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Diez canciones de José Barros, el cantor del río

No hay un hombre más fecundo en la historia de nuestra música que José Benito. Sí, José Benito Barros Palomino, el cantor del río.
Diez canciones de José Barros, el cantor del río
Foto: archivo.
Luisa Piñeros

No hay un hombre más fecundo en la historia de nuestra música que José Benito. Sí, José Benito Barros Palomino, el cantor del río, el hombre que hablaba con la luna y los pescadores, que tenía por amigo un gallo tuerto o que se enamoraba a simple vista de las pilanderas. 

Nacido en el Banco, Magdalena, una tarde de domingo en 1915, desde muy niño trabajó en varios oficios para aportar en su casa. Fue hijo de un emigrante brasileño y una descendiente de indígena pocabuyana. Fue el quinto hijo de esa familia, su padre falleció cuando él solo tenía tres años. Empezó a cantar desde los 10 años de edad, apoyado por los hombres ribereños que lo acompañaban con sus guitarras. Así, en medio de muchas dificultades, José Benito dejaba volar su imaginación a la vez que se rodeada del encanto que el Río Magdalena le propiciaba, de ahí la inspiración para un hombre que compuso unas 700 canciones con los relatos mas asombroso sobre el amor, la vida, el paisaje, las mujeres, los animales, el río, los pescadores. Todo a ritmo de porro, cumbia, paseo, pasillo, vals, tango, ranchera, bolero. 

Estas es una selección de sus canciones más significativas en la voz de otros artistas:

El Gallo tuerto: Compuesta en Bogotá en 1945, el Gallo Tuerto se hizo famosa en toda América, fue interpretada por orquestas extranjeras e hizo parte de algunas películas mexicanas.

Las Pilanderas: Una canción a las mujeres trabajadoras, las que se dedican a pila’ el arroz y el maíz para preparar la deliciosa chicha de mamo con panela, característica de la Depresión Momposina.

El pescador (alegre pescador):  Un homenaje a los hombres de río.

Pesares: Una canción con un sabor agridulce, de las más apetecidas por los músicos andinos para interpretar. El pasillo Pesares fue escrita para su segunda esposa Amelia Caraballo.

La Piragua: una de sus composiciones más reconocidas a nivel internacional. La compuso en Bogotá en 1960. Diez años después, regresaría a su natal Banco, Magdalena. 

Navidad Negra: Compuesta a su regreso al Banco, Magdalena, es un himno lleno de esperanza y jubilo. El buen hijo regresó a casa. En 1971 creó el Festival Nacional de la Cumbia. 

Momposina:  Hasta la Sonora Matancera tiene una versión de esta enamoradiza canción.

El Vaquero: Su pluma siempre fue fina y fantástica, capaz de capturar la esencia de los personajes que lo rodeaban. Aquí una nostálgica historia de amor. 

Palmira Señorial: Barros no solo le cantó al Caribe, también lo hizo a esta hermosa ciudad en el Valle. 

La Llorona loca:  Las realidades, las fantasías, los mitos, las leyendas; todo hizo parte del universo que circundó a José Barros. Aquí la historia sucede en Tamalameque. 

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