Plinio Córdoba: Una leyenda del jazz colombiano que dejó un legado a toda una generación
En su pequeña oficina de Chapinero, un hombre enorme en tamaño y en historia, nos exponía todas su fotografías, premios, discos y publicaciones y ofrecía a sus visitas una charla amena y cargada de jazz. Siempre con su sonrisa de marfil y su corbata bien enmoñada. Nacido en 1935 en San José de Purré, Chocó, Plinio creció entre ritmos tradicionales del Pacífico que más tarde fusionaría con el lenguaje del jazz, creando un estilo inconfundible que lo convirtió en una figura esencial para varias generaciones de músicos.
Autodidacta y perseverante, llegó joven a Bogotá, donde comenzó tocando en bares y escenarios modestos hasta consolidarse como uno de los bateristas más respetados. Integró agrupaciones emblemáticas como Plinio y su Sonido de América, participó en festivales como Jazz al Parque y acompañó a destacadas figuras de la música tropical y del jazz. Su virtuosismo en los solos y su capacidad para dialogar entre la tradición afrocolombiana y la improvisación jazzística le valieron el reconocimiento de colegas, críticos y estudiantes.
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El Centro Nacional de las Artes, Delia Zapata Olivella manifestó en su cuenta de X: "Pionero, maestro, jazzista fundamental. Un baterista cuyo pulso cambió la música colombiana desde la sencillez de quienes transforman sin buscarlo. Hasta siempre, maestro Plinio Córdoba".
Además de su carrera artística, Plinio fue un mentor generoso. Fundó la Fundación Musical Plinio Córdoba, desde la cual impulsó talleres, procesos formativos y la preservación de las prácticas musicales del Pacífico. Su legado pedagógico es hoy tan importante como su obra en los escenarios.
Keshava Lìévano, periodista y comunicadora hizo homenaje al maestro en su columna para el portal de noticias, Chocó 7 días: "Cuando llegó a Bogotá —sin escuela y sin padrinos— ya traía en las muñecas una memoria antigua, una elasticidad que más tarde asombraría a jazzistas y tropicalistas por igual. “La fuerza no está en el brazo —decía— sino en la muñeca, que es donde vive el ritmo".
En sus últimos años enfrentó problemas de salud, incluyendo una condición pulmonar que lo obligaba a usar oxígeno permanentemente. Pese a ello, continuó rodeado de música, afecto y homenajes de la comunidad artística. Su fallecimiento fue confirmado por familiares y medios nacionales, que destacaron que murió “en paz”, en la misma casa bogotana donde vivió durante décadas.
El país prepara ahora diversos actos de despedida y memoria. Para músicos, investigadores y amantes del jazz, Plinio Córdoba no solo fue un intérprete brillante: fue un puente entre culturas, un guardián de la tradición rítmica del Pacífico y un referente cuya influencia seguirá marcando el compás del jazz colombiano.
Gracias Plinio por tanta música.