Miradores, un renovado impulso al turismo rural en Huila
Pequeñas cabañas que se levantan aquí y allá en medio de las formaciones montañosas de las cordilleras Central y Oriental que bordean los límites naturales del departamento del Huila.
Estructuras en madera y metal que parecen aferrarse al viento, casi sobre abismos y acantilados, con pisos en madera, cristal o una malla de cuerdas. Restaurantes con un colorido menú, en su mayoría de gastronomía local.
Y columpios, figuras de corazones y otros elementos llenos de alegría: así podría comenzar a describirse la muy variada y creciente oferta de miradores que hoy aprovecha una ascendente demanda turística en esta región del país.
Para sorpresa del visitante, hay miradores en prácticamente todos los 37 municipios de Huila. Y hasta de los mismos huilenses, que comparten su entusiasmo por los miradores en redes sociales al mencionar “aquel sitio tan bonito que conocí el otro fin de semana” o “un lugar increíble para ir en familia o pareja”.
Esa misma pasión coincide con el auge del turismo rural en todo el mundo, y que en el caso del Huila aprovecha la abrupta topografía que mira, invariablemente, a las montañas de la cordillera de enfrente y al río Magdalena y sus paisajes.
“Es una tendencia que surge con la búsqueda de destinos ‘instagrameables’”, indica el asesor en turismo, Albeiro Castro. La palabra, que se acuñado entre expertos en temas turísticos, se refiere a aquellos lugares que se difunden rápidamente mediante fotografías y vídeos a través de la red social Instagram, que ha resultado clave en este proceso.
Castro destaca algunas iniciativas que comenzaron a marcar “un hito y un precedente” hace menos de cinco años, y que están transformando la actividad recreativa en el Huila en torno a paisajes y fotografías.
“Los miradores son sin duda unos de los motivadores de viaje. Y si se trata de un destino accesible y seguro, con mayor razón tiene un crecimiento en el número de visitantes”, reconoce Castro.
Los miradores cuentan, como denominadores comunes, la oferta de varias actividades en contacto con la naturaleza, desde senderismo, campismo y fogatas, pasando por servicios de hotelería y restaurante, y música -si la hay- a bajo volumen, e incluso en vivo, hasta su atractivo más especial: un espacio abierto para observar el paisaje, disfrutar de los atardeceres y desde el cual se pueden hacer fotografías de los visitantes con el marco del escenario natural.
La mayoría está en lugares por encima de los mil metros sobre el nivel del mar, aunque no es la norma.
Para Daniel Sanz, exsecretario de Cultura y Turismo del Huila, este tipo de emprendimiento significa un importante desarrollo para la economía del departamento. “Debo felicitar a los empresarios que le han apostado al Huila, a quienes han visto en esta oferta un negocio importante para la región”, subrayó Sanz.
“Desde el norte hasta el sur y en todos los rincones, hay alrededor de cien miradores que se unen no solo a los atractivos naturales sino culturales de la región”, menciona el exfuncionario.
En ello coincide con lo que plantea la Organización Mundial del Turismo, que señala que “el turismo rural, al igual que el turismo de montaña, tiene un gran potencial para estimular el crecimiento de la economía local y el cambio social, por su complementariedad con otras actividades económicas, su contribución al PIB y la creación de empleo”.
Yulieth Bocanegra, asesora comercial de uno de los miradores, resume estos términos al concluir que es “muy valioso llegar a un lugar y disfrutar en familia, sea en pareja o con amigos, y pasar un rato agradable. Disfrutar de la magia y la tranquilidad que cada lugar ofrece, y de las atracciones que le brinde cada uno de estos espacios”.
