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Chirimía caucana: la incansable labor del maestro Walter Meneses

La expresión más relevante del Cauca se mantiene gracias a la labor de cultores musicales que se resisten a dejar que este género musical desaparezca.
Rubén Darío Zúñiga

El trabajo artesanal de Walter Felipe Meneses es bien conocido en el Cauca. Es uno de los pocos cultores dedicados a la preservación de la chirimía, un estilo musical impregnado en el adn de los caucanos, y que, mediante instrumentos de madera, es una de las expresiones artísticas más características de esta región del país.

Este músico caucano, que además ejecuta la flauta de carrizo con una virtuosidad única, también es compositor y tiene un taller en el barrio El Empedrado de Popayán, para la construcción de instrumentos propios de la chirimía como las tamboras, flautas, charrasca, redoblante, mates, maracas, caja, triángulo y quijada de burro.

Para Walter este legado nació gracias a su padre ya que desde muy niño “caminaba junto a los mayores y desde ahí empecé a adquirir todo este conocimiento. Él me llevaba a las procesiones del domingo de ramos y a otras procesiones en un tiempo en el que las chirimías acompañaban estos espacios”, cuenta este artesano al recalcar que “el espíritu chirimero se quedó en mi y se ha mantenido hasta ahora”.

Chirimía caucana: la incansable labor del maestro Walter Meneses

Un legado por mantener

Y es que la chirimía caucana es un grupo de música tradicional que interpreta ritmos propios del Cauca y que, mediante alegres o nostálgicas composiciones, narra el territorio y describe la cotidianidad de su gente.

“Es una expresión de la montaña, también de la ciudad. De todos los campesinos e indígenas que cuentan a través de la música, de los bambucos y los pasillos. Es un lenguaje profundo de nuestro departamento”, explica el maestro Meneses.

Hoy en día y aunque esta expresión musical, es, quizás, la más representativa del Cauca, aún no ha sido reconocida como patrimonio de interés cultural en el departamento.

Chirimía caucana: la incansable labor del maestro Walter Meneses

Esta ha sido una razón por la que un grupo de investigadores regionales se ha adentrado en el propósito de establecer una Ruta de la Chirimía Caucana: el objetivo es la salvaguarda de esta expresión cultural, así como la identificación, el reconocimiento y establecimiento de un plan que la proteja y que ayude a que sea declarada como Patrimonio Inmaterial de la región, y posibilitar su inclusión en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación.

“Muchos maestros nos han legado esta música y nuestro deber es conservarla y mantenerla perdurable. Es un patrimonio que debemos cuidar todos, sin detenernos un solo momento en ese esfuerzo”, enfatiza el maestro Walter.

Una tradición que se hereda

Ese trabajo se ha visto reflejado, por ejemplo, en el traspaso del conocimiento artístico a la siguiente generación, como en el caso de Felipe Meneses, hijo del maestro Meneses.

“Él nos ha transmitido esa pasión por las flautas y tamboras, por supuesto por el significado de la chirimía. Mi padre siempre nos ha motivado a enamorarnos de esta música, a crear los instrumentos, a comercializarlos, pero sobre todo a mantener la felicidad de este legado”, comenta.

Y es que, para este joven, las músicas caucanas tienen una relevancia especial porque muestran las costumbres originarias de la región y la concepción propia del territorio. “Es un amor que se explora, que va al origen y nos muestra nuestras raíces. Por eso muchos jóvenes estamos en la tarea de proteger a la chirimía, y no nos vamos a detener en ello”.

¿Qué es la chirimía caucana?

La chirimía caucana constituye un grupo de música tradicional que interpreta como instrumentos básicos la flauta y la tambora; dependiendo del lugar, la ejecución de los instrumentos se amplía. A medida que el territorio va cambiando, se introducen más elementos musicales como la charrasca, redoblante, mates, maracas, caja, triángulo y quijada de burro.

Dato

Los antepasados de los payaneses, es decir los "pubenenses" no sólo acostumbraban la música para sus areitos y bambucos sino que todas sus formaciones militares eran presididas por una chirimía, que bajo las órdenes de un director no cesaban de tocar sus aires marciales durante el combate, los cuales le daban a los guerreros animosidad en la pelea y ardor ofensivo en la contienda.

 

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