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Muere Jorge Guarín, leyenda del jazz y la salsa en Colombia

Replicamos su historia incluida en un documento que hasta la fecha permanece inédito

Por: Luis Daniel Vega

Nacido en Armero, Tolima, el 5 de noviembre de 1947, Jorge Guarín aterrizó muy joven en Bogotá y se unió a Los Astros, una agrupación de música tropical con la que realizó varias grabaciones para el sello CBS. Además de hacer malabares con el piano, 'El País Guarín', como le decían sus colegas, también hacía lo mismo con las palabras, lo que le valió que su amigo, el baterista y escritor Javier Aguilera, dijera de él que era una suerte de Bustrófedon criollo.

Jorge Guarín y Eduardo Maya

Más tarde, en la década de los setenta, ganó amplio reconocimiento en el ámbito de la salsa colombiana junto a Fruko y sus Tesos, con quien grabó y tocó a finales de la década de los setenta. Asimismo, fue el director y arreglista de El Grupo Chambacú, agrupación precedida por el cantante Henry Castro, y dejó su impronta salvaje en el disco ‘Pantera’ (1979) donde se ajustó un proverbial solo en la pieza “Al golpe de un tambo”. En el ámbito del jazz, se destaca su participación en ‘Mr Bugle’ (1975), de Eduardo Maya –a quien acompañó, también, en el Grupo Maya-, y por hacer parte de El Grupo Café, banda habitual del bar Doña Bárbara, en la que compartió al lado de los guitarristas Gabriel Rondón y Kent Biswell, los hermanos Armando y Danilo Escobar, el bajista Édgar Bernal y Javier Aguilera.

Fue precisamente este último quien hace unos años entrevistó a Guarín y dejó constancia de su testimonio en un capítulo del libro ‘Doce músicos pineros del jazz en Bogotá’. A manera de homenaje al pianista –quien murió en Bogotá el 10 de diciembre-replicamos su historia incluida en un documento que hasta la fecha permanece inédito.

«Aunque desde muy niño viví en Neiva, mi lugar de nacimiento fue Armero Tolima. Inicialmente estudié música en la Escuela Departamental de Música y después en el Conservatorio en donde fui becado todos los años que estudié allí.

» A Bogotá llegué cuando Jairo Rojas, primo de Armando Suarez, otro pianista opita, nos trajo de Neiva para tocar con su grupo, Los Invasores, en el Castillo de Chapultepec que quedaba en la 77 con 15, donde hoy es el centro comercial Unilago. Después de una temporada en el Castillo me llamaron para trabajar con Los Astros un grupo de música bailable del cual hacían parte Gustavo Castellar y Marino Romero, quienes ya se habían interesado en músicas diferentes a la bailable y escuchábamos grupos como Chicago y Blood Sweat and Tears, pioneros del jazz rock. Tanto fue nuestro interés en estos grupos que transcribí un tema de Chicago, que tocábamos como presentación en los bailes, que, entre otras cosas, eran muy frecuentes en esa época. El público quedaba sorprendido cuando comenzábamos a tocar esta música, que, aunque era muy rítmica y dinámica con magníficos arreglos para los metales, no tenía nada que ver con el repertorio bailable que haríamos el resto de la noche.

 Jorge Guarín, Gabriel Rondón y Javier Aguilera

» El interés por el jazz que habían despertado estas bandas, me llevó a escuchar a Chick Corea, Herbie Hancok, Keith Jarrett, lo cual me estaba preparando, sin yo saberlo, para la siguiente etapa musical en mi vida que fue cuando Gabriel Rondón me llamó para ser el pianista de El Grupo Café. Esa etapa (1976-1977) fue muy enriquecedora para mí como pianista porque, por un lado, estaba grabando, tocando y viajando con Fruko y sus Tesos, y por otro, estaba consolidando, junto con Gabriel Rondón, un repertorio, un sonido y un estilo musical que ningún otro grupo tenía en esa época mientras tocamos con el Grupo Café en el Restaurante Doña Bárbara de Bogotá. Los otros dos músicos de este cuarteto eran Edgar Bernal en el bajo y Javier Aguilera en la batería. El repertorio era extenso y variado, desde los estandars de jazz, pasando por temas de jazz- rock, sambas, bossanova hasta salsa y temas de música andina colombiana que se tocaban respetando las formas y la línea melódica, pero que se rearmonizaban, y tanto el piano como la guitarra improvisaban con un estilo definitivamente jazzístico. Estábamos, sin habérnoslo propuesto, haciendo fusión de la música andina colombiana con el jazz.

» Posteriormente pasé una temporada en Alemania tocando con la Orquesta Latin Connection integrada por músicos alemanes y latinos con la que tocamos en el Festival de Verano de Múnich y en salas y auditorios de las principales ciudades alemanas. La nueva generación de músicos colombianos, de la cual hace parte mi hijo David Leonardo Guarín, todos egresados de escuelas de música y universidades, está demostrando la calidad y el talento local».

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