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Melissa Pinto: "‘Mi picó’ tiene, sobretodo, un significado político para mí"

Conoce ‘Proyecto Colonia’, tercer disco en la carrera de la cartagenera nacida en 1987.
Melissa Pinto tercer disco de su carrera: canciones
Foto: Melissa Pinto / Peter Tummers
Luis Daniel Vega

La juguetona melodía de 'Mi picó', el tema que abre el nuevo disco de Melissa Pinto, cabalga sobre una base rítmica que conjuga afrobeat, soukous y champeta. En seguida aparecen dos piezas vocales: 'Macondo, el cuento que se llevó el viento', una cumbia engalanada con la voz de Urpi Barco, y 'A ve´ A ve´', una chalupa cantada por Lucía Pulido.

Hasta ese trecho, que es una reminiscencia de sus orígenes caribeños, el ambiente es tórrido y luminoso. Luego, hacia la mitad de la grabación, la atmósfera se torna densa e introspectiva: "Debo decir que no fue una ambigüedad intencional –aclara Melissa-. Caí en la cuenta de ello al momento de establecer el orden de las pistas. Tal vez en esa segunda parte, de manera muy inconsciente, lo que hice fue contrastar el frío del invierno y la nostalgia por el Caribe".

Entre estos dos estados de ánimo transcurre ‘Proyecto Colonia’, tercer disco en la carrera de la cartagenera nacida en 1987.

A propósito de su estreno, la pianista evoca su infancia, recuerda sus años universitarios en Bogotá y nos revela algunos pormenores de una grabación compuesta y grabada en tierras alemanas.

Familia Caribe

"Nací en el barrio El Recreo, de Cartagena. De niña tocaba teclados en la iglesia y también en la orquesta tropical del colegio. Por otro lado, las mujeres de mi familia fueron una fuerte influencia musical: solían cantar cada vez que hacían los quehaceres cuando estaban en casa".

"Recuerdo que en esos años las grandes orquestas tropicales todavía seguían siendo parte esencial de la vida cultural cartagenera. Íbamos a ver a la Kalamary Big Band, quienes tocaban música de Francisco Zumaqué, Lucho Bermúdez o Juancho Álvarez. En las fiestas y eventos especiales también escuchábamos bandas pelayeras, grupos vallenatos, o de gaita y tambora. La champeta, por otra parte, simplemente estaba ahí, presente en cada rincón de la ciudad".

Jazz champetero y pelayero

"Solo hasta la adolescencia tuve contacto con el latin jazz gracias a algunos profesores de música que nos mostraron videos y grabaciones del género. Luego fui a Bogotá y me inscribí en el Conservatorio de la Universidad Nacional de Colombia con la intención de hacer una carrera en la música clásica. Cambié de dirección en la mitad del pregrado después de conocer el proyecto musical de Antonio Arnedo: me sentí muy identificada con lo que él había hecho y lo que estaba haciendo en ese entonces. También fue emocionante llegar a una ciudad con una actividad musical desbordante: el rock, los festivales en los parques, la música callejera".

"Después del Conservatorio me empecé a integrar en la movida del jazz en Bogotá, particularmente con Locus, un laboratorio de creación e intersección artística".

"Ahí surgieron nuevas ideas, bandas, festivales y discos. Con la complicidad de Locus edité en 2014 ‘Oí na ma’, mi primera grabación. Allí exploré un aspecto musical entrañable. Resulta que mi padre, como buen monteriano, siempre nos llevaba a sus fiestas de trabajo donde, usualmente, tocaban bandas pelayeras. Luego de su muerte me quise conectar espiritualmente con él a través de ese sonido. De esa búsqueda sale, por ejemplo, 'Reynaldo Antonio', pieza que me trasladó a esos años de mi infancia cuando lo veía bailar al son de 'María Varilla'. Aunque no parezca, en el nuevo disco se mantiene viva esa energía".

"En 2017, también con el apoyo de Locus, publiqué ‘Familia Caribe’, una disco en el que la champeta me ofreció otras posibilidades creativas. En este punto tengo que decir que siempre tuve un interés particular en ella. Observaba que en la llamada ‘terapia africana’ había unos giros armónicos muy predominantes y, por otro lado, estaba la champeta de la nueva generación que se había integrado con el lenguaje del pop".

"Entonces introduje algunos elementos del jazz en la forma y la armonía tradicional del género a sabiendas del riesgo que estaba tomando: tenía muy claro que el resultado podría ser ajeno a ese lugar donde el imaginario colectivo identifica la champeta, es decir, el baile".

Seguimos gozando

"Entre los dos primeros discos y ‘Proyecto Colonia’ escribí 'La seño Mery', una pieza para percusión interpretada por el ensamble Wankara, a quienes conozco desde que estudié en la Universidad Nacional. El ensamble estaba necesitando repertorio colombiano para su nuevo programa de concierto y me pidieron componer una pieza para ello". 

"Durante mis estudios ya había intentado hacer arreglos para ensamble de percusión así que me entusiasmó mucho la idea de escribir nuevamente para este formato, especialmente para esta agrupación que tiene ya diez años de trayectoria".

"La mayoría de las piezas que componen ‘Proyecto Colonia’ fueron concebidas para mi trabajo de maestría, así que desde luego hay un marcado contenido académico en ellas. Al mismo tiempo, estar envuelta en la escena musical de Colonia también influyó en ese proceso creativo, tocar con músicos de diversas nacionalidades obliga a concentrarse en otras músicas distintas a las colombianas". 

"También tendría que mencionar el impacto que tuvieron los cambios de estaciones en mi estado de ánimo. Aunque eso no impidió que, por ejemplo, la champeta se colara en esta nueva aventura".

"Respecto a esto último, a pesar de que el género fue por muchos años desacreditado, me atrevo a afirmar que casi todas las personas que crecimos en Cartagena llevamos un picó por dentro. Me acuerdo que en las épocas del colegio había un compañero que siempre estaba al día con los nuevos hits de la champeta. Yo le pedía que me mantuviera actualizada y él me cantaba los últimos ‘petardos’ del momento. Cabe recordar que en aquella época no existían las plataformas de streaming. ‘Mi picó’ tiene, sobretodo, un significado político para mí: al crearla trataba de mantener encendido ese ‘picó’ en medio del frío europeo».

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