Aún recuerdo los colores de esa televisión de los 80, que esperaba con paciencia al sábado para congregar a toda la familia.
El brillante Roberto Gómez Bolaños, a sus 85 años desaparece de nuestro mundo tras haber estado delicado desde noviembre del año pasado, después de tres falsas alarmas, cuando algunos medios informaron de su fallecimiento y él salió después con su humor característico a decir que no era cierto. Hoy fue verdad.
Chespirito, fue su nombre artístico y le dio vida a una serie de personajes que con su gran genialidad permanecerán en la mente de todos durante mucho tiempo. Traducido a varios idiomas, fue quizá el único que logró colonizar el mundo con la televisión latinoamericana, para una época en que poco o nada se sabía sobre hacer televisión.
Cómo olvidar esos vastos efectos especiales que durante decenas de años nos hicieron reír, cómo olvidar la historia del chico huérfano que divertía y al mismo tiempo hablaba de la realidad de muchos niños alrededor del mundo. El Chavo dignificó las vecindades y le dio un espacio en la gran pantalla a lo popular, a las historias de ladrones de poca monta, doctores un poco locos y superhéroes de carne y hueso.
Chilango como ninguno, vivió toda su vida en México DF hasta que hace algunos años la altitud empezó a dejarlo sin aliento y se mudó a Cancún, donde hacia las una y media de la tarde, partió de este mundo ante la tristeza de millones de personas que crecimos y vivimos de sus historias.
Tampoco se podrá olvidar aquella twitcam que alguna vez hizo y en la que dialogó con más de 42 mil personas conectadas. Eso fue por allá en 2011, cuando decidió abrir su cuenta en twitter y tuvo en un día más de 170 mil seguidores y que hoy tiene más de 6 millones. Fue bonito también leer sus pensamientos, esa ternura con la que agradecía los comentarios de las personas y sus chistes que jamás lo abandonaron.
Su último post lo escribió en septiembre de este año y esta vez los médicos informaron que se nos iba un grande, al que lo encontró la muerte en Cancún, dónde vivía desde hace algunos años.
Muchos siempre pensábamos en desenmascarar el mito de las tortas de jamón, qué era ese singular platillo que parecía estar condenado a ser el sueño eterno de ese huérfano delgadito y bajito que no podría nunca estar más de malas. O el cruce de refranes que hacían que los grandes se destornillaran de la risa. Chespirito también nos dejó un lenguaje, que logró traspasar fronteras.
Y Florinda Meza su amor de toda la vida, la mujer con la que trabajó toda la vida y quien haría parte de un elenco que no tiene comparación, pese a que con los años se distanciaron y hasta se pelearon por los derechos de estos personajes maravillosos, en una entrevista afirmó que ya no había rencores, mientras todos veíamos a ese hombre chiquito con el corazón más grande, sentado en una silla en plena plaza de Soacha.
Pasó a ser entonces el viejito sencillo, agradecido con todos aquellos que fueron sus compañeros de set durante los 20 años en que se produjo la serie. 20 años que le dieron la vuelta al mundo y que aún hoy, 21 años después de haberse emitido el último capítulo, siguen sacándonos alguna sonrisa.
Se fue Roberto Gómez Bolaños, pero su obra seguirá siendo parte del imaginario de Latinoamérica.
Pipipipipipipipí…
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