que si bien no participó en la “Semana 22” si influyó en la época de manera directa en el arte fue la pintora Tarsila do Amaral.
Anita y su obra El Faro
Tarsilia y su obra Abaporu
La polémica publicación del Manifiesto Antropófago, escrito por Oswald de Andrade en mayo de 1928 en el primer número de la recién-fundada Revista de Antropofagia, marco algunos parámetros de cuál era el objetivo de esta corriente. En un lenguaje metafórico lleno de humor, con frases impactantes, el texto reelabora el concepto eurocéntrico y negativo de antropofagia, es decir, si para el europeo civilizado el hombre americano era salvaje y de algún modo inferior por prácticas como el canibalismo, en la visión de Andrade esa índole caníbal permitiría, en la esfera de la cultura, digerir las formas importadas para producir algo genuinamente nacional.
Otras figuras como Cândido Portinari se enmarcaron en el día a día de los trabajadores de los cafetales, en las marcas que las labores dejaban en sus pies y en sus manos, representándolas en obras como “Café de 1933 y que fue reconocida a nivel internacional.
Cândido y su obra Café
El Arte abstracto vino del otro lado del continente para nacionalizarse con el pintor japonés Manabu Mabe quién se enfocó en naturalezas muertas y paisajes.
En la actualidad la explosión artística de Brasil ha llegado a nuevas generaciones que han explorado diversas técnicas a través de las cuales reflejan su visión del mundo.
La pintora, grabadora e ilustradora Beatriz Milhazes ha tomado los colores y las formas geométricas para generar composiciones enmarcadas en la yuxtaposición y superposició de los elementos.
Vik Muniz se formó inicialmente como escultor pero enfocó su obra al arte visual. Ha apropiado obras clásicas como La Monalisa para recrearla y transformarla en materiales como jalea y mantequilla de maní. Sus ilusiones ópticas creadas con pequeños trozos de papel cautivan a los expectadores.
El viaje por los espacios y los sentidos ha estado a cargo de Ernesto Neto, con sus instalaciones busca investigar los aspectos comunes de las relaciones humanas a través de esculturas que apelan a la sensualidad y la corporalidad, como con su obra “El cuerpo que me lleva”.
Este recorrido por las texturas, los colores y las corrientes del arte brasilero, seguirá su rumbo durante esta semana con los testimonios de aquellos artistas que llegaron a nuestro país en un viaje por el descubrimiento de su obra que cada vez se hace menos regional y más global, confirmando a Brasil como potencia cultural.
Eveling Rico, redacción web