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‘Cometierra’: testimonios e historias de feminicidio en Argentina

Todo nace con una niña que tiene el don de la videncia y la comunicación con los que ya no están.

Por: Diego Cuervo Escobar

El feminicidio en América Latina ha sido un tema coyuntural de los últimos años, no solo en este continente, sino en todo el mundo, pero quizá no había sido abordado de forma literaria y narrativa como lo hizo la escritora argentina, Dolores Reyes con su novela ‘Cometierra’.

Corta pero contundente, desde su salida al mundo literario, este escrito narrado en primera persona ha dado mucho de que hablar en varios festivales internacionales, incluyendo el pasado Hay Festival llevado a cabo en Cartagena.

Nacida en Buenos Aires en 1978, es docente y activista femenina, durante 15 años dictó clases de grado y actualmente trabaja con la Escuela 41 de Pablo Podestá. Con un lenguaje narrativo muy poético y la vez muy visceral, logró plasmar en 176 páginas la historia de una niña que tiene el don de la videncia y el contacto con aquellas personas que ya no están, más allá de la muerte.

Luego de comer un poco de tierra del lugar donde yacen los cuerpos de las personas, ‘Cometierra’ logra establecer un contacto con ellas y darles una respuesta a sus familiares, muchos de ellos, que aún desconocen las causas del deceso de sus allegados.

La escritora argentina conversó con Radio Nacional de Colombia sobre esta, su primera novela que, sin esperarlo, ya está en las manos de varios personajes de la literatura y ávidos de buenas lecturas, como la crítica literaria colombiana Margarita Valencia, quien señalo que la novela de Reyes “era sencillamente fascinante”.

¿Cómo nace la historia de Cometierra?

En un taller literario, a través de un ejercicio que terminaba en tierra de cementerios, vi una nena muy pequeña de pelo negro que estaba sentada al frente de una tumba y empezaba a comer de esa tierra. Empecé a escribir sobre esa situación y me pregunté ¿qué puede pasar con alguien que come tierra de un cementerio y quizá puede tener contacto con los muertos y las historias que puedan contar?

‘Cometierra’ es una chica muy humilde que descubre que tiene este don de la videncia comiendo tierra de la tumba donde está la madre. Ella apoya las manos sobre la tumba, come tierra, cierra los ojos y puede ver que su mamá fue asesinada a golpes por su padre, por ello, es una novela que se involucra en el mundo de los feminicidios.

En su punto de vista, ¿cómo está la situación de la violencia contra las mujeres en este momento, a pesar de tantos esfuerzos para erradicarlo por parte de organizaciones y movimientos feministas?

A pesar de tantos esfuerzos, la violencia contra la mujer es una epidemia, desde Buenos Aires hasta Punta Gallinas (Colombia), pero esta es la ultima parada de varias violencias previas que quedan invisibilizadas. Muchos de estos pasos atrás tienen que ver con lo discursivo, que está naturalizada la muerte pasional y que el hombre golpea a una mujer por que la ama y le dan celos de verla con otro.

Hemos avanzado un poco en esa desnaturalización, en poner el tema sobre la mesa y conversarlo, pero realmente nos falta un montón para terminar con esas violencias previas que radican en hechos terribles.

¿Qué hace falta para mitigar esta problemática? ¿leyes que de verdad condenen estos delitos o educación para romper con pensamientos y culturas machistas?

Las violencias y los feminicidios se dan muchísimo en las familias. Es irónico que el lugar y la gente que te tiene que proteger, sea la que te violente. Me parece que hace falta demasiada educación para que precisamente desde casa, se empiece a respetar a la mujer.

En Argentina se está empezando a dar educación de género, incluso para los cargos políticos, impulsado por la Ley Micaela. Micaela fue una chica activista victima de un violador con varios antecedentes, que la raptó a la salida de una discoteca y la asesinó. Esto pasa porque no se trabaja con estas personas y se le devuelven a la sociedad mucho más violentos de lo que entraron a la cárcel por primera vez.

¿Ha tenido algún acercamiento con los familiares de las víctimas que retrata en la novela?

El acercamiento ha sido enorme desde el primer momento, sobre todo me escriben mucho las hijas que han descubierto la historia de sus madres, ya que las perdieron estando muy pequeñas. Sus familiares les han ido contando de a poco los sucesos y yo pensaba ¿cómo iban a asimilar eso ellas? Pero realmente me he sorprendido porque encontré que ha sido bueno para ellas hablar del tema para sanar sus heridas.

Para mi esto es muy importante porque durante décadas el feminicidio se ha relatado desde la voz de otros, en la literatura policial del género negro el feminicidio ha sido relatado erotizando el cuerpo de la mujer muerto. Nosotros lo relatamos desde otro lugar, desde lo dramático de perder una vida y plantar una bandera sobre esto que ha sucedido y que sigue sucediendo.

¿Cómo ha sentido la acogida de la novela en Colombia?

Estoy muy contenta porque varios escritores, varios de los cuales admiro a profundidad y vengo leyendo hace mucho tiempo, se han visto interesados por mi obra y me han felicitado. Eso me tiene muy contenta. En el Hay Festival tuvimos la oportunidad de charlar con Margarita Valencia y no pensé encontrarla tan eufórica y tan enamorada de ‘Cometierra’.

En Latinoamérica y el mundo son muy conocidos escritores argentinos como Julio Cortázar, Jorge Luis Borges o Ernesto Sábato, pero ¿a cuáles mujeres argentinas deberíamos leer?

Hay un montón. Selva Almada tiene unas novelas maravillosas, Mariana Enríquez, me gusta Sara Gallardo que es una narradora excepcional, Silvina Ocampo que sí es muy leída, Gabriela Garzón Cámara que está sacando textos con una potencia impresionante, y hay una cuentista que la recomiendo mucho que se llama Alejandra Zina. En general, la literatura femenina latinoamericana está pasando por un buen momento, las mujeres tienen mucha más voz que hace 50 años.

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